31-1-2011 Andorra. Día intenso, productivo y muy agradable

Había escrito unos correos a varias personas que me interesaba ver si subía a Andorra. Quería planificar el día de forma que pudiera encontrarme con el máximo de gente posible, tarea que se me hacía una montaña (la de la planificación, no la de ver gente). 

Todavía estoy un poco nervioso por la desorganización de mi agenda cuando llama Noemí de Radio Valira, la primera persona que quería ver en Andorra. Me propone hacer una entrevista en el estudio. Quedamos en Encamp a partir de las once y media. 

Aprovecho para quedar con Albert, integrante de la productora andorrana Carrota vía skype. 

Cogemos el coche y nos vamos a Andorra. Mi pareja quiere comprar una cámara de fotos y yo quiero comprar una bobina de dvd's y un par de caprichos más. 

Decidimos separarnos en Escaldes y darnos tiempo para hacer y deshacer a nuestra conveniencia, quedando en localizarnos a partir de las cinco si todo va bien. 

Llego a Encamp con tiempo suficiente como para instalarme cómodamente al estudio y hablar con Noemí un rato antes de comenzar el programa. No estoy nervioso, gracias en buena parte a la paz y la tranquilidad que ella me transmite, ya desde la primera vez que nos vimos, cuando estaba a punto de empezar el viaje. También lo hace el hecho de que ella no estará detrás del cristal, sino que estaremos juntos en el estudio, algo que no había pasado en mis anteriores incursiones radiofónicas. 
Me presenta a Laura, que se encarga del control técnico, justo antes de que asuma el mando del programa. 

Noticias. Careta. Enciende la luz roja. Editorial. Presentación. Se inicia el diálogo. La entrevista empieza de manera distendida, como si fuera una conversación con una buena amiga. Me olvido del micrófono y mi memoria retorna a los momentos vividos en los últimos dos meses. 



Y así pasan veinte minutos, entre anécdotas y explicaciones, preguntas y respuestas que se transmiten al aire por las ondas hertzianas. 

Me despido con un hasta pronto, pues sé que volveré a esta casa para explicar el final del viaje. 

Llamo a Albert y quedo con él en un conocido restaurante, entre La Massana y Ordino, donde se come muy bien, con una buena relación calidad-precio. 

En Encamp se encuentra una de las gasolineras más baratas de este país y lo aprovecho ya que la lucecita de reserva hace rato que no se apaga. Miro en un bar para ver si hay un amigo, pero no lo encuentro y me voy. 

Albert me dio unos cuantos nombres de contactos para algunas estaciones, cosa que le tengo que agradecer, y cuando llega nos ponemos a charlar. La conversación va de un lado a otro, pero derivará en la oferta de grabar una pequeña explicación del proyecto, que a su vez deriva en tratar de encontrar un lugar y un día adecuados a ambos, que deriva a quedar en firme para encontrarnos el jueves en la estación andorrana de La Rabassa. Esto no me lo esperaba. Todo ha surgido de manera fluida y no quiero ni me conviene rechazar una propuesta como ésta; supone el inicio de las estaciones andorranas, que implica más trabajo, más reto, más aventura y más recorte en el presupuesto. Pero como dice un amigo mío: ¡nunca miedo, siempre acojonados! 

Llamo a una de las personas con las que hace tiempo que quiero hablar cara a cara. Se trata de uno de mis referentes, una persona que he admirado desde que era pequeño, pero está reunido y después ya será hora de comer. 

Me voy a ver si encuentro una amiga en un restaurante cercano. Cerrado. 

Llamo a un buen amigo y me acerco a su casa, donde me invita a comer. Hablamos de la situación laboral actual, de la suya y de la de personas que también quiero y que sé que han cambiado, a regañadientes, el trabajo que aman, dejando el valle que quieren por culpa de las directivas y directrices de sus jefes directivos. Me sorprenden, pero no me extrañan, estas actuaciones. 

Hago una llamada para ver si puedo quedar con la persona que estaba reunida, pero debe seguir con la comida, pues la llamada se me desvía y su secretaria me dice que no está. 

Cuando me voy hago un último intento y consigo encontrarme con él. Podemos hablar un breve rato antes no vuelva a reunirse. 
De la conversación saco un nombre y un número de teléfono. 

Se acerca la hora de quedar con mi chica y encontrarnos, pero antes tengo que hacer un par de cosas. Lo intento y el resultado es negativo en ambos casos, así que le hago una llamada perdida, señal que significa que en media hora nos encontraremos en el lugar acordado por la mañana. 

Tanto a ella como a mí el día nos ha ido bastante bien. Acabamos de hacer unas compras comunes y mirar cuatro cosas. 
Caigo en la tentación y acabo traicionando mis convicciones una vez más pidiendo una hamburguesa con queso, patatas y aros de cebolla desde el coche estando, hablándole a una máquina. 

Tengo que mirar las estanterías de tres supermercados para encontrar uno de mis quesos favoritos, uno de cabra al pimentón que está buenísimo. 

Es de noche cuando llegamos a casa. 

Descargo y ordeno el material audiovisual guardado dentro de unas piezas de plástico y metal, mientras miro la caja tonta. 

Escribo lo que me ha pasado durante el día de hoy. Hago balance. Ha sido un buen día, intenso, aprovechado y agradable, muy agradable.