
El pasado 17 de junio en EsquiaryViajar estuvimos en Fonna, un glaciar noruego adaptado para el esquí de verano. Esquiar en ese glaciar ha sido parte de nuestra experiencia de turismo activo en Noruega, un país de paisajes dominados por fiordos, valles todavía con nieve a las puertas del verano, glaciares, cascadas y una lluvia que lo deja todo de un color verde intenso, mires donde mires. Aparte de Fonna estuvimos visitando Bergen, Stavanger, el Preikestolen, Florli y Oslo.
Lo cierto es que, por lo general, la mayoría de nosotros acostumbramos a relacionar esquí de verano con los glaciares de los Alpes. Una asociación bastante lógica si tenemos presente que existen hasta 10 glaciares alpinos adaptados al esquí en junio, julio y agosto. Nos referimos a los que abren regularmente, por supuesto.
En este contexto, pues, no es tan fácil que por lejanía geográfica nos acordemos que en Escandinavia, en Noruega, también hay glaciares para el esquí de verano. Fonna, Galhoppigen y Stryn son los tres que hay en Noruega adaptados con remontes y pistas. Y en EsquiaryViajar hemos visitado recientemente el de Fonna. Os explicamos nuestra experiencia.

Viajamos hasta Fonna
Nuestra visita a Fonna la realizamos el 17 de junio, pero la aproximación la realizamos el día antes desde Bergen, ciudad de 250.000 habitantes, bien conocida por su historia y por tratarse de una zona de gran atractivo turístico, especialmente por ser una de las bases para visitar los fiordos cercanos.
El glaciar de Fonna se sitúa a 113 quilómetros de Bergen, que se hacen en algo menos de 3 horas. Nuestro traslado hasta allí lo hicimos con un coche de alquiler, un Suzuki S-Cross de gasolina. Nuestro objetivo final del día: Norheimsund, donde teníamos previsto pasar noche antes de subir al glaciar. Nos interesaba hacer el trayecto tranquilamente para así disfrutar de los paisajes de la zona.

Y fue un acierto, porque la carretera hasta esta población permite observar muchos paisajes de postal. Casitas de madera bucólicas junto al fiordo, prados que se extienden hasta el agua como si fueran playas de arena de color verde, cascadas y bosques. Y lluvia.
Además, nos pareció más interesante hacer parte del camino por adelantado y dormir en algun pueblo cercano al glaciar que no madrugar en Bergen el mismo día de la visita. Inocentes, pensábamos que Norheimsund era un pueblo de la Noruega profunda, aunque en realidad es un destino bastante turístico, y prueba de ello es el magnífico Thon Hotel Sandven en el que nos alojamos.

Circulando hasta nuestro destino pudimos comprobar el civismo en la conducción de los noruegos. ¿Por convicción o será por los numerosos radares que hay en sus carreteras? En el trayecto nos encontramos con algunos cruces en la carretera con la señalización para llegar a las estaciones de esquí de Eikedalen y Furedalen. Siempre es agradable encontrarte con esos nombres de estaciones de las que, debo reconocer, no sabía siquiera de su existencia. Por la noche en el hotel ya estuve mirando los mapas de pistas y características de esos dominios esquiables para nórdico y alpino.
Llegados a media mañana a Norheimsund, nos paseamos por su paseo marítimo de pesebre, con "mini" playa incluida y sus edificios de apartamentos muy nuevos en primera línea de fiordo. Un poco a lo pueblo de la costa mediterránea, vaya. Por cierto, que mientras buscamos uno de los tres restaurantes que tiene este bonito pueblo, recibimos los ataques en vuelo rasante de una gaviota (ver vídeo adjunto).

