25-2-2011 Valdezcaray. La Rioja es guay
Unas horas antes me había preparado la ropa y el equipo para molestar lo menos posible.
Había calculado el tiempo que tardaba en ir del albergue a la estación, una vez sabido que el horario de los autobuses empezaba a las 7 de la mañana. Así que esta mañana sólo tengo que vestirme y coger las cosas.
Camino a buen ritmo para hacer los 1500 metros que separan el Puerta de Revellín de la estación de autobuses de Logroño. Llego en poco menos de veinte minutos.
Engaño un poco la barriga antes de subir al autobús. Este me deja, pasadas las siete y media en el pueblo de Ezcaray.
He visto un cartel que indicaba la dirección de las pistas, pero pregunto para asegurarme.
Siguiendo las indicaciones dadas voy caminando hasta que veo varios todoterreno con el logotipo de la estación riojana en la puerta.
Pido por la persona con quien había contactado a un par de trabajadores y decido esperarlo junto a los vehículos que llevarán a los trabajadores a pistas hasta que pienso que seguramente irán llenos y no podré subir, así que voy tirando por la carretera hasta que casi estoy en la salida del pueblo.
Desde este punto es por donde pasan todos los vehículos que suben a la estación, o sea que es el ideal para ponerse a hacer dedo.
Al poco para una furgoneta con tres chicos que van a hacer una excursión al pico San Lorenzo y me recogen.
Cuando llegamos a la estación me despido de ellos y me dirijo a las oficinas, para presentarme y preguntar por el señor Gonzalo. La chica que me atiende me dice que suba arriba y me da todas las facilidades para que lo haga, entregándome un forfait.
Cambio las zapatillas por las botas y subo a la silla.
Ya estoy en la cota 1620 donde hay, entre otros, los servicios de alquiler de material, la escuela de esquí, la enfermería, el restaurante e incluso una ludoteca. Allí vuelvo a pedir por él, pero está trabajando y hasta las diez no bajará.
El personal del alquiler, muy amablemente, me deja un lugar para que pueda dejar parte del material y poderme mover con más ligereza.
Liberado de parte de mi equipo cojo la silla Rehoyo y después la Colocobia para poder hacer unas buenas fotos con la luz de primera hora. Veo algunos módulos en la pista, como cajones y barandillas. Se está celebrando el campeonato de España de snowboard infantil y supongo que unos días antes había montada la zona donde se hacía el slope style.
Como algo para no estar oyendo rugir a mis tripas y a las diez estoy otra vez en las oficinas. Sigo sin tener suerte y vuelvo a coger la silla.
Me hace mucha ilusión encontrarme con miembros del equipo de sb area, ya que las oficinas de ellos y las de la escuela donde trabajé en La Molina están una al lado de la otra, pero su indiferencia me hace seguir esquiando sin volver a intentar establecer comunicación con ellos.
Acabo encontrando a mi contacto en Valdezcaray, ni más ni menos que el propio director de la estación. Concretado lo que puedo y lo que no puedo hacer, y como está ocupado, sigo esquiando por mi cuenta.
Veo un hombre subiendo con split, una tabla de snow cortada a lo largo, con un sistema de fijaciones que permite liberar el talón. La tabla queda dividida en dos, de manera que se le pueden pegar unas pieles de foca y ascender. Una vez se llega al punto deseado se fijan las dos piezas para bajar surfeando.
En una de las subidas veo unos chicos con el equipamiento del ECOA y les pregunto con qué entrenador están. Cuando me contestan que con Otsanda no me lo puedo creer.
Entro dentro de la zona acotada como pista cerrada para celebrar la prueba y la veo, hablando por teléfono.
A ella le cuesta reconocerme, pues hacía mucho que no nos veíamos y mi aspecto era bastante diferente al de ahora, pero cuando lo hace se queda con la boca abierta. Me pregunta qué hago aquí y le explico el proyecto. También le pregunto si volverán hoy y si pasarán por Logroño y cuando dice que si no dudo en preguntar si habrá lugar para mí. La furgo es lo suficientemente grande y cabremos todos.
Está bastante atareada con la competición y quedamos para vernos más tarde.
