Prescinde de sus vacaciones de verano para invertirlas en el invierno. Siempre piensa en blanco y construye minuciosamente cada destino y cada viaje. Esos que sabe le dejarán recuerdos inolvidables y sonrisas eternas. Ha viajado por todo el mundo y, por eso, nadie como él para descubrir, disfrutar, y dejarse aconsejar, por futuros sueños y experiencias que hacer realidad.
¿En cuántas estaciones de esquí has estado?
He tenido la suerte de esquiar en 54 estaciones de todo el mundo distribuidas entre Europa, América del Norte (Estados Unidos y Canadá), y Asia. No sé si son muchas o pocas, pero creo que me quedan aún bastantes por descubrir. De hecho, conozco gente que ha esquiado en más de 250 estaciones. Así que todavía hay recorrido.

¿Cuál consideras que es de visita obligada y por qué?
En mi opinión, y según las estaciones en las que he estado, la que es de visita obligatoria es Aspen, Colorado, en Estados Unidos. Me parece una estación que es prácticamente perfecta, lo tiene todo. De hecho, son cuatro estaciones bajo un mismo forfait. Cada una de ellas está muy personalizada. Tienes Ajax Mountain, que es la del pueblo, muy local; Buttermilk, que es muy familiar y muy de freestyle; tienes Highlands, que es la mítica por el freeride, y el día que cae paquetón todo el mundo va allí; y luego está Snowmass, que tiene un poquito de las otras tres. Me parece un destino único. Un pueblo de verdad, con restaurantes, tiendas, mucho nivel… Es un sitio espectacular. Yo di por saco durante toda mi niñez con que quería ir a Aspen, y no paré hasta conseguirlo. Ya he estado dos veces y repetiré segurísimo. Se lo recomiendo a todo el mundo.
¿Cómo valorarías nuestras estaciones con respecto a las extranjeras en términos generales?
No están mal si hablamos de las cuatro, cinco, top de la Península y del Pirineo, a nivel de instalaciones, pisado de pistas, cuidado de la nieve… Creo que estamos a un nivel muy muy bueno. Pero es verdad que si viajas un poco te das cuenta de la cruda realidad, y no es que juguemos en otra liga, sino que jugamos a otro deporte. Viajad, que es increíble. De verdad que, si os apasiona el esquí, salir de nuestras fronteras te abre la mente un montón y aprendes mucho a valorar lo que tienes en casa, porque lo tienes muy cerca, pero también te das cuenta de la cruda realidad, que es que en otras partes del mundo hay un nivel muy muy alto.

Tras conocer tantos resorts por el mundo, ¿qué aspectos consideras que deberíamos importar a nuestras estaciones?
¿Se puede importar la nieve? Con las cartas con las que jugamos aquí, la verdad es que nuestras estaciones son bastante buenas. Pero si tuviera que importar algo que he visto de fuera, importaría la atención al cliente. Creo que nos falta mucho y tenemos mucho camino por recorrer. Cuando viajas por el mundo te das cuenta de que hay estaciones donde, como esquiador, que no dejas de ser un cliente, te hacen sentir especial, y te hacen sentir que tú eres el centro de la jornada de esquí. Gracias a ello hacen que la experiencia del cliente sea muy buena y que te vayas con una sonrisa, y, eso, muchas veces en nuestras estaciones no sucede.
De todas las pistas por las que has bajado, ¿cuál te ha llevado más al límite?
De todos los viajes que he hecho, seguramente las dos pistas que más me han llevado al límite han sido McConkie, en Palisades, California, en Lake Tahoe, y Prima Cornice, en Vail, Colorado. Son pistas que bajas por una testosterona estúpida, y realmente solo disfrutas diciendo que las has bajado, porque cuando estás metido ahí piensas: “¿Qué estoy haciendo aquí cuando podría estar perfectamente bajando por otra pista en la que me lo estaría pasando muchísimo mejor?”. Cosas tontas de las que se hacen. No obstante, la bajada en la que he pasado más miedo en toda mi vida ha sido en una canal en Masella, en la estación de la que soy local.
Algo que te haya llamado muchísimo la atención en cualquiera de los muchos lugares en los que has estado.
Fue en un viaje que hicimos a Jackson Hole, a Wyoming, un lugar muy peculiar, muy recóndito. Es un pueblecito con una estación de esquí, un destino turístico, pero tampoco de los más solicitados en Estados Unidos… Una noche cayó medio metro de nieve y al día siguiente todas sabíamos que iba a ser un mítico “powder day”. Pensamos: “Mañana hay que madrugar para ser de los primeros y catar el famoso powder”. Nos metimos en la cama, pusimos los despertadores a las 7 cuando la estación abre a las 9, y establecimos estar a pie de pistas a las 8/8:15 para ser los primeros.
Nuestra sorpresa fue que llegamos a las 8 de la mañana a pistas y el aparcamiento estaba a reventar. En la cola del tram, el funicular que te sube hasta la cota máxima de la estación, había una cola espectacular. Ahí nos dimos cuenta de que no íbamos a ser los primeros, y fue brutal porque eso no me lo imagino en una estación de nuestro país.
Fue impresionante, a la vez que desesperante, pero es lo que hay. Lo disfrutamos y catamos powder pero, obviamente, no fuimos los primeros.
Y también otra cosa que me choca bastante cuando voy a Estados Unidos es el respeto máximo que tienen por los límites, es decir, donde hay una cuerda y una señal que te dice no pasar, no pasa nadie. Donde hay una señal que te pone que a partir de aquí hay que llevar Arva, pala, sonda, la gente lo lleva… Me parece mágico cada vez que voy, porque lo intento extrapolar a nuestras estaciones y me parece como ciencia ficción. Tú creo que esquías en Baqueira y, como bien sabrás, todas las cuerdecitas que hay colocadas en todo lo que es Cara Nord parecen de mantequilla. Son formas de entender la nieve. Supongo que es un tema cultural pero choca bastante cuando vas por ahí, y es algo que, la verdad, envidio bastante.

