Cuando esquiamos, tarde o temprano nos caemos. Lo más habitual cuando te caes es que sólo impactes contra el suelo. Y más vale no golpear contra nada más porque a las velocidades a las que bajamos, el tema es complicado y poca cosa se puede hacer.
Si caemos hacia atrás, los golpes suelen ser más violentos porque los brazos no pueden evitar la colisión ni reducirla. Aquí el casco juega un papel primordial.
Es precisamente golpeando contra el suelo donde el casco muestra su máxima efectividad. Los cascos de esquí son ligeros y están pensados para llevarlos con total comodidad y por ese motivo ofrecen una protección muy limitada contra golpes a alta velocidad. Pero cuando esquiamos y nos caemos, la componente vertical de nuestra velocidad es pequeña, y ahí un buen casco puede ofrecer una muy buena protección en los golpes que nos damos contra el suelo, que son la mayoría.
Y repasando un poco sobre cascos... ¿cuál elegir?
Un casco no deja de ser un producto en el que el marketing juega un papel importante y se manejan conceptos y materiales que no resultan claros para el consumidor de a pie: Poliestoreno o polipropileno expandido, aramida, MIPS,...
El precio puede ser un indicador de nivel de seguridad, pero como no siempre es así y no hay manera de saber qué casco es más seguro sólo con verlo, un primer paso es ver qué normativas pasa cada uno.
Hay cuatro normas que puede cumplir un casco: la UN-1077 (europea), ASTM 2040 (americana), SNELL 98 (americana específica de cascos) y RH2013 (norma FIS).
Cualquier casco vendido aquí debe cumplir la UN-1077. No obstante, hay dos tipos de certrificación de la norma en función del tipo de casco: tipo A y tipo B. ¿En qué se diferencian?
Un casco de tipo A pasa unos tests es el que tiene la zona de las orejas blanda, el típico de freeride o slalom. La norma es bastante menos restrictiva con este tipo de cascos, aproximadamente la mitad que en el caso de los cascos homologados B. Aquí ta empiezan los problemas, ya que un casco de freeride siempre se homologará tipo A, aunque sea super seguro.
Como la mayoría de marcas venden tanto aquí como en el mercado americano, es muy habitual que los cascos también cumplan la norma ASTM 2040, que tiene un nivel de exigencia similar a la UN 1077.
La SNELL 98 es la más rstrictiva pero no la certifica casi nadie, por lo que a efectos prácticos es como si no existiera.
Y finalmente tenemos la RH2013, que llevan aquellos cascos destinados a competición porque la FIS obliga a que así sea a partir de ciertas categorías y desde slalom gigante. Los tests obligan a realizar los impactos a un 25% más de velocidad que en la EN1077, concretamente a 6,8 m/s, unos 25 km/h.

Una vez vistas las diferentes normativas, yo recomiendo tener en cuenta los siguientes criterios a la hora de elegir casco.
1. Que sea cómodo. Un buen casco que sienta bien resulta comodísimo para esquiar y no te querrás despegar de él. Por contra, si no vas bien con él tendrás tentaciones de dejarlo en casa o en el coche. Así que más vale un casco que proteja algo menos y que lo lleves que el mejor del mundo si se queda en casa.
2. Ante la duda... norma FIS. Ninguna norma garantiza impactos a velocidades a las que solemos esquiar, pero está claro que cuanto más, mejor porque contra el suelo sí que protegen bien.
3. Que se pueda cambiar cada pocos años. Los cascos están hechos de materiales plásticos, que se degradan con el calor, los años, etc, por lo que el mejor casco de hace seis temporadas quizás no está a punto para protegerte la temporada que viene. Por tanto, es mejor elegir un casco no tan caro y cambiarlo más a menudo que uno muy caro que no cambies nunca.
Como las normas no parecen muy estrictas y al final cuesta asimilar todos los conceptos, una cosa en la que me fijo es en los modelos que llevan los profesionales. Porque entre cada marca, en ocasiones hay más de un modelo con el marcado FIS, pero ya puestos, me interesa más el que usan los corredores la Copa del Mundo, que por algo llevan ese modelo. Y si lo llevan ellos, seguro que es más que adecuado para cualquiera de nosotros.
Aunque los tengo, no uso casi nunca modelos de freeride (tipo , pero mirar qué se lleva en las pruebas del FWT también puede ser interesante. En esta ocasión me voy a centrar en modelos tipo A que me interesan y que llevan corredores de Copa del Mundo:
Shred Mega Brain Bucket: Modelo de la marca de Ted Ligety con infinidad de prestaciones de seguridad. Un gran casco que llevan los campeones de Solden Lara Gut y Alexis Pinturault. Todavía existe un modelo superior nuevo de este año pero parece que los corredores todavía no lo llevan. Precio. 200 euros.



Briko Vulcano 6.8: Tiene un refuerzo en la parte occipital, el Protetto, una zona que se golpea a menudo porque no podemos pararnos con los brazos, que lo hace único. Es el casco de Lindsey Vonn y del campeón de descenso Peter Fill. Ganador del Premio ISPO Gold en las versiones de adulto y niño. Precio: 200 €



Poc Orbic Comp. Muchas prestaciones, entre las que destaca una protección para los golpes contra los palos, para este casco que llevan muchos suecos, entre los que están Frida Hansdotter o Maria Pietilä Holmner. Más de 400 €.



Sweet Protection Rooster Discesa RS. Un casco que se ve muy poco y que utiliza fibra de carbono, por lo que su precio se dispara. Es el casco del equipo noruego, por lo que verás con él a Nina Loseth, Aksel Lund Svindal o Henrik Kristoffersen. Ganador del Premio Ispo Gold. Precio: 600 €


