
Hacía muchos años que no esquiaba en Cerler. Ni siquiera logro recordar si fue en 2004 o en 2005 la primera vez. Mis recuerdos empezaban a ser difusos. Así que tocaba refrescar la memoria, y el pasado 10 y 11 de marzo, allí estuvimos.
Cerler es una estación mediana-grande. Con sus 80 km de pistas repartidas en varios sectores, es de esas estaciones que, digámoslo así, engancha. Quizás sea la omnipresencia cercana del macizo del Aneto, que actúa como imán con su constante presencia, o por alguna razón que nadie sabe muy bien cuál es, Cerler forma parte de ese grupo de estaciones que gusta a casi todo el mundo. Posiblemente sea una combinación de factores, cada uno en su justo punto.
Si preguntas a sus habituales, te dirán que lo que les atrae son sus vistas panorámicas, su marcado carácter alpino, su variedad de pistas emblemáticas (Robellons, Quebrantahuesos, Falcons, Codornices, Gallinero, Barranco, Canal, Canal Amplia, La Olla…), nombres que suenan a naturaleza y orografía. Entre bosques, o sin bosque. Otros destacan especialmente su ambiente tranquilo, remarcando que no es una estación masificada. Y posiblemente por eso, quien la conoce por primera vez, acaba repitiendo. Más pronto o más tarde. Yo estoy entre esos últimos… así que, disculpas por tardar tanto en volver.
En realidad, hay que decir que es todo el valle el que convence. Cerler no se entiende sin el Valle de Benasque: esquí en invierno, montaña en verano, ambiente familiar, valles y montañas que son frontera difusa de cultura y gastronomía… y unos homo pirenaicos que viven y aman su entorno. Entre ellos, los embajadores de Cerler.

Ángel Sahún es uno de los más veteranos. Fue fotógrafo de la agencia EFE y de numerosos medios de comunicación; trabajó en la estación de esquí y se desplazaba con frecuencia a la Vall d’Aran y a l’Alta Ribagorça. En los años setenta se instaló definitivamente en Benasque, y allí sigue hoy, con su familia, con sus hijos bien arraigados laboralmente a las montañas de la zona. También montó el primer laboratorio fotográfico del valle (antes había que ir hasta Vielha). Y en el valle de Benasque ha sido pastor, parapentista, montañero, ciclista y, sobre todo, esquiador. Y en Cerler, su estación, sigue vinculado como “Embajador”.
Conoce Cerler como pocos, con detalles que solo se descubren tras muchas temporadas y muchos días de esquí. En nuestra visita —un día de muy buena nieve y bosques de pinos con las ramas aún bien cargadas, como en una postal navideña— su compañía fue vital. Porque, a ratos, la niebla lo tapaba todo. Y qué bien va que un local te indique con seguridad hacia dónde dirigirte y qué tener en cuenta en cada pista.
Y es que, a pesar de la niebla intermitente, no tuvimos la sensación de estar ante un mal día. Todo lo contrario: nos explicó tantas cosas, tantas anécdotas, que las más de tres horas que pasamos con él se nos hicieron cortísimas. Al final, la niebla resultó ser una excusa para fijarnos menos en los paisajes… pero mucho más en las pistas y en todo lo que él nos contaba.

Curiosidades, anécdotas y una lección de fotografía
En un momento de la ruta, le pedimos que nos contara alguna anécdota curiosa. Nos regaló dos, muy distintas pero igual de entrañables. En una ocasión guiaba a un grupo de singles, personas solteras que se apuntaban a la actividad... y al terminar la jornada ya se había formado alguna pareja. En otra salida, coincidieron un productor de jamones serranos y el propietario de un restaurante. Entablaron relaciones comerciales durante la jornada, y un año después, Ángel recibió en casa un buen jamón en señal de agradecimiento. Cosas que solo pueden pasar cuando se mezcla la nieve con las personas adecuadas.
Durante las tres horas largas de guiaje, también tuvimos ocasión de hablar de temas profesionales que teníamos en común. Como fotógrafo que ha vivido la transición de la fotografía analógica a la digital, Ángel nos compartió una reflexión que me quedará grabada: "ahora hacemos muchas fotos, demasiadas, pero lo importante sigue siendo capturar el momento justo". Me explicó que, en una ocasión, pidió a un colaborador que le enviara imágenes para una publicación, y este le mandó ochenta. Su respuesta fue clara: "No me mandes ochenta para elegir; mándame una que lo explique todo." Una gran lección. Y un gran consejo, Ángel.

Los Embajadores de Cerler no enseñan a esquiar: son guías apasionados, auténticos diplomáticos de la nieve. Con Ángel hicimos el recorrido de oeste a este, lo habitual en sus rutas: del Rincón del Cielo hasta Castanesa, pasando por el Gallinero. Aunque en nuestro caso no pudimos subir hasta este icónico pico, ya que, por las nevadas recientes, aún se estaba asegurando la zona. Habrá que volver.
La única condición para ir con los Embajadores de Cerler es tener un nivel de esquí suficiente para bajar cualquier pista roja sin problema.
Durante el recorrido se hacen varias paradas, como la del Puentet o la del mirador en el retorno del telesilla Rincón del Cielo. Pero también hay otras, espontáneas, en cruces de pistas o antes de subir a un remonte. Muy posiblemente —como nos pasó a nosotros— se acerquen otros esquiadores para saludar al embajador (a quien conocen de otros días) o para concertar una futura visita. Todo ocurre de forma natural. Aquí nadie tiene prisa; el entorno invita a esquiar con calma, sin mirar el reloj.
Pero las horas vuelan. Desde nuestro encuentro a las diez de la mañana ya han pasado tres y media, que marcan el final de nuestra actividad con Ángel. Y ni WhatsApp, ni correos. Ni tiempo para mirar el móvil. Menudo placer. Qué buena idea dejarse acompañar por un embajador para desconectar del mundo hiperconectado en el que vivimos. ¿Será que la niebla impide también que lleguen los mensajes y se pierden en el ciberespacio? ¿Será por el guía? ¿Será porque la cima más alta de los Pirineos actúa como inhibidor natural de tecnologías absorbentes? Pues, como decíamos al principio, muy posiblemente sea por una combinación de factores en su justo punto. Por eso gusta tanto Cerler.
Gracias, Ángel Sahún, por tu implicación y buen saber hacer. ¡Volveremos!
Si os ha gustado leer 'Redescubriendo Cerler con Ángel Sahún' también os puede interesar la lectura de:



