9-1-2011 Hogar, dulce hogar

9-1-2011 Hogar, dulce hogar
Josep también se despierta y hacemos un desayuno frugal mientras comentamos algunos detalles del trabajo que falta por hacer y lo que se necesita y necesitará para hacerla.
El despertador me saca de la cama. Tengo mucho sueño.

Josep también se despierta y hacemos un desayuno frugal mientras comentamos algunos detalles del trabajo que falta por hacer y lo que se necesita y necesitará para hacerla.

Los últimos quince minutos pasan volando.

Mi padre ya está abajo esperándome. Bajo las cosas y las cargamos en el coche. Me llevará hasta Plaça Catalunya para coger el tren hacia Puigcerdà.

No voy demasiado bien de tiempo y empiezo a sufrir. Se detiene en la esquina de Ronda Universitat y descargo las cosas. Besos de despedida y desaparezco escaleras abajo.

Uno de los relojes me da cinco minutos de margen. El otro tan sólo un minuto. No tengo efectivo y no puedo comprar el billete. Tengo que subir y sacar dinero del cajero que, por suerte, está cerca. Lentamente la máquina obedece y me da el dinero. Bajo corriendo la escalera, llego a la taquilla, compro un billete para La Tour de Carol, paso el billete por una máquina que me lo devuelve validado, oigo unas voces que gritan: ¡señor! ¡señor! ¡oiga!, Pero no sé si van por mí y tampoco me importa. Busco una escalera que baje a los andenes. Veo el tren en la vía. Con mis gritos aparto a la gente que me cierra el paso. Subo al vagón. Salvado. Diez segundos después se cierran las puertas y el tren se pone en movimiento, mientras recupero el aliento y mi cuerpo suda.

Hacer cerca de 180 kilómetros en un tren de Cercanías es una vergüenza. Los usuarios de este transporte tienen que sufrir la incomodidad de sus asientos durante más de tres horas, más o menos lo mismo que tardaba hace cosa de veinte años, cuando yo empezaba las primeras excursiones de adolescencia en el refugio del CEC de La Molina, hoy dañado por culpa de la avaricia constructiva.

Ocupo tres asientos. Me acomodo lo mejor que puedo, pero no consigo dormir.

No sé a qué altura aparece el revisor. Momento crítico. No encuentro el billete. Busco y rebusco y no aparece. El revisor me dice que no hay ningún problema y que se va a buscar al personal de seguridad, diciéndome que si no tengo el billete en Vic tendré que bajar.

Meto las manos en los bolsillos de los pantalones, de la chaqueta, del forro, miro por el suelo. Nada. Tenerlo lo tengo, pues recuerdo cómo me lo he mirado dentro el tren, estaba arrugado por las prisas.
El revisor se presenta con dos miembros del cuerpo de seguridad, con una sonrisa maliciosa en los labios que le borro de buena gana cuando encuentro el billete. Habría tenido mérito colarse en el tren cargado como voy, me dice un pasajero que tengo cerca.

Llegando a Vic empiezo a ver el Pirineo nevado.

Sin más complicaciones llego a Puigcerdà.



Filmo buena parte del primer trozo que hay desde la salida de la estación hasta la plaza del ayuntamiento.





Es domingo y hay mercado, con lo que las calles de la vila están llenos de gente, pero no reconozco a nadie y quizás mejor así, pues ponerme a hablar cargado como voy es algo que quiero evitar.

Me planto delante del portal. Llamo al interfono por si hay alguien en el piso, pero nadie contesta. Habíamos quedado a la una del mediodía, pero mi pareja no llega, con lo que decido pedir la llave a un vecino y entrar en casa.

El compañero de piso está en la cocina haciendo la comida y no me ha oído ni entrar. Nos presentamos rápidamente y descargo todas las cosas en nuestro dormitorio.

Cojo las llaves de casa y salgo a la calle para ir a buscarla, pero no estoy seguro de donde debe estar, así que vuelvo y me voy hacia la ducha. Al menos que esté limpio cuando ella llegue.



Me acabo de duchar y me pongo a preparar la comida.

Llega acompañada de la Virginia, una amiga suya, que también se quedará a comer.

Antes, sin embargo, podemos disfrutar de un momento de intimidad que ambos pensábamos que tardaríamos más tiempo a tener.

Comemos y estamos un rato juntos, pero ella debe irse porque tiene un compromiso teatral.
Yo me quedo en casa, intentando poner un poco de orden en mi aventura y asumiendo el hecho de haber vuelto.
Me tumbo en el sofá y me duermo. Me despierto y me voy hacia el teatro municipal, donde ceno con la compañía que acaba de representar la navideña composición de "Els Pastorets", a día 9 de enero por obra, gracia, manipulación y consentimiento de la mafia que manda en la vila, que obliga a realizar ensayos a partir de las 12 de la noche, no respeta los estatutos firmados y obvia la palabra municipal para enriquecer los bolsillos privados de los interesados.

No es tarde cuando llegamos a casa.
Nos acostamos, en nuestra cama.

4 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    12/01/2011 08:06
    #1
    wtf????

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  • #2
    Fecha comentario:
    13/01/2011 08:44
    #2
    Eso de llegar a casa tiene que dar un gustazo total.
    FIN :+:

    ¿Cuando habrá más?

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    • Gracias!
  • #3
    Fecha comentario:
    13/01/2011 23:06
    #3
    En breve, en breve ;)

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    19/01/2011 18:59
    #4
    Bueno, al menos un merecido descanso. :+:

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    • Gracias!

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