Esquiador número uno.
Ha sido una buenísima nevada de abril. Treinta centímetros para los más osados, para los que hemos llegado antes de que la poli cortara la carretera.
Mi primera bajada ha sido épica, deslizando por debajo de ese casi medio metro de nieve virgen, entrelazando bellos giros, sacando unas preciosas estelas de fría nieve virgen, prácticamente en una pista sin trazas, solo tres esquiadores por delante de mí.
He aprovechado la buenísima nieve para sacar unos virajes en la cascada de rocas y en alguna hasta he saltado algo, aterrizando en nubes de nieve… he sacado lo mejor de mí y la buena nieve, el sol y la alegría de estar prácticamente solos en la estación, con todo para mi, han puesto el resto…
Como siempre mi frenada ha sido por el interior de la cola del telesilla, para que nadie se pierda ni un solo detalle de mi magnifica bajada. He parado justo delante de un grupo de jovencísimos frikis ultra preparados, con sus mega esquís, con sus anoraks de mil colores y sus cascos de park.
Poco a poco me he levantado las gafas, desabrochado la correa del casco y con un lento movimiento me lo he sacado, dejando que mi sudado y blanco cabello se airee un poco y justo en ese mismo momento, con voz incrédula, uno de los frikis ha soltado, – ¡Osti, pero si es un viejo!–
A partir de este momento puedo morir tranquilo.
Esquiador número dos.
Ha sido una buenísima nevada de abril. Treinta centímetros para los más osados, para los que hemos llegado antes de que la poli cortara la carretera.
Con mi grupo de amigos hemos logrado hacernos con la primera silla. Ese casi medio metro de nieve virgen ha sido solo para nosotros…. la bajada, épica. Hemos podido ripar donde nos ha dado la gana, en una pista que hemos petado los primeros, Jose, Juan y yo. En los pillows nos hemos marcado un back, un tres sesenta y un mute grab respectivamente. Hemos hecho lo que hemos querido y la buena nieve, el sol y la alegría de estar prácticamente solos en la estación con mis colegas, han hecho el resto.
El tío ha frenado justo delante de nosotros en la cola del telesilla para la siguiente bajada. No nos hemos perdido detalle de su bajada, pues ha sido magnifica. Va ultra preparado para la montaña, con sus esquís mega largos y mega anchos, su anorak de mil colores y su casco de freeride.
Poco a poco se ha levantado las gafas, se ha desabrochado la correa del casco y cuando le he visto sacarse el casco lentamente y salir su blanco y sudoroso cabello no he podido reprimir exclamar en alto…. – ¡Osti, pero si es un viejo!–
A partir de ese momento, quiero llegar a viejo como él.