7-1-2011 Marchar de Salamanca a buscar una nieve que no existe

7-1-2011 Marchar de Salamanca a buscar una nieve que no existe
El hostal lo abren a las 9 de la mañana, o sea que cuando me levanto todavía tengo una hora larga que aprovecho para copiar archivos a dvd's y ducharme.
El hostal lo abren a las 9 de la mañana, o sea que cuando me levanto todavía tengo una hora larga que aprovecho para copiar archivos a dvd's y ducharme.

En el hostal me despido del chico y me cargo todo encima.

Empiezo a caminar hacia donde indican los carteles: Madrid.

Encuentro un