¿Somos muy diferentes los esquiadores según nuestro lugar de procedencia?
Sí, sí que hay diferencias entre los esquiadores según las culturas. Es una opinión muy personal, pero, yo creo que los europeos, tanto españoles como austriacos, franceses, italianos, suizos… nos tomamos demasiado en serio el esquí. Estamos todo el tiempo analizando cómo esquiamos: si la angulación es la correcta, si la cadera va retrasada, si el estilo es austríaco o francés… Y así nos pasamos todo el día, permanentemente pendientes de lo que estamos haciendo, de si la técnica es correcta, de si mira este, de si mira aquel… A nuestra manera nos lo estamos pasando bien pero es una sensación de que estamos totalmente concentrados en que todo esté bien. Muy rígidos.
En cambio, cuando vas a Estados Unidos te das cuenta de que tienen una forma de entender la nieve divertida, es decir, allí les da exactamente igual si la cadera va retrasada, si va adelantada, cómo coger el bastón, incluso les da bastante igual cómo ir vestidos... aunque hay mucho mito en esto. De repente ves una chaqueta con pegotes de cinta americana porque se la ha rajado… Ves auténticos disparates, pero lo que sí que noto es que la gente va a la nieve a pasárselo bien, incluso en las colas. En Europa, en cuanto hay cola en un remonte, por lo que sea, todo son malas caras, quejas… En Estados Unidos, cuando hay colas, el ambiente es súper distendido. La gente habla de sus cosas, se ríen, se toman una cerveza, comparten… Y creo que tienen una forma muy desenfadada de entender la nieve que creo que deberíamos aprender un poco aquí, porque considero que nos tomamos demasiado en serio el esquí.
Si tuvieras que elegir estaciones según la compañía, ¿a dónde irías con la familia, con tu pareja, y con los amigos?
En familia, sin duda, a cualquier estación de Los Alpes franceses, por comodidad, proximidad, facilidad, muchos kilómetros, remontes de primera, buen pisado, mucha oferta de alojamiento… Me iría a cualquiera: Tignes Val d’Isère, Val Thorens… Cualquiera de estas me serviría. Me parece un destino super cómodo para ir en familia, y más estando en España.
Para ir en pareja te diré dos. Una es Cortina d’Ampezzo, en las Dolomitas. Me parece un lugar increíble que desprende romanticismo y belleza por todas partes. Las Dolomitas probablemente son las montañas más bonitas que he visto en mi vida, el pueblo es precioso, se come de cine, hay buen ambiente, se puede pasear, hay tiendas… Es una pasada. Y otro destino que diría para ir en pareja, si la gente se lo puede permitir, es Aspen. Vuelvo a Aspen porque me parece que para ir en pareja es un destino sensacional. Buenos restaurantes, buenas tiendas, se respira glamour por todas partes, obviamente la estación de esquí, que son cuatro, es espectacular... No me lo pensaría.
Y para ir con amigos recomendaría Niseko, en Japón. Yo he estado cuatro veces y, aunque todo el mundo asocia Niseko con el freeride, que es normal, es un destino muy muy divertido. Hay una barrera cultural que hace que el viaje sea muy aventurero. A pesar de que es un destino ya muy conocido internacionalmente, ese choque cultural hace que ir a cenar fuera sea toda una experiencia, y, además, es un lugar en el que hay mucha fiesta. Haces tu jornada de esquí y a partir de las cinco tienes tu montón de bares para tomar cervezas desenfadadamente con Djs, y te puedes alargar por la noche tanto como quieras. Es un sitio muy divertido para ir con amigos.

