La cita era a las 19:00h del pasado sábado 7 de enero en el restaurante de La Quillane. Como si de un magnífico regalo de Reyes se tratara, la benjamina de las estaciones de Les Neiges Catalanes se vistió de gala para recibir a los más de 50 invitados que no se perdieron la gran fiesta que los responsables de la estación habian organizado. Una luna llena espectacular, que surgia cual efecto especial de un filme justo por encima del Col de la Perche, iluminaba el altiplano del Capcir de un modo único, como si de un perfecto prefecio de lo que estaba por llegar se tratara.
Puntuales a la cita, a las 18:45 nos presentamos en el magnífico restaurante de La Quillane con nuestros abrigos largos, preparados para celebrar el 50 aniversario de la que, para muchos, es la gran escuela de esquí del Pirineo Oriental, donde miles y miles de familias han aprendido a esquiar, dando el salto a estaciones más grandes a posteriori. La directora de explotación de La Quillane, Bérangère Maurain, nos recibió como no podía ser de otra forma, con una gran sonrisa y un cálido abrazo.
Tal y como se ha publicado en Nevasport recientemente, si realizamos un viaje al pasado, podremos comprobar que el primer descenso con esquís en los Pirineos tuvo lugar en el Col de la Quillane. Un 29 de enero de 1901 el empresario y montañero Prosper Auriol se calzó unas tablas y se estrenó como esquiador, adelantándose siete años a los socios del Centre de Excursionistas de Catalunya, que esquiaron por primera vez en los Rasos de Peguera en la Navidad de 1.908. El mundo del esquí ha evolucionado muchísimo, pero la ilusión y las ganas siguen siendo las mismas.
Durante la celebración del 50 aniversario y tras una recepción donde los vinos regionales fueron los principales protagonistas, en la terraza exterior se pasó a la proyección de un interesante cortometraje donde pudimos descubrir la figura de Laurent Balaguer, quién en 1971 tuvo la idea de crear un pequeño espacio para esquiar cerca de donde trabajaba como leñador. Al igual que Prosper Auriol hiciera 70 años atrás, se fijó en el Col de la Quillane. Era una época en que la industria de los remontes no estaba desarrollada, así que algunos emprendedores trataban de crear ellos mismos sus propios aparatos, tirando de imaginación, creatividad y ganas, muchas ganas.
En 1971 se puso en marcha en La Quillane el primer telesquí de invención casera. En 1972 el señor Balaguer lo mejoró y empezó a diseñar algunas pistas, creando lo que hoy conocemos como la estación de La Quillane. Durante el invierno de 1973, justo al acabar las navidades, su sueño se convirtió en realidad, abriendo la estación al público con un segundo remonte. Una rudimentaria cafetería y algunos esquís para alquilar es todo lo que había en la recién nacida estación de esquí de estación de esquí de La Quillane, que al estar justo a pie de carretera, registraba un gran éxito de familias desde el primer momento gracias al fácil acceso. Se aparcaba donde se podía y se compraban los tickets a pie de remontes, uno por cada vez que se quería usar.
Actualmente La Quillane está dirigida por su hijo Jean-Claude Balaguer, quién tomó las riendas en 1992. De esta manera se ha preservado de un modo único la esencia familiar que la ha convertido en una de las estaciones más valoradas y conocidas del Pirineo Oriental. Como señal de cariño, respeto y admiración, las cuatro pistas que tiene la estación son un homenaje directo al nombre de los nietos de su fundador: Charlotte es el de la pista azul; Margaux, Laurent y Jules son los tres trazados verdes que atraviesan el bosque.
En la celebración del sábado 7 por la noche, junto a las proyecciones y la degustación de vinos, la estación regaló a los presentes un castillo de fuegos artificiales y una cena impresionante, donde pudimos degustar especialidades locales de alto nivel. También contamos con un trio musical de primer nivel, (The Voice France), que interpretó grandes éxitos del pop y el rock. Nada mejor que la música, la luz y la nieve para celebrar los 50 años de una estación cargada de historia y anécdotas.
Entre los invitados encontramos a la mayoría de directores de estaciones de esquí de Les Neiges Catalanes, representantes del mundo del arte, la cultura, el turismo y la política locales, deportistas, hosteleros, restauradores y a Brice Fourcade (foto), hermano del medallista olímpico Martin Fourcade y responsable de la escuela de esquí de La Quillane.
Situada entre La Llagonne y Matamale, la estación de La Quillane sigue abierta durante estos días disfrutando de una gran afluencia de esquiadores durante las vacaciones de Navidad. Actualmente mantiene con grosores de nieve que van desde los 35 a los 50cm, ideales para poder disfrutar de magníficos descensos. El sistema de nieve artificil está obrando maravillas esta temporada, junto con un equipo de profesionales espectacular, capaz de dejar la nieve en perfectas condiciones.
Este año, La Quillane ofrece la posibilidad de alquilar la estación a particulares y empresas entre semana, disfrutando de todas las instalaciones sin colas, con total tranquilidad. ¿Os imaginais una reunión de empresarios, un pequeño congreso, un aniversario, boda o una actividad para los trabajores de una empresa que necesita estrechar lazos...en La Quillane?. Pues ahora todo esto y mucho más es posible gracias a la constante innovación y a las ganas de seguir avanzando de una pequeña-gran estación situada en uno de los altiplanos más espectaculares de todo el Pirineo. Mas allá del esquí y el snow-board, en la estación también podemos realizar vuelos panorámicos en helicóptero o aprender a concidir sobre nieve, con un circuito realmente espectacular.
Ah!! y para rematar, el bueno de Eric, propietario de los restaurantes La Bibiche y el Eden en Les Angles, se ha asociado con dos profesionales de la hostelería y la gastronomía para potenciar el ya de por si, magnífico restaurante de La Quillane.
Un restaurante-chalet construido con materiales locales, donde prima la madera, que combina a la perfección con la bodega llena de caldos regionales, con un interés especial por los vinos que rodean Perpignan.
Así pues, el nivel sube, la oferta gastronómica se potencia y los clientes están todavía más satisfechos. ¿Que más se puede pedir?, ¿nieve?, en eso estamos, mirando al cielo...
