Esta temporada es diferente. Estamos a principios de abril y el invierno está siendo brutal. Esta temporada está pareciendo una prolongación del mes de diciembre, con nevadas espectaculares cada pocos días. Hemos disfrutado del powder desde el inicio de la temporada hasta hoy y las montañas del pirineo oriental están blancas como si fuera una postal de navidad. Las pistas se confunden con el fuera pista de la cantidad de nieve que tenemos. No existen los límites.
También se nota que la gente está motivadísima y siguen subiendo en masa para aprovechar este año tan brutal. Estos últimos días el pirineo oriental sufre un llenazo total y siguen viniendo tantos y tantos esquiadores. Si tenemos tanta y buena nieve, ¿para qué ir a la playa?
Estos días esquío como si estuviera en el Jappow. Esquío mucho y mis horas en la nieve son de lo más tranquilo. Entrelazo suaves giros, envuelto en nubes de nieve polvo, con medio metro de nieve virgen encima de mis esquís, después de una salvaje nevada, semana si, semana también. Son sensaciones diferentes a estas alturas de la temporada y disfruto.
Estamos a finales de marzo y cuando leáis estas lineas en abril, seguramente estaré esquiando bajo esos días soleados en que cada bajada se convierte en una verdadera batalla. Se nota en los giros, bajando más la posición y se angula de forma exagerada para poder cortar el hielo de la mañana.
Y por las tardes, cuando no queda nadie en las pistas, se dejan deslizar tranquilamente los esquís para planear por encima del azúcar mojado de la tarde...es la soledad total. Largos giros a alta velocidad de lado a lado de la pista, mojándome a tope con nieve papa de la tarde, al límite de la divisoria entre la nieve que se funde lentamente y la hierba que empieza a verdear en primavera, de limite a limite, con sol, con calor, con pájaros piando en los arboles…. y disfruto.
Es el tipo de esquí y nieve que realmente me gustan, este esquí duro, agresivo y al límite en todo.
Y seguro que en esos momentos soñaré con la nieve virgen, las nubes de nieve polvo en cada giro, el hundirme hasta las rodillas, el llegar abajo como un muñeco de nieve. Seguro que soñaré con eso… ¿o quizás sea al revés?