25-3-2011 Tavascan. Pequeña pero gran

25-3-2011 Tavascan. Pequeña pero gran
Me despierto a las siete de la mañana en una cama caliente y confortable. Desde la cama miro por la ventana y observo el cielo. Ni una nube se ve en la pequeña porción de cielo que puedo contemplar.
Me despierto a las siete de la mañana en una cama caliente y confortable.
Desde la cama miro por la ventana y observo el cielo. Ni una nube se ve en la pequeña porción de cielo que puedo contemplar.



Me visto de prisa y corriendo. El Sol aún no ha salido y estará a punto. Bajo hasta el comedor y salgo fuera. No hace un frío excesivo y compruebo que el cielo está despejado. Ayer llegué a Tavascan antes de las siete de la tarde, con suficiente claridad para poder contemplar el paisaje, pero siempre es agradable verlo con otra luz, como la de la mañana. Pero todavía falta un buen rato para poder ver el astro rey, así que subo de nuevo a la habitación y empiezo a prepararme la mochila.

A las ocho vuelvo a estar abajo y, mientras hablo con algunos miembros de la organización de la carrera que se celebrará este domingo, llega el momento que estaba esperando; hacía rato que veíamos como el Sol iluminaba paulatinamente las montañas que se levantan en la parte posterior del refugio. Desde la cima iba bajando, lentamente, con constante regularidad, hasta que hemos dejado de ser a la sombra de la montaña que tenemos delante, la estrella asoma tímidamente y notamos sus primeros rayos en la cara.



Media hora más tarde estoy en el coche para dejar lo que no usaré durante el día pues ya he dejado la habitación. Hacia lo lejos se ven algunas masas de nubes, pero no parece que sean amenazadoras.

Quiero grabar la apertura de pistas y por eso estoy desde primera hora ante el telesilla La Pleta (para ser fieles a la verdad debería decir Telesella La Pleta) dando vueltas mientras espero a los pisteros y al personal de la estación.



Cuando veo al primer currante le explico el proyecto que estoy haciendo y lo que me gustaría hacer hoy. Le pregunto si puedo subir para grabar como los pisteros hacen la apertura.

A las nueve en punto estoy subiendo por el telesilla. Delante mío suben dos pisteros.
Cuando llego a la cota más alta de la estación bajo para atrapar a uno de ellos, Dimitri, a quien filmo mientras coloca las redes donde corresponde, armado con un taladro y una gran broca, que le permite hacer agujeros en la nieve para clavar los palos de plástico donde van atadas las redes. Me sorprendente el sistema para crear un área de protección en torno a las pilonas del telesilla; la red cae en forma triangular, atada a los travesaños de la escalera anclada a la pilona, ​​a una altura de tres o cuatro metros, fijando los extremos a los piquetes de policarbonato que se clavan en la nieve. Hago la primera bajada filmando como hace su trabajo.

Cuando volvemos a subir con el telesilla vemos a varios miembros de la organización de la carrera del domingo (los que ayer estaban en el refugio) ascendiendo con esquís de montaña, supongo que para marcar el recorrido de la competición. Otro grupo ya está en lo alto de la Coma de Lladorre, deduzco que con las mismas intenciones. Ayer los oía planificar precisamente lo que hacen ahora.

Una vez arriba vuelvo a bajar por la pista, esta vez con el objetivo de encontrar al jefe de los pisteros. Lo encuentro unos metros más abajo, hablando con uno de los responsables de la carrera. Están discutiendo y valorando aspectos del trazado de la carrera que invadirá, en ciertos momentos, partes de la pista. Me acerco para presentarme y pedir permiso para acompañarlos y grabarlos.



Bajo la premisa de la seguridad, tanto de corredores como de clientes, el hombre señala el recorrido y Ferri aporta las posibles soluciones, como por ejemplo proteger mejor elementos contra los que podrían chocar, mover redes para ensanchar unos pasos determinados o limpiar de ramas un tramo.

Terminan de ponerse de acuerdo con el organizador, que nos explica cómo ha cambiado desde hace unos años toda la planificación de una carrera de estas características, las exigencias cada vez mayores de los jueces, etcétera. Nos despedimos de él y Ferri y yo vamos a las oficinas.
Él se detiene para saludar a una chica. Me cuenta que va a hacer un sondeo de nieve para realizar el boletín de peligro de aludes. Aprovecha para decirme que este año Dimitri está acompañando al personal que realiza los perfiles estratigráficos para adquirir formación y experiencia en este campo. Dimitri y él son los responsables y quienes tienen la última palabra sobre la apertura o no de una pista si creen que esta puede verse afectada por un alud.

Bajamos al edificio donde tienen el alquiler, las taquillas y un pequeño despacho que hace las funciones de oficina. Como jefe de pisteros debe comunicar a Xavi lo que le ha transmitido el organizador de la carrera para ponerse de acuerdo con el personal necesario, preparar y adecuar la pista. Xavi se encarga de la parte comercial de la estación, así como de atender a los clientes que vienen a comprar el forfait.

Cuando estamos a punto de entrar para hablar se recibe un aviso que puede dar por finalizado el día de esquí. Resulta que ha habido cortes de luz en la zona (sin ir más lejos en Port Ainé se han quedado sin corriente). Por si acaso subiremos juntos en la silla y si fuera necesario nos auto-evacuaríamos. Me ofrezco para participar en el rescate si éste se produce.

Me presenta a Xavi, pero justo en ese momento entran unos clientes. Mientras espero que acabe preparo las cámaras para grabar la conversación.
Tal y como el organizador ha imaginado el recorrido de la prueba parece que no hará falta cerrar la estación, cosa que gusta. Domingo, el día de la carrera, es el último día que Tavascan abre sus puertas. Tampoco deberán balizar mucho porque buena parte transcurre por terreno fuera-pista.
Deciden que será mejor dejarlo todo preparado el día antes, el sábado por la tarde, para no ir tan apurados domingo.

