Uno de los momentos más tristes para un esquiador, es cuando cierran las estaciones y empieza el largo y duro verano, pero antes que eso suceda, como ya es tradición, nos reunimos un grupo de amigos en Arcalís.
No iba a ser distinto este año, así que el fin de semana del 27/28 de Abril, celebrábamos este acontecimiento por todo lo alto.
Del centro de la Península, venían Carlos, Íñigo y Álvaro (Ardi), pero eran baja dos puntales del grupo, Danito y Lu_k (chicos, el próximo año no os escapáis).
Durante los dos días del fin de semana también quedaríamos con muchos amigos que se apuntaban al cierre de la estación, ya los iréis viendo a lo largo del reportaje.
Empezamos el sábado con bastante mal tiempo, nubes bajas, neblina, luz plana, mucha humedad y algo de llovizna, pero eso no nos echaría para atrás, somos esquiadores y si estamos al pie del cañón al final de temporada es que no nos detenemos ante nada para disfrutar de nuestro deporte. Pronto vendrá la larga travesía del desierto y hay que aprovechar cada momento.
La nieve en esos momentos no era la mejor de la temporada, en algunas zonas estaba bastante velcro (como se llama comúnmente a la nieve que se engancha y no te deja deslizar suave), por tanto, había que buscar zonas con pendiente y así no notarla tanto.
Pasamos buena parte de la mañana en la zona de las Portelles, accediendo a ella por una de las puertas que llevan al paraíso. La misma zona dónde se celebró la prueba del Freeride World Tour esta año, con una pendiente media de 43º que no es poco... Lugar con rocas para saltar, canales estrechas y palas anchas.
Allí nos encontramos nieve suelta de bastante buena calidad en la parte alta, para ir transformando en algo más pesada y velcro en zonas más bajas.
Las bajadas se sucedían sin apenas descanso, era como si ese día fuera el fin del mundo y, cada descenso era por una línea distinta.
Ese fin de semana Ardi se doctoró en fuerapistas, se queja mucho sobre su nivel y que le llevamos por el mal camino, pero pocas veces he visto a alguien que se lo piense menos a la hora de empezar a descender por cualquier lado (y con nivelazo).
Tras una mañana muy intensa y cuándo la nieve era casi imposible de esquiar al ser demasiado velcro, decidimos hacer parada para comer e hidratarnos en el bar de la Coma pensando que ya no esquiaríamos más.
Entre charlas y risas, el gran grupo se fue reduciendo ya que algunos se iban, pero otros nos quedábamos un rato más, hasta que no sé quién se percató que las nubes, niebla y llovizna habían desaparecido quedando un sol radiante.
Eran sobre las 15h de la tarde y había sucedido un milagro, si si, un milagro, no se cuánto rato hacía que el sol había ganado la batalla a las nubes, pero en esos minutos, al volver a ponernos los esquís, notamos algo distinto bajo nuestros pies. Las tablas deslizaban, había desaparecido el velcro, así que no podíamos dejar pasar ese tacto de la nieve, y seguimos en busca de palitas vírgenes de huellas, llenas de ese manto cremita que nos gusta tanto.
Bajada tras bajada no salíamos de nuestro asombro de lo que había transformado esa nieve, y como no podía ser de otra manera, convencí a Álvaro (Ardi) e Íñigo para que me acompañaran a una pequeña excursión en busca de la foto del día.
Todos estábamos cansados pero no podíamos dejar de esquiar esa nieve tan rica, hasta que nos dieron la 17h!!! A finales de Abril y esquiando hasta última hora una nieve que nadie se podía imaginar al empezar el día.
Después de la intensa jornada, íbamos de vuelta para el hotel a asearnos un poco y luego a dar una vuelta por el centro de Andorra, dónde terminaríamos cenando.
Así dábamos por finalizado el día.
Domingo 28 de Abril, el día amanecía igual de radiante que había terminado el sábado, sol y buen tiempo.
Nos volvíamos a reunir un buen grupo de amigos con ganas de aprovechar las últimas horas de remontes en el país de los Pirineos.
En el grupo de hoy eran baja algunos esquiadores que habían venido la jornada anterior, pero se unirían Toni (Chicarron) y Jordi y Fernando de los SkiPowderLovers.
En esta ocasión el fotógrafo era Alex, un grandísimo esquiador de GV.
Empezábamos los descensos con nieve muy dura y esperando a que el sol hiciera su función transformando el manto en esa cremita que nos gusta tanto.
Y al poco rato empezamos aventurarnos buscando esas palas orientadas hacia el astro rey.
A partir de media mañana empezamos todos a gozar.
Ardi en busca de conejos, y parece que encontró una buena madriguera...
Tras la búsqueda de conejos, nos percatamos que la vuelta a los remontes era un tanto cómica.
Era un día en el que se masticaba muy buen ambiente, alegría y gozo, a la vez que algo de tristeza porque la temporada llegaba a su fin.
Entre fotos y más fotos, el esquí no se detenía.
En la foto se puede apreciar la calidad de crema suprema que teníamos ese día esquiada por el que escribe estas líneas.
Pero tras varias horas de goce y disfrute la jornada llegaba a su fin.
No podíamos pedir nada más, sol, buena temperatura, buena nieve y mejor compañía. Era una despedida por todo lo alto, una despedida que creo que todos hubiéramos soñado y que pocos se pensaban debido a la mala temporada.
Era el cierre de Arcalís, pero... ¿terminábamos la temporada ese día?