Hay que matizar que la oferta de restaurantes en Noruega, por lo general, es más bien escasa en comparación con nosotros. Y en su oferta culinaria casi nunca faltan estos 4 productos o platos: salmón, bacalao, hamburguesa y pizza. Todo buenísimo, eso sí, y a la vez muy caro. Lo más estandarizado en precios en los restaurantes es que una bebida (Coca-Cola o cerveza), un plato contundente y un postre por persona no baje de las 400 coronas noruegas, al cambio unos 38 euros. No hace falta ni cambiar euros por coronas, en Noruega todo el mundo paga con tarjeta de crédito, sea cual sea el rincón del país.
En Norheimsund, hay dos visitas obligadas. La primera, la cascada de Steinsdalsfossen. A la vista y muy accesible desde la misma carretera.
Nuestro vídeo en Fonna
Y la segunda, de cosecha propia: hay que comer, sí o sí, en la Pizzería La Fiesta. Como responsable de la cocina está un siciliano que estará encantado de hablar con vosotros con un simpático castellano de entonada y acento italiano.
A este hombre le haréis feliz y, si el trabajo no le aprieta, os entretendrá detallando algunas costumbres interesantes de la vida de los noruegos. Y del clima, y de la economía, y del amor, y de tantas otras cuestiones. Un tipo muy simpático y atento, igual que los noruegos en verano. ! Nada que ver con su carácter en invierno!

Llegar a Fonna
A la mañana siguiente nos levantamos pronto para llegar a Fonna. Desde Norheimsund primero hay que llegar hasta el embarcadero del ferri en Tørvikbygd, a unos 13 quilómetros que se hacen en 15 minutos. Una vez allí hay que esperar a la llegada del ferri de Jondal. Sale uno a prácticamente cada hora y en nuestro caso embarcamos en el de las 07.50 h. En tan solo otros treinta-cinco minutos ya estábamos en Jondal. El ferry permite cruzar de lado a lado el fiordo de Hardanger y según distintos portales de viajeros se trata de uno de los 10 más bellos de Noruega.

Jondal, pueblo de 400 habitantes que podemos considerar el pie de pistas real del glaciar, está a las puertas del parque nacional de Folgefonna. Desde el ferri parece un pueblo bello junto al fiordo, con las típicas casas de madera noruegas rodeadas de montañas y bosques. Sin duda tiene la peculiaridad de ser algo así como un pie de pistas a tan solo 0 metros sobre el nivel del mar.

Del centro de Jondal parte la carretera FV105 que nos permite acceder al glaciar. Más bien se trata de un camino asfaltado de alta montaña de 18 kilómetros que se realizan en otros 30 minutos. Su trazado es sinuoso, estrecho, de pavimento irregular y de regalo te ofrece alguna vaca u oveja que habrá que esquivar. Ya vamos viendo que Fonna nos está transmitiendo de buena mañana un plus de experiencia exótica.
El paisaje que nos ofrece la carretera, por la que justo pasa un coche en algunos tramos en lo más alto entre muros de hielo y nieve, es el clásico de alta montaña. Un placer y un lujo poder circular por ella. Finaliza en un aparcamiento a pie de glaciar, que se ubica a 1.208 metros de altitud, y que tiene una capacidad para poco más de un centenar de coches. O menos.
A escasos 50 metros del aparcamiento se encuentra el telesquí, de tipo ancla y de tipología común también vista en otros glaciares. Un remonte algo destartalado a primera vista que permite subir hasta los 1.450 metros. O sea, que esquiaremos por unos 250 metros de desnivel.

A pie del citado remonte, en el lado izquierdo mirando al glaciar, hay un almacén al que convendría una capa de pintura, que sirve de taller mecánico o de cobijo para las pisa-nieves y, en contraste, en el lado derecho se encuentra un edificio de servicios muy nuevo.
Este último seguro que podría ser un buen candidato a recibir algún reconocimiento por su diseño arquitectónico. Este edificio acoge el alquiler y tienda de material de esquí, un bar, restaurante y un comedor en el piso superior con capacidad para acoger a los numerosos equipos de esquí alpino que entrenan en el glaciar.

Aparte del esquí, en Fonna se organizan salidas con guía para experimentar con cuerdas, piolets y crampones por encima del hielo. Para nuestra sorpresa, cuando ya volvíamos el material de esquí a la tienda, llegó un autocar con cerca de 30 excursionistas que venían a realizar precisamente esa actividad. Aún no entendemos cómo pasó el autocar por un par de tramos estrechos y con forma de curva.

