Por todos es sabido los beneficios que aporta el esquí a nuestro cuerpo y alma, pero muchas veces no nos paramos a pensar todo lo que nos aporta realmente y hacia donde nos empuja este apasionante deporte. La energía que aporta el esquí es importante, además de ser una fuente constante de adrenalina, lo que conlleva la generación de endorfinas tan importantes para nuestro organismo.

Sabemos también que ayuda a oxigenar la sangre y nos agudiza los reflejos, además de ayudar en la concentración, algo muy importante también. Sobre todo, nos mantiene alejado de los problemas cotidianos y al practicarse en la naturaleza nos evade del mundo en el que vivimos. Esta evasión no sólo ocurre en el momento en que lo practicamos, sino que nos deja la resaca de la esquiada vivida, bien sea por la dificultad del descenso, la actividad realizada, la compañía o el día vivido.

Por si esto no fuera suficiente, el previo también se vive de una manera especial y es que antes de ir a esquiar también existe cierta terapia de evasión, ya que recordamos esquiadas anteriores y sobre todo nos imaginamos grandes esquiadas. ¿A quién no le ocurre que cuando está nevado por ejemplo y sabe que va a subir a esquiar se imagina lo que se va a encontrar? Somos capaces de imaginar por dónde vamos a descender, qué sensaciones vamos a tener e incluso cómo va a ser ese descenso.

En el caso de estar planeando un viaje a la nieve, a un lugar no conocido, otras cordilleras etc, la imaginación se dispara y somos capaces de esquiarlo todo. Podríamos escribir muchas líneas con relación a este apasionante deporte, pero esta vez nos detendremos en la motivación por el esquí, la llama que mantiene viva las ganas de esquiar y la manera de entenderlo.

Sabemos que la montaña en sí, es una fuente inagotable de motivación y un excelente catalizador de emociones. Es por ello por lo que cada esquiador decidirá como saciar sus emociones en función de su nivel de esquí, pero bajo mi punto de vista hay una motivación que se mantiene en casi todos los esquiadores y es la de bajar cada vez por sitios más difíciles. Primero empezamos por las pistas verdes, luego pasamos por azules, rojas y negras. Poco a poco el patio de juego se nos va quedando pequeño y vamos colonizando la montaña, desde esquiadas suaves por la montaña hasta descensos más adrenalíticos, donde el nivel de exigencia va en aumento.

¿Pero qué nos empuja a hacer esto? Muchas veces nos hacemos esta pregunta y es difícil de contestarla. Por un lado, está el espíritu de superación, por otra explorar lo desconocido, la autosuficiencia, medirnos con la montaña, etc. Lo que tenemos claro es que todas estas situaciones hacen que salgamos de nuestra zona de confort, y es ahí donde muchas veces se logra dar ese salto que necesitamos para afrontar las situaciones con mayor comodidad y ampliar nuestro rendimiento. Esto es aplicable a todos los ámbitos de la vida, el deporte, la vida cotidiana y en el trabajo. A menudo en el trabajo, cuando nuestro superior nos marca un reto o nos hace un cambio en nuestro puesto de trabajo, lo que busca es sacarnos de nuestra zona de confort, porque entiende que nos va a venir bien, ya que aumenta nuestra visión y nuestro rendimiento. Al principio nos incomoda, pero luego entendemos que es por nuestro bien y finalmente acabamos incluso agradeciéndolo.

Es en este punto donde viene otra dicotomía y es que nos gusta ir a la montaña para sentirnos libres, pero a su vez nos medimos con ella y sobre todo buscamos nuestros límites. ¿Entonces nos gustan los límites? ¿Son necesarios para crecer, evolucionar, vivir y motivarnos?

Todo esto va interconectado con la motivación, ya que se dice que el esfuerzo y la motivación son el motor de la vida. ¿Cuántas veces hemos oído de nuestros padres, abuelos que sin esfuerzo no hay recompensa y sin motivación no hay vida?

Si nos paramos a pensar, el esquí en sí no es un deporte fácil. Por un lado, tienes que llevar un material antinatural para nuestros movimientos, con unas botas de plástico que no facilitan la progresión al caminar, unos esquís que pesan lo suyo y para más inri, te atas con esas botas a unos esquís para lanzarte colina abajo, y eso que no nos gustan los límites. Con ello tenemos que descender la montaña haciendo giros, donde el aprendizaje no es muy rápido. Si a todo esto le sumamos que el deporte se practica en invierno, con frio, viento, situación de nevadas o condiciones meteorológicas adversas, y encima hay que madrugar, pues a priori no parecen los ingredientes más adecuados para que a una persona le guste el esquí.