Aprovecho para presentarme a uno de los organizadores de la prueba, explicando el porqué de mi paso por la estación, si puedo ayudar en algo y pidiendo permiso para poder estar en esa zona y hacer algunas fotos. La verdad es que ya está todo hecho y hay personal de sobra, así que yo puedo circular por el estadio con libertad.
Vuelvo a pasar por las oficinas y coincido con el director y una chica, que resulta ser la consejera de turismo de La Rioja. Gonzalo nos presenta y nos hacemos una foto juntos. Ella escribe inmediatamente la anécdota por el móvil en twitter.
Le insistimos para que nos acompañe a esquiar, pero dice que no y nos vamos Gonzalo y yo.
Mientras recorremos los casi 600 metros de la Rehoyo me cuenta diferentes aspectos de la estación, las épocas que ha vivido, próximas inversiones y mejoras futuras.
Nos acercamos a la pista cerrada donde se celebra la competición y allí me hace partícipe que en el año 2000 se hizo una inversión fortísima para relanzar la estación y hacer una remodelación a fondo, que aproximadamente el 55% del estación está innivada artificialmente, que lleva casi toda la vida vinculado de una u otra manera a Valdezcaray, me hace un resumen de un currículum impresionante, que desde el 2004 gestiona la estación después de que le ofrecieran el puesto y que actualmente cuenta con una plantilla de unas 40 personas, entre otras cosas y anécdotas, como por ejemplo una lección de orografía, recordando los nombres de las montañas que se pueden contemplar desde la estación.
Antes de separarnos me señala al organizador de la prueba y me lo presenta. También me dice que vaya a comer al restaurante, que ahora mismo avisa para que no me pongan ningún problema. Me advierte que vaya antes de las tres. Le pregunto si comeremos juntos, pero me dice que lo ve poco probable y prefiere no prometerme algo que después no podrá cumplir, lo que yo le agradezco.
Cuando se va me viene a la cabeza que me gustaría hablar con el señor Eduardo Roldan, presente en la competición y que estaría bien que me lo presentara, pues siempre es mejor si te presentan que no si te autopresentas, pero he hecho tarde.
Busco un lugar para poder hacer unas cuantas fotos del salto que están haciendo los y las jóvenes snowboarders y veo a Otsanda. Me pide si puedo ir a buscar unas bebidas y unos bocadillos de tortilla de patatas al Freskito, el bar-cafetería de la cota 1800 (me dice que la tortilla de patatas de este local es espectacular). Como no tengo mucho que hacer, tanto ella como el entrenador del ECPCGR (esquí club donde yo había corrido de pequeño) me dan dinero y voy.
Una vez hecho el encargo me estoy un rato más viendo la competición hasta que me decido a hacer el emblemático y omnipresente pico de San Lorenzo, de algo menos de 2300 metros y disfrutar de las vistas que Gonzalo me ha explicado un rato antes.
Subo con la silla hasta la cota 1800. Allí me pongo las pieles y empiezo a subir por la pista llana de Campos Blancos.
Cuando la pista hace una curva de 45 grados para enfilar el pico me paro y me quito los esquís. He visto una pareja que subía por la cresta y les he hecho unas fotos, ya que sus figuras se recortaban en el cielo. Me acerco y se las enseño.
Allende y Paul han venido a hacer una excursión y están reposando un poco viendo el paisaje que se extiende ante ellos. Allende me cuenta la historia de los inicios del habla castellana en San Millán de la Cogolla por un monje que se llamaba Emilio, pero cambia rápidamente de tema cuando ve un montón de mariquitas en un matorral cercano.
También me cuenta que una de las cordilleras que vemos hace de barrera natural a las precipitaciones y es la que da este clima seco tan característico de La Rioja y que hace que la uva de estas vides sea igualmente particular.
Me entretengo más de la cuenta y cuando llego arriba del telesilla de Campos Blancos (que no está en funcionamiento) me paso unos minutos dudando si hacer cumbre o no. La verdad es que está muy cerca, pero no quiero llegar tarde a comer.
Hace viento aquí arriba y la subida, aunque corta, es bastante empinada, pero pienso que si he llegado hasta aquí tengo que llegar arriba de todo, así que me pongo las pilas y sigo montaña arriba.
