Julia llegó al bar a 3.200 metros de altura. Estaba un poco cansada y necesitaba reponer fuerzas. Se dirigió al reposa esquís, cuando los vio allí apoyados. No podían ser de otro, estas últimas semanas no había visto a nadie con el mismo par y tomó una decisión. Puso los suyos nuevos al lado de los que allí habían, se llevó los palos y se retiró un poco de allí colocándose donde podía observar sin ser vista.
Pepe salió por la puerta del bar una eternidad después. Estaba con algunos amigos y se dirigieron donde tenían los esquís.
Al llegar a su par, Julia notó que Pepe estaba desorientado… miraba sus esquís y los de Julia, iguales, pero los últimos, algo más cortos…
Julia se acercó por detrás, oyó como Pepe comentaba excitado sobre esos esquís con sus amigos y dejó caer el palo con el guante a los pies de Pepe.
Rápidamente Pepe, al ver el palo y el guante, se giró hacia atrás donde los azules ojos de Julia le miraban sonriendo.
– ¡Julia! ¡Te he buscado por todas partes!
– ¡Pues ya me has encontrado! ¿Vamos a esquiar juntos?
Pepe se despidió de sus amigos y ambos esquiaron montaña abajo desapareciendo entre nubes de Powder.
Si te has perdido la primera parte de esta historia, puedes leerla aqui.