El esquiador turista que quiera esquiar a Fonna está claro que lo va a hacer o bien porque tiene muchas ganas o porque el espíritu de la curiosidad puede con todo. No nos engañemos: queda lejos y llegar hasta allí parece estar destinado al esquiador voluntarioso y convencido. Y es que Fonna no deja de ser una estación pequeña. En nuestro caso estaba claro que había ganas de conocer el glaciar. ¿Por qué? Pues porque todavía faltaban diez minutos para las 9 de la mañana que ya entrábamos en el aparcamiento. Y 25 minutos más tarde, después de habernos presentado a los responsables de la estación, ya estábamos subiendo por el telearrastre.

¿Cómo es la experiencia de esquiar en Fonna?
Sobre los esquís, y como suele ocurrir en la mayoría de glaciares adaptados para el esquí de verano, el de Fonna está frecuentado por los esquiadores de equipos de competición que entrenan allí durante los meses veraniegos. Y cuatro turistas, dos de ellos nosotros. Contando a los operarios, siendo generosos, no debíamos ser más de 150 personas.

El área esquiable o mapa de pistas tiene forma de cebolla partida. Es decir, el telesquí antes mencionado que actúa de eje central y, más o menos, un par de pistas a manera de arco que se inician en lo alto del remonte y confluyen en la base. Tres ocupadas para entrenamientos y la cuarta liberada para el esquí más lúdico.
Nos deslizamos por una nieve húmeda, posiblemente por la lluvia que a ratos nos acompañó en nuestra visita de algo menos de tres horas, por un lado, y por otro, por las nieblas y vientos fríos y cargados de humedad que de repente aparecen y desaparecen sobre las pistas.

Ninguna cola en el remonte en nuestra visita, quizás porque en ese día la afluencia era anormalmente baja por tratarse de un día laborable y nublado.
En cuanto al material de alquiler, podemos decir que es bastante moderno y en buen estado. Y para terminar un consejo práctico: en Fonna, aunque se realice la visita en verano, hay que ir con ropa y complementos propios de nieve o de trekking. Es un glaciar situado en la latitud 60 (Lat Long: 60.23° N 6.43° E), y aquí el frío, el viento y las inclemencias meteorológicas de todo tipo son una constante.

A las 12 del mediodía llego la hora de despedirse. Nuestras 3 horas en Fonna nos parecieron suficientes para llevarnos un buen recuerdo y una buena experiencia para conocer este glaciar destinado al esquí de verano.
En conclusión: nuestra experiencia en Fonna fue plenamente satisfactoria a pesar de no acertar en un día de sol y buena mteorología. Por supuesto, si existiera una nueva oportunidad, sin duda que la aprovecharíamos fieles a nuestra máxima de esquiar todo lo que puedas y sin desaprovechar ninguna ocasión.

Y es que nuestra jornada tampoco permitía mucho más, pues había que volver a la carretera. Nuestro siguiente objetivo era llegar a una hora prudente a Stavanger. Por delante 250 km de carretera con lluvia, un ferry, varios túneles y varios lagos y cascadas a la vista por la carretera E134. Contando las paradas breves, ni que fuera para tomar alguna fotografía, no nos dejaría demasiado margen. Nos esperaban unas 5 horas de coche.
Si os interesa más sobre nuestro viaje podéis consultar en nuestra página Facebook de EsquiaryViajar.

Aprovechamos la ocasión para agradecer a Helly Hansen la entrega de los equipos que utilizamos en nuestro tour de esquí y senderismo por tierras noruegas. Pusimos a prueba de forma exitosa todo el material en condiciones de lluvia.
Agradecimiento también a la agencia de viajes Pirineu Evasió por la planificación completa del tour.
Y por último a los responsables de Fonna Glacier Ski Resort por su acogida y facilidades para realizar nuestra visita. A ellos dedicamos este reportaje que espero haya gustado a los lectores de Nevasport.
¡Hasta pronto Noruega!