A medida que voy subiendo voy sufriendo por el estado de la nieve, una corteza muy dura, helada, que ya me hace prever que no disfrutaré mucho de la bajada.
Finalmente llego a sus 2270 metros. Más arriba, el cielo.
Hago unas fotos de recuerdo y me preparo para el descenso.
Justo cuando estoy a punto de bajar llegan Paul y Allende y nos retratamos todos juntos.
Mi intención era bajar por una canal que tenía muy buena pinta, pero no quiero tomar riesgos innecesarios y los cantos de mis esquís no están para muchas alegrías, así que empiezo a bajar por la pista de La Ese, virando a la izquierda a medida que la nieve se transforma y saliendo sobre el telesilla que había cogido para subir.
Voy al alquiler y dejo los esquís en mi taquilla particular.
Cuando le pregunto a Gonzalo por el director de la RFEDI me dice que ya se ha marchado. Me arrepiento de no haber sido más rápido antes, cuando he tenido la oportunidad, pero tampoco me sirve de nada fustigarme, así que me voy al buffet.
Cuando casi estoy terminando con los postres veo que Otsanda también está comiendo en una de las mesas y me acerco para saber hacia qué hora nos iremos. Cuando se haya hecho la entrega de premios recogerán y se irán hacia Andorra.
Subo a la terraza donde se hace la entrega de trofeos y allí Mónica Figueruela, la consejera de turismo, me presenta a Nere, la ganadora de un premio consistente en un año sabático en La Rioja, la tierra con nombre de vino .
Sin quererlo me pongo al lado de Ramón Carreras, presidente de la Federació Catalana d'Esports d'Hivern, con quien había hablado en noviembre en Puigcerdà, antes de empezar el viaje. No lo reconozco hasta que no me mira directamente y se levanta las gafas. Le pido excusas mientras encajamos las manos.
Una vez las ganadoras y ganadores han recibido sus correspondientes y merecidos premios me despido de los presentes y voy al alquiler, donde me cambio para coger la silla y bajar al parking.
Bajamos en Ezcaray, donde hacemos una pequeña parada y seguimos camino.
Pasado Logroño encontramos la entrada a un polígono industrial donde podemos estacionar bien para descargar mi equipo y despedirnos. Les deseo buen viaje y cuando se han ido entro en el edificio que tengo más cercano, que resulta ser una bolera.
Pregunto si hay algún autobús que llegue a Logroño, pero no me saben orientar. Estoy bastante cansado y tengo ganas de llegar al albergue.
Después de caminar por calles bastante solitarias, de encontrarme con gente que se encerraba en el coche rápidamente cuando me acercaba para preguntar si iba en la dirección correcta y de renegar varias veces, llego a la marquesina que hace de parada. Al poco viene una señora que me confirma que es la parada, pero por poco tiempo ya que el ayuntamiento quiere sacar la línea que une el polígono con la ciudad.
El autobús no tarda en llegar. Cuando subimos la mujer me enseña un diario con la indignante noticia.
Tengo bastante suerte y el autobús urbano me deja relativamente cerca del albergue.
Cuando la mujer que se cuida de él me abre la puerta y me ve cargado con la larga bolsa me dice que no puedo entrar con ese equipaje.
Sin discutir me doy media vuelta, me vuelvo a girar para preguntar si habrá camas disponibles y cuando me dice que si dirijo mis pies hacia la estación de autobuses.
Con un precio de sesenta céntimos de euro me permito el lujo de coger otro transporte urbano que me lleve hasta mi destino.
No tengo ánimo ni para coger la cámara.
El personal de la estación no me pone ningún impedimento para guardar los esquís y las botas en un cuartito. Cojo el resto de equipaje y me voy hacia el albergue de nuevo.
Cuando me instalo aprovecho para lavar la ropa sucia que tengo. La extiendo en las perchas que hay en el patio interior. Veo a Orion en el pequeño espacio de cielo abierto que hay entre los edificios y sonrío, ya que me está acompañando en este viaje.
Ceno algo y no tardo en meterme en la cama. Mañana tengo previsto hacer un poco de turismo por esta bonita ciudad.