Nuestro invierno en Francia ha sido un asco.
Toques de queda a las seis de la tarde y muchos problemas para viajar a España. Mucho tiempo sin ver a nuestras familias. Prisas, límites y unas vivencias diarias constantes bastante bizarras que contradecían las normas sanitarias y el sentido común más evidente.
Y también mucho tiempo sin acercarnos por la Val d’Aran.
En el Pirineo no tenemos grandes favoritismos, nos gustan muchos sitios. Pero he de reconocer que sí que sentimos un cariño especial por este lugar. Es el eslabón entre los Pirineos del Sur y los del Norte, una mezcla efervescente con algún ingrediente que no logramos adivinar que tiene un efecto bastante adictivo. El sitio a mano donde vas siempre que no tienes muy seguro a dónde ir.
Ese es "el Valle" para nosotros.
Pastos y cabaña de Porèra (imagen propia)
Y el caso es que hacía ya 10 meses que no íbamos por allí.
La última visita fue administrativa. Para renovar el DNI, que me caducó en plena pandemia. Muchos expatriados en Francia hemos ido a Les a hacernos nuestro carnet de identidad aranés. Además, creo que yo me saqué mi carnet de esquiador allí, así que en Les simplemente me expidieron el documento físico xD
Durante estos meses de ausencia hemos visto las cumbres aranesas en la distancia desde collados y cumbres fronterizas. Era una sensación algo amarga de añoranza y resignación.
Realmente, hemos echado un poco de menos nuestras visitas al valle y nuestros pequeños rituales allí. Tonterías como hacer una reserva, saludar a las cajeras del súper, pedir un pincho de tortilla en un bar, acercarnos a dar un paseo a Beret. Yo qué sé… mil cosas.
En Mayo vimos por fin a nuestras familias por fin. Entonces hice una cosa tonta que me moría por hacer. Conducir durante la puesta de sol. Parece una chorrada, pero llevaba meses sin poder hacerlo. Empezaba a comprender la frustración que siente un vampiro por no ver amaneceres. En Junio realizamos ya algún viaje, y en Julio nos acercamos a la costa. Pero la visita a la val d'Aran seguía pendiente.
Y no ha sido hasta este Agosto que hemos resuelto ese tema pendiente. Y más que un capricho era una necesidad de reafirmar nuestra recobrada libertad y darle un poco de "normalidad" a nuestro día a día.
Planeamos dos pequeñas rutas, al Tuc dera Montanheta y al Còth de Montoliu, aunque en realidad las rutas eran lo de menos. Lo chulo fue ir allí y quedarnos a dormir en Beret. Queríamos estrenar la furgo en algún lugar especial y qué mejor que éste.
¡Ya tocaba!
Vistas desde el collado hacia el Tuc de Maubèrme y el Tuc de Crabes, en el medio el lac de Montoliu (imagen propia)
Encontramos Vielha y todos los pueblos tremendamente concurridos. Supongo que eso es bueno para la economía local :-)
Estaremos unos días en otras montañas. Pero volveremos. Tenemos muchos proyectos pendientes allí, muchas ideas de rutas, ascensiones y circuitos. Espero compartir también bien pronto algunas de las rutas aranesas que más nos han gustado.
En el plano del esquí, ¿qué decir?
Ver in situ las obras del nuevo remonte de Clot der Os en Beret nos ha traído muchos buenos recuerdos y hasta nos ha dado ganas de esquiar. Hay hambre de esquí en este casa, ¡claro que sí! Si las condiciones son propicias, nos dejaremos caer por allí. Aparcarse a primera hora en Orri es una sensación habitual que hemos extrañado este pasado invierno.
En la ruta del domingo levantada la mirada hacia el Dossau y no me quitaba este lugar de la cabeza:
Parte alta de Ticolet en la temporada 2017/2018 (imagen propia)
Ahora las laderas estaban verdes y no blancas. Y no era momento de pensar en el esquí. Estamos en otra temporada, la de ir por lo verde, pretemporada a su vez de la de ir por lo blanco. El hoy construye el mañana y el ayer quedó atrás.
Seguimos adelante. Aran nunca falla. Aran siempre espera.
Gracias por tu atención
¡Nos vemos en las montañas... cualquiera de los 365 días del año!