Una buena clasificación de esquiadores son los que hacen fotos y los que no las hacen. Ir con los primeros implica que al final del día, especialmente si es uno de esos días épicos, te llevarás un buen recuerdo a casa. Mientras que cuando se reúne un grupo de esquiadores del segundo tipo, no hay pruebas de que alguien se haya calzado unos esquís. Ampliando un poco más esta clasificación en función de cómo se comportan con la cámara, hay tres tipos de esquiadores:
Los Warren Miller
Están más pendientes de sacar imágenes (y recibirlas) que de esquiar. De hecho, sacrifican esas bajadas largas porque hay que sacar una foto sí o sí. Suelen llevar varias cámaras y están más rato definiendo dónde hay que parar, girar o saltar para que quede bien la toma, que de esquiar. Lo importante no es el esquí en sí, sino poderlo explicar en imágenes. Si vas con ellos tendrás jornadas maratonianas a primera y última hora, cuando la luz es mejor para disparar.
Los equilibrados
Todos tendemos a situarnos en este grupo. Tiran fotos aprovechando que alguien para o se cae y casi nunca desperdician una gran bajada para hacer fotos. Suelen utilizar cámaras en el casco o llevan una 360 para no tener que parar continuamente y de vez en cuando sacrifican alguna bajada para llevarse un buen recuerdo. Deben tirar mucho para sacar alguna cosa decente porque es difícil que se saquen los esquís o se tiren por la nieve para tomar una imagen.
Los «Amish»
Reniegan del progreso. Para que haya una verdadera comunión entre el hombre y la naturaleza hay que evitar toda clase de tecnología y tirar fotos solo perturba el momento de conexión con la nieve. ¿Para qué sacar fotos si los mejores recuerdos están en tu mente?
Seguro que conoces a alguien que sufre una bipolaridad en este campo. Haciendo fotos es un Amish pero le encanta esquiar rodeado de Warren Millers. Suelen ser más conocidos como jetas y habría que echarlos de cualquier grupo de esquí.
Y tú, ¿con qué grupo te identificas?