Por lo tanto, ¿qué hay detrás de todo este mundillo del esquí? Se dice que la montaña nos ayuda a crecer y a evolucionar, aunque de primeras no seamos conscientes de ello. También el esfuerzo por mejorar y progresar hace que nos enganchemos a este deporte. Esto ocurre independientemente de la edad que tengamos, aunque entendemos que a edades más tempranas es más fácil encontrar la motivación. A los niños la aventura les estimula, pero puede que lanzarse por una pendiente al principio les genere cierto temor. Vencer gradualmente este miedo les enseñará a superarse a sí mismos, a aprender de sus errores, a tomar decisiones rápidas y en definitiva a alimentar su motivación y concentración. Por ello, estas habilidades que adquirirán a base de esquiar, las podrán aplicar en muchas otras áreas de su vida, por lo que el esquí es un deporte que requiere práctica y entrenamiento.

Además, el esquí se considera uno de los deportes con más capacidad motivadora que una persona puede practicar, ya que la dureza y la exigencia enganchan al esquiador. Tras los primeros progresos, ya no se puede parar.

El esquí significa afrontar situaciones difíciles en cortos espacios de tiempo. Es un deporte que te coloca en el límite y genera muchas dudas, tanto a los que llevan poco practicándolo como a los más expertos, ya que siempre buscamos afrontar descensos de más dificultad y es por ello por lo que todo esquiador tiene que tomar decisiones en cada momento, para ver cómo baja por una zona, cómo afronta el siguiente viraje, por donde cruza el rio, o como esquiva tal obstáculo. Con el esquí se aprende a solucionar situaciones comprometidas, a despejar dudas, a confiar en uno mismo, a saber motivarse, a exigirse orden y disciplina (entrenamientos, etc).

Casi sin darnos cuenta, entran en juego diferentes factores como por ejemplo la autoeficacia, que es la percepción que la persona tiene de su propia capacidad para resolver tareas o problemas. Por ello cuando nos adentramos en esto del esquí, suele ser recomendable hacerlo de la ayuda de un profesional, el cual motiva a sus alumnos ayudando a superar miedos, limitaciones y situaciones incomodas, donde es importante no subestimar las situaciones, para no meternos en fregados donde pasarlo mal o incluso no saber salir de ellos.

Podemos afirmar que la motivación es el motor de la vida. La motivación es la gasolina de nuestro cerebro, es el combustible que hace que sigamos en marcha hacia nuestros logros y objetivos. Es la condición necesaria para conseguir nuestras metas y mejorar. ¿Qué sería de la vida sin ilusión? Pues una vida apática y sin sentido, volviéndonos tristes y deprimidos. Viviendo solo por el simple hecho de vivir, sin motivación, sin ilusión y sin sueños.

La motivación intrínseca es la que nos guía, porque nos proporciona el propio disfrute de esta, donde sale del fondo de nuestra alma y nos hace crecer en todos los sentidos. Venimos a este mundo a evolucionar, cada uno a su ritmo, sin prisas, a crecer como personas y a realizarnos cada uno a su manera. El ser humano está muy acostumbrado a funcionar de manera automática y muchas de las conductas o de las situaciones cotidianas las hacemos en automático, como conducir, montar en bici, etc. Además, en la vida diaria nos dejamos envolver por la rutina, una forma de vida mecánica, sin motivación, con lo cual nos sentimos frustrados y llenos de vacíos, lo cuales no conseguimos llenar con nada porque nos falta lo más importante, el motor de la vida, la motivación. Se dice que la motivación es la clave de esas personas que logran todo lo que se proponen, y luego están otras que se conforman con la vida que tienen, a pesar de que no se sienten satisfechos con ella y eso les genera frustración.

Por ello uno de los mayores secretos para una larga trayectoria en el deporte es mantener la motivación, especialmente en deportes como el esquí y los deportes donde precisan alta exigencia. Parece lógico pensar, que mantener la motivación alta durante el proceso de aprendizaje es más sencillo que cuando el esquiador se cree que lo ha esquiado todo, ya que el progreso es visible y las metas futuras se ven lejanas. A veces nos cuentan que mi hijo ha dejado de esquiar porque se aburre, baja por todas las pistas y ya se aburre…, otros con esa pérdida de motivación se han pasado a otros deportes, lo cual es una pena….

Hay cosas que no se pueden cambiar, vienen dadas, pero hay otras que sí y está en nuestra mano hacerlo. Por ello, aquellos que se mantienen motivados son los que más éxitos consiguen. Sólo podemos dar la recomendación de no te rindas, vete a por lo que quieres y mantén esa gasolina en tu cerebro que te hace moverte, siendo la energía que nos mueve y nos genera acción, generando así acciones positivas que cambien tu mundo a mejor. BUSCA LA MOTIVACIÓN y LARGA VIDA AL ESQUÍ.

Agradecer a GoPro España por vivir esta experiencia y lograr la motivación necesaria.