Hoy toca hablar de nivel de esquí. Seguro que hay excepciones, pero cuando alquien define su esquí en función de qué y no de cómo, mal asunto.
Hay otros deportes en los que es más difícil definirse así, fundamentalmente en los que se juega un partido. Pero pasa lo mismo con la mayoría de deportes de resistencia,... Yo puedo subir el puerto de Vallter 2000 en bicicleta, pero hay tipos que me arrancan las pegatinas de la bici cuando pasan por mi lado. Todos lo subimos, pero los niveles son muy distintos. Y corriendo ya no te cuento. No se trata de hacer un maratón, se trata de si eres sub 3h o si te pasas media prueba andando y la haces en 5h. Y no hablemos de pruebas de velocidad, ya que todos podemos correr 100 m, pero entre los 9.58 de Bolt y lo que pueda tardar yo (y otros aún peores que yo) hay un abismo.
Por tanto, que alguien defina su nivel de esquí con un bajo el Escorna de Baqueira, la Nevera de La Molina, el Embut en Boí o la Desferracavalls de Masella, no sirve de mucho. O sí, para estar seguro de que no es un gran esquiador.

¿Por qué? Pues básicamente porque la gran mayoría de las bajadas de las estaciones son comerciales y un esquiador de nivel medio alto que no tenga miedo puede bajar pistas negras. Tardará más o menos pero podrá bajar la mayoría de ellas (ojo, que las cuatro que he nombrado no son precisamente comerciales). E influye el estado de la nieve, no es lo mismo bajar el Estadi de La Molina perfectamente pisado y con nieve polvo, si está lleno de baches o si es la pista inyectada de la Copa del Mundo del 2008.
Vamos, que el nivel de esquí no se mide por lo que bajas (a no ser que sean auténticas locuras) sino por cómo lo bajas. Porque bajar, más o menos bajamos todos por todos lados, pero otra cosa es cómo lo hacemos.
En fin, que como casi siempre, el esquí se presta más de la cuenta al fantasmeo, es algo inherente a este deporte.