AVISO IMPORTANTE: ALGUNAS IMÁGENES PUEDEN AFECTAR A LA SENSIBILIDAD DEL ESPECTADOR DEBIDO A LA ESPECTACULARIDAD DE ALGUNOS PLATOS.
Sol, frío, nieve en perfectas condiciones. Todas las estaciones de Les Neiges Catalanes presentan un aspecto magnífico y este fin de semana le ha tocado el turno a Font Romeu-Pyrènnès 2000. Tenía muchas ganas de visitar el nuevo restaurante La Gallina de Font Romeu, toda una joya según varios compañeros de profesión.
Font Romeu sigue sorprendiendo año tras año, apostando por la gastronomía de montaña de nivel.
En la estación tienen muy claro que uno de los puntos clave a la hora de fidelizar a los esquiadores y visitantes es la gastronomía, cuidando al máximo el producto de proximidad, compartiendo recetas tradicionales con un toque de modernidad que sorprenden por su peculiar sabor, presentación y textura. Lo primero que hay que destacar de La Gallina es el espacio, el diseño, el lugar.
Si llegamos esquiando nos encontraremos con una magnífica terraza, junto a una pequeña cabaña de madera donde sirven comida para llevar. Si entramos en la terraza y la atravesamos, llegaremos a otra terraza interior con el techo abatible, permitiendo tomar el sol y disfrutar del aire fresco cuando la meteo acompaña. Y justo al cruzar dicha terraza, llegamos a una casita de madera idílica, salida de un cuento, donde se encuentra el corazón y el alma de La Gallina.
Estamos hablando de un nuevo concepto en restauración de alta montaña, que sabe aprovechar el producto local de un modo único, acompañando la carta con algún que otro plato que nos hará viajar por varios países europeos. El salmón por ejemplo, en los entrantes, es sencillamente excepcional. Fresco, suave, delicioso…
La Gallina se ha construido aprovechando la antigua caseta donde se encontraba el núcleo o el cuartel general de la producción de nieve artificial. Es más, se mantenido una enorme ventana circular donde antaño había un ventilador, buscando mantener viva la esencia del lugar. La madera, el cristal, el aroma a carne, queso y vino de calidad, se deja sentir al cruzar la puerta de entrada, dejando la cocina a mano derecha.
El salmón, las ensaladas que acompañan varios platos, los pequeños detalles, los surtidos de queso y embutidos son realmente exquisitos…y mucha atención con los platos principales, toda una gozada; son una verdadera experiencia para los sentidos.
Me gustaría destacar las Carrilleras de cerdo al horno, una exquisitez absoluta o el impresionante cordero al horno cocinado durante 6 horas a baja temperatura, con un sabor y un aroma únicos. Auténtica cocina de montaña de alto nivel. Sin olvidar el civet de ciervo, presentado en su olla, con patatas asadas y un toque de perejil.
La textura de la carne es perfecta, se deshace literalmente en la boca, contando con un acompañamiento al mismo nivel. El horno y los fogones brillan con luz propia en La Gallina. Mención apate merece la bodega, donde los caldos de la región son los protagonistas de unos maridajes sensacionales.
Otra especialiadad de la casa es el muslo de pato, presentado elegantemente con sus patatas, su crema y un crujiente de queso delicioso.
Los postres son igual de exquisitos que el resto de platos, destacando el Fondant de chocolate, los cafés, el merengue con base de limón, la nata, las frambuesas…Y no se vayan todavía, aún hay más: por las noches organizan cenas bajo reserva previa, subiendo a los comensales en una ratrack especialmente equipada. Todo un lujo poder cenar en un entorno único, muy íntimo y acogedor, rodeados por un manto de estrellas.
Font Romeu necesitaba un restaurante de alto nivel enclavado en medio de las pistas de esquí. Siguiendo la estela de las mejores estaciones europeas, ahora si que Font Romeu entra en zona Champions en lo que a gastronomía se refiere, y me alegro muchísimo pues es una estación preciosa, que vive con mucha pasión y mucho amor no solo el esquí, sino los deportes de montaña en general, durante todo el año.
