¿Qué hizo que comenzaras a practicar el snowboard?
Empecé a raíz de un accidente de tráfico. Tenía un amigo que era profesor de snowboard en Baqueira y siempre me invitaba a probarlo, pero tenía una vida muy rutinaria y nunca podía ir. Cuando tuve el accidente estuve tres años sin poder andar bien, siempre iba con muletas o en silla de ruedas. Pero cuando me pusieron la prótesis lo quería hacer todo. Me volvió a invitar y no me lo pensé (mi amigo se llama Kiko Caballero 😉).
¿Qué te aporta su práctica?
La sensación de libertad. Es brutal estar cada día haciendo algo al aire libre. Me siento libre.
“Astrid es el nombre que hay detrás de una desgracia, de la suerte y el sacrificio capaces de cambiarnos el destino”. ¿Cómo se consigue afrontar una situación como la que tú viviste?
Al principio me costó... Mirar hacia abajo y ver que no tienes pie, pues... Yo siempre pienso que pierdes una parte de ti, debes pasar un duelo, una aceptación, y tienes que quererte otra vez a ti mismo. Tengo un carácter muy positivo, y me ayudaron muchísimo mi familia, mis amigos, y, sobre todo, el snowboard adaptado.
¿Qué papel han jugado tu madre, Gemma Paredes, y tu entrenador, Albert Mallol, que, como has reconocido en múltiples ocasiones, son dos pilares fundamentales para ti?
Mi madre es mi pilar, mi apoyo incondicional. ¡No sabría qué hacer sin ella! Y con Albert Mallol he pasado más horas que con nadie. Hoy en día lo considero parte de mi familia.
Has estado ocho temporadas al máximo nivel (que podrían haber sido muchas más). ¿Por qué decidiste retirarte?
Para estar en alto rendimiento tienes que estar al 100%, tanto en el plano físico como en el psicológico, y yo ya no me notaba igual de fuerte. Me costaba mucho ir a entrenar, no me hacía tan feliz como antes... Lo que tienes que ser en la vida es feliz, y por eso tomé la decisión de hacer un cambio en mi vida.
¿Cuál es ese gran momento en la montaña que se ha quedado grabado en tu memoria y que jamás podrás olvidar?
Tengo dos momentos muy marcados. Uno es mi primera competición, porque fue un momento de realidad. Vi a la gente sácandose las prótesis, sacándose los brazos, las piernas... ¡y sonreían! Yo todavía no lo tenía muy asumido y me impactó mucho. Y luego cruzar la meta el día de la medalla olímpica. ¡Fue brutal!

¿Y lo más duro para ti a lo largo de este camino?
Estar lejos de mi familia y de mis amigos. ¡Y entrenar 8 horas diarias! Eso también, la verdad...
¿Un consejo que te hayan dado que te haya sido de mucha utilidad a lo largo de tu trayectoria?
Que luches por lo que quieras, y la verdad es que me ha ido súper bien.
¿Y una recomendación que le darías tú a cualquier esquiador aficionado, que le pueda servir en la montaña?
Que hay que tener mucho cuidado. No te puedes meter por donde no debes si no la conoces. Hay que tener mucho respeto.
¿Cuál es ese lema que tienes grabado en la mente, que nunca te abandona, y que te motiva a dar lo mejor de ti misma?
Mi lema es: “Constancia y sacrificio”. Eso es lo que siempre me acompaña.
¿A qué estación le tienes un cariño especial y por qué?
A dos. A Baqueira, porque empecé en ella. Ya van nueve temporadas y me he quedado a vivir aquí por lo que me gusta. Y otra muy especial para mí es Big White (Canadá), porque me encanta. Tienes el hotel en mitad de la estación, es muy cómoda, y siempre hay una calidad de nieve brutal.
Si tuvieras que organizar un “Après-ski” con amigos, ¿cómo sería?
Bajar a pie de pistas y poder organizar una barbacoa con música y con todos mis amigos.
¿Qué planes, objetivos tienes en mente?
Me estoy sacando el TD2 de snowboard porque me gustaría enseñar a personas con discapacidad. Y estoy en Fundación Eurofirms, que es una especia de ETT para personas con discapacidad, donde doy charlas a empresas y empleados para que sean conscientes de que una persona con discapacidad puede realizar el mismo trabajo que aquella que no la tiene.
¿Con qué sueña ahora Astrid Fina?
Sueña con poder ayudar a los demás con mi experiencia. ¡Me encantaría! Sin darme cuenta lo estoy haciendo, porque por redes sociales me escribe mucha gente comentándome que han tenido accidentes y que no saben si podrán volver a practicar esquí o snowboard y, sin querer, soy una motivación para ellos. ¡Ayudar, ayudar y ayudar! 😊
