El esquí me ha cambiado la vida. Es un hecho.
Puede parecer exagerado pero es así. El esquí me ha inspirado, me ha motivado y me ha llevado a realizar muchos cambios en mi vida. Bueno, también me ha dado algún disgusto, pero el balance es positivo... de otro modo no estaría aquí en Nevasport :-D
Hoy quiero compartir contigo una experiencia íntima relacionada con el esquí que tuve ayer mismo. Una vivencia que me ha hecho reflexionar, reconocer y agradecer las cosas buenas que me pasan.
Llevo enfermo varios meses. Han sido días bastante duros. Entre nosotros, muy jodidos.
Ayer por fin, tras muchas esperas y bastante lucha, me realizaron por fin una prueba diagnóstica. La misma precisaba una anestesia general. Nada complicado, rutinario, y en principio exento de riesgos. Pero era la primera vez que algo así me ocurría en otro país que no fuera el mío (vivo en Francia). La exigencia de hablar en otro idioma en una situación así me hacía sentir inquieto e inseguro.
Era temprano. Me encuentro ya en la camilla a punto de comenzar la prueba. Una señora con pelo cano, ojos azules y voz muy agradable y se acerca y se presenta:
- Hola, voy a ser tu anestesista, ahora te voy a preparar para la sedación.
Con bastante delicadeza y hasta con cierta dulzura comienza su tarea. Hasta se disculpa por pincharme. Con la anestesia fluyendo ya por mis venas me pide que le hable de algo que me guste o que me haga sentir bien.
-La montaña… y ¡el esquí!.
Noto como la anestesista sonríe bajo su máscara. Mientras el resto de enfermeras y la especialista hablan de sus cosas y van de un lado al otro de la estancia. La señora toma mi mano y me susurra:
-Imagina una ladera de nieve polvo, acaba de nevar, en la mañana todo está cubierto de nieve, nota como se siente bajo los esquís, quiero que pienses en eso.
-Por la mañana, temprano, hace frío y la pista está bien pisada, perfecta -le digo yo imaginando los rayos del sol sobre la nieve planchadita.
-Tienes toda la pista para tí y no hay cola en los remontes -responde ella- relájate y piensa en la nieve fresca que ha caído en la mañana.
-No hay colas… la pista para mi, yo solo… bien pisadita…
En ese punto más o menos termina mi recuerdo y nuestra conversación. Me quedo frito. Más tarde despierto y todo ha salido según lo previsto.
No puedo dejar de pensar en ello. Algo aparentemente tan banal como una afición pudo servir para hacer una conexión humana. Incluso en una situación como extraña y ajena a la montaña como era aquella. Y como evocar esa idea, ese pensamiento de felicidad, sirvió para relajarme y que la anestesia hiciera su función. Supongo que hay esquiadores, y buenas personas en todas partes.
¡Qué hermoso que la mera idea de esquiar tenga este efecto tan profundo!
¡Qué bonito cruzarse en la vida con otro esquiador!
¡Qué felicidad será esquiar sin anestesia!
Esquiar de verdad.