Tras un periodo de nevadas, se presenta una ventana de tiempo estable en el Pirineo. Estamos ya en Febrero y las condiciones parece que son idóneas para este tipo de descensos. Este año le ha costado llegar a la nieve, pero por fin podemos disfrutar de las últimas nevadas. Tras visitar varias webs y seguir durante la semana la meteo, parece que “se dan condiciones”.
La víspera revisamos y preparamos el material.
Tras el amanecer, vemos que se cumplen las previsiones atmosféricas, donde la mañana despierta fría y despejada. Los días que vas a la montaña para hacer este tipo de actividades son días especiales, ya que son días de mucha intensidad sabiendo que vas a realizar un descenso algo más comprometido, no sabiendo muy bien lo que te vas a encontrar.
Aprovechando los remontes de Formigal la aproximación se hace más llevadera. Por lo tanto hay que estar de los primeros para el momento de abrir y no perder tiempo.
Una vez arriba vemos el objetivo, por lo que haciendo una media ladera y sin perder altura nos aproximaremos al máximo a la salida del embudo. Parece que ya hay dos que se han adelantado y están en el cono de salida del corredor. Tras la aproximación, llega el momento de echar los esquís a la mochila y ponerse los crampones. La subida es de las que te aceleran el corazón y te hacen sudar, y es que lo bueno siempre hay que trabajárselo.
La nieve se encuentra un poco tiesa, el corredor está bien purgado, por lo que se avanza bien con los crampones. Metido en el corredor, vienen otros tres montañeros por detrás, pero ellos van a un mayor ritmo, por lo que nos encontramos en la parte alta. Parece que tienen otras intenciones, y no son precisamente la de descender este corredor en el día de hoy, ya que van a hacer la vuelta circular rodeando al Pico de Punta Escarra, lo que significa que tendré el corredor para mí.
Tras el sorteo de bolas que caen continuamente en el corredor, la habitual purga, la salida se pone tiesa. Ellos tiran hacia pala de Ip y yo me quedo a por lo mío. Un poco de picoteo y disfrute de vistas cargando pilas para el descenso.
Llega lo bueno. Apretar bien las botas, subirse en los esquís y comprobar que las fijaciones están bien es importante, ya que una caída o la pérdida de un esquí podrían complicar el descenso.
La primera parte del corredor es la más empinada, por lo que los primeros giros son los más peleones, ya que el corredor está bastante barrido y la nieve un poco tiesa, pero pronto se entra en calor. Las Dalbello lupo 130C aportan una buena sujeción del pie, lo que aportan mucha seguridad en este tipo de descensos.
Los giros se van sucediendo y el disfrute es máximo. La soledad del lugar da a la actividad un mayor respeto si cabe, ya que si pasa algo estás tú solito en la montaña.
Para cuando te quieres dar cuenta estás a mitad del corredor, tanto tiempo para subir y lo fugaz del descenso. Lo mismo ocurre al cocinar, mucho tiempo de preparación para ingerirlo en un momento.
La nieve pese a estar apretada, los Volkl agarran muy bien, muerden con facilidad la nieve, lo que convierten el descenso en disfrutón. Poco a poco se intuye la salida del corredor.
Momento de engorile llegando a la parte final del cono, donde hay que hacer una paradita para recoger las cosas que no se han querido portear durante el ascenso…Ya en las palas abiertas tras la salida del corredor, el viento ha dejado acumulado un polvo fino sobre una nieve rápida, la cual se esquia con mucha velocidad.
En resumen, una actividad que deja un buen sabor de boca, de las de tachar en el calendario, ya que es un clásico tenerlo en mente. El subidón pasa rápido, ya que el regreso a la estación de Formigal se hace bastante laborioso, con el sol pegando en demasía. Remontando una loma tras otra y una vez en lo alto del Valle de Izas, ya sólo queda pegarse un buen descenso por el Valle hasta el coche.
Agradecer la colaboración a MDV SPAIN (Marker, Dalbello y Volkl) en estos reportajes.
https://www.voelkl.com/es/freeride