Cogemos el telesilla y llegamos a la cota superior sin problemas. Allí Ferri comunica al resto de pisteros del itinerario previsto y los puntos que deberán modificar, que por suerte no son muchos. En menos de cinco minutos las tareas están explicadas y entendidas.

Son las doce menos cuarto y hay un poco de hambre, o sea que entramos en la caseta del retorno para desayunar algo. Nos acompaña un señor que ha subido con esquís de fondo.

Cuando estamos tomando un reconfortante té bien caliente hay un micro-corte de luz que hace detener la silla, pero no tarda en regresar y se puede reanudar el funcionamiento del remonte sin complicaciones.

Bajo con los pisteros hasta la intermedia. Cogen una moto-sierra con la que cortarán unas ramas que estorban un poco y podrían ser un poco peligrosas. En un cuarto de hora la zona queda desbrozada. La calidad de la nieve, que hasta ahora era muy buena, se ha transformado mientras desayunábamos. Ahora no es tan agradable ni fácil esquiar.

Vuelvo a coger la silla. Aunque luce el sol, las nubes son cada vez más numerosas. Tanto es así que cuando llego arriba el cielo está completamente gris.

Dimitri está haciendo el sondeo. Lo veo unos metros más arriba, a él y a la chica que está medio enterrada en la nieve.



Ferri, el fondista y yo hacemos lo que será para mí la última bajada. El tiempo está empeorando, el estado de la nieve también y me gustaría encontrar un lugar con conexión a Internet de camino en Espot.

Hay que tener un gran dominio de la técnica para bajar pistas rojas de esquí alpino con los estrechos esquís de fondo, pero él va encadenando giros, con algún revolcón que otro por la nieve, pero con fluidez y seguridad. Hacemos el descenso hasta el aparcamiento mientras grabo.

Doy por terminado mi día de esquí en Tavascan.
Voy hacia el coche, donde me pongo una ropa más cómoda y trato de poner los pantalones de manera que escurran un poco la nieve primavera que empapa los bajos. También "tiendo" las botas y los esquís para que se sequen un poco.

Subo al refugio de La Pleta para despedirme del guarda y de paso preguntar si saben de algún lugar con Internet que me quede de camino.

Vuelvo al coche, meto las cosas dentro y me dirijo hacia el próximo destino: Espot.

Llego en poco más de una hora, después de hacer el viaje sin prisas, deteniéndome a fotografiar un rebaño de cabras, una escultura arácnida y alguna curva concreta de la carretera que sube a mi siguiente destino.



Aparco muy cerca de las taquillas. Aquí el tiempo es considerablemente diferente, luce el sol y la temperatura es muy agradable. Como algo al lado del coche mientras pienso qué haré y observo unos ciervos que pastan en un campo cercano.

Cuando termino de comer entro en un albergue que hay cerca para tomar algo y preguntar si tienen wi-fi. Pregunto cuanto costaría pasar la noche y 22 € es un precio bastante razonable, pero me lo pienso bastante rato mientras trabajo con el ordenador y le consulto a mi pareja. Finalmente llego a la conclusión de que puede valer la pena dormir otra vez caliente y confortable. Me enseñan la habitación, amplia y con un balconcito muy agradable.

Subo a la habitación lo que creo que necesitaré y lo que no quiero que se quede en el coche y me voy de cabeza a la ducha.

Cada vez los días son más largos y por eso ahora, a las siete y media de la tarde, todavía hay luz. Aprovecho para salir a caminar un poco por los alrededores del albergue, junto a la estación. He escuchado una máquina pisa-pistas y me acerco para hacerle unas fotos.

Me presento al maquinista y termino subiendo a la retrac, acompañando a Marc por espacio de una hora y media. Durante este tiempo lo grabo cuando me cuenta que trabajan con poca presión, tratando la nieve de una manera muy suave, lo mínimo para alisar la pista, sin removerla demasiado. Me da uno de los motivos por los que en Espot se realizan muchas de las competiciones que acoge Gran Pallars: tienen un alto índice de humedad, que hace que la nieve adquiera una dureza más consistente con las bajas temperaturas, con el Estadi y La Pala como pistas principales donde se han hecho las competiciones habitualmente. Justamente hay un compañero suyo en aquel sector, me dice mientras señala una luz que se ve arriba.

Me fijo en que trabaja con los faldones hacia arriba y me dice que lo hace porque ejercerían demasiada presión y dejarían el típico cordón molesto.

La nieve se ha transformado, endureciéndose por efecto del frío. Marc rompe la primera capa con la pala y la fresa trabaja mejor. Para conseguir un fresado correcto va "jugando" y combinando diferentes presiones. Y así van pasando los minutos, ahora fresando, ahora moviendo nieve hacia un charco de agua, ahora parando para solucionar un pequeño problema con la banda. La máquina que lleva, especial para hacer "pipes", trabaja mejor que otras cuando debe pulir un par de curvas peraltadas que forman parte del circuito de la Tamarro Race que se correrá mañana, una carrera que aprovecharé para hacer ya que se ha dado la coincidencia.

Son las nueve pasadas. Marc baja hasta la cota inferior de Espot, en el mismo lugar donde nos hemos visto por primera vez. Nos despedimos. Él enfila pista arriba y yo me quedo un rato solo, mirando el cielo. El cinturón de Orión sigue allí arriba, fiel acompañante de todo este viaje. Me voy hacia el albergue. Otra etapa conseguida. Sonrío, mañana será otro día y esquiaré en otra estación.

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  • #1
    Fecha comentario:
    20/07/2011 23:34
    #1
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