Esa anécdota que nadie se cansa de escuchar.
Te contaré dos. Una fue en el viaje que hicimos a Salt Lake City, a Utah. El trayecto en avión era Barcelona – Nueva York, Nueva York -Salt Lake City, y en el trayecto Barcelona – Nueva York, en mitad del Atlántico, por los altavoces del avión se preguntó varias veces si había algún médico entre el pasaje. Todo el mundo estaba durmiendo, nadie se levantó, pensamos, no habrá pasado nada, alguien estará con fiebre, o cualquier tontería… De repente, cuando tocamos tierra por el norte de Canadá, avisaron por los altavoces que había que hacer un aterrizaje de emergencia por motivos de salud de un pasajero. Cuando aterrizamos de emergencia en una base militar, en Maine, nos estaban esperando tres o cuatro ambulancias, policía… Y la sorpresa fue cuando por la ventanilla vimos bajar por la escalerita del avión al piloto. Luego nos enteramos de que el que pedía ayuda en mitad del Atlántico era el piloto, que le estaba dando un ataque al corazón. Lo mantuvieron como pudieron, no sé cómo, y aterrizaje de emergencia y evacuación. El susto que nos llevamos fue tremendo, y por culpa de eso no pudimos enlazar con nuestro vuelo a Salt Lake City y perdimos un día de esquí en Utah. Espero que el señor esté recuperado porque un día de esquí en Utah no se recupera así como así.
La otra anécdota es que, en nuestro segundo viaje a Japón, a Niseko, en un restaurante que estaba lleno de japoneses, de repente notamos que había un murmullo, la gente empezaba a chismorrear, nos señalaban y, en concreto, me señalaban a mí. Hasta que, avanzada la cena, se acercaron un par de japoneses con el móvil enseñándome una foto de Jason Statham, diciéndome que si yo era él… Ahora admito las risas de cualquiera que esté leyendo esto porque, obviamente, yo no me parezco en nada a Jason Statham. Seguramente me saque tres cabezas, pero es verdad que igual a ojos de unos japoneses yo me parecía a él. Fue gracioso y fue un motivo más por el que al final nos reímos muchísimo y terminamos todas las personas que estaban en el restaurante, que era muy pequeño, de cinco mesas, en la nuestra, compartiendo una sobremesa con botellas de saque y riéndonos un montón sin entendernos. Pero bueno, fue muy divertido.

¿Tu après ski ideal?
Lo primero que te voy a contar es el après ski que no me gusta, y lo siento mucho, y seguro que mucha de la gente que esté leyendo esto discrepa conmigo. El après ski que no me gusta es el que últimamente se está poniendo de moda, que es el de convertir las tardes de esquí en una discoteca de Ibiza. Esta tendencia que se lleva gestando desde hace 5, 6, 7 años, empieza a molestarme un poco. Que de repente un bar de estación de esquí, o de montaña, se convierta en una auténtica macrodiscoteca, con DJ, humo, bengalas, con zonas privadas, que tengas que pagar entrada, que esté vallado con tornos de seguridad… A mí sinceramente me incomoda un poco, lo siento, lo respeto pero no me gusta.
Mi après ski ideal sería un poco más improvisado. Terminar la jornada de esquí e ir a tomar unas cervezas a un bar cercano a la estación, o propio de la estación… Quien dice cervecitas, dice un Gin Tonic, una copa de champán, un vino… Pero que sea espontáneo, y que puedas estar con tus amigos escuchando música, comentando la jugada del día… Y lo que sí me gusta muchísimo es que ese après ski se pueda alargar hasta las doce de la noche. Creo que no hay una sensación que me guste más en la vida que ponerme las botas de esquí a las ocho de la mañana y no sacármelas hasta las once de la noche. Me encanta. Y estar de noche pudiéndome tomar una copita vestido de esquí me parece el indicador de que ha sido una gran jornada.
¿Qué viajes tienes previstos para 2025?
En 2025 he estado en Japón, mi cuarto viaje a Niseko, y no será el último, ya lo advierto. Y ya estamos pensando en el viaje de 2026. Rondan muchos destinos por la cabeza. Georgia, la zona de Utah que no conocemos, que es Deer Valley, Park City, Canyons… También nos tira bastante ir a Whistler, o a Big Sky, en Montana, que también es un poco desconocida y nos apetece un montón. Así que bueno, nos quedan muchos viajes por hacer, espero.
