Astún, un andamio pone a un operario a la altura de la pinza de la silla.

Otro operario en los mandos del remonte para acercarle la silla. El primero antes de nada,

le hace una marca al cable con un rotulador especial para después no tener que ir midiendo y tener la señal de donde estaba antes, no es que tenga que ir otra vez en el mismo punto, la pondrán más adelante o más atrás, para que no se deforme el cable, eso también lo hacen en mitad de la temporada de invierno.

A la pinza se le quita presión con una llave neumática por una tuerca que lleva en la parte lateral exterior. Con esto lo que se consigue es aflojar dicha pinza y soltarla del cable, que realmente la pinza “no va fija” al cable, sino que va fuerte cogida, y en caso de engancharse que la silla se mueva sin problema por el cable y evitar problemas o accidentes mayores.
En estas dos fotos vemos en la primera como preparan la silla para que la máquina la enganche y lleve y en la segunda la máquina llevándose la silla. El trabajo viene ahora, en el taller, una vez las sillas en el suelo, desmontan la pinza de la barra y se la llevan al taller. La desmontan y una empresa francesa le pasa llamémoslo la
ITV del remonte, que consiste en mirar su más de 50 arandelas que lleva dentro cada una de las pinzas, arandelas ovaladas que hacen presión en el cable pero nunca apretadas de tal manera que queden sujetas totalmente. Cada una de las arandelas son limpiadas y engrasadas para volverlas a montar, siempre que estas estén en perfecto estado, de eso se encargará la empresa que hace dicha revisión. La ley obliga a mirar el
30% de las pinzas,

y si por el motivo que fuera, salen más deterioradas de lo normal, entonces las miran una a una, ellos son los que deciden lo que es apto para volver a instalar y lo que hay que reemplazar por una pieza nueva. Una vez hecho esto, los mecánicos vienen hasta el remonte y le hacen una
radiografía al cable, para verificar que no tienen ningún tipo de fallo y es apto para seguir funcionando, la revisión es total, como si de un avión se tratara.
Gracias a
Agustín,
Amador,
Miguel,
Roberto y
Fran por abrirnos los ojos a un mundo que desconocemos la gran mayoría. Y en especial a
Astún abrirnos las puertas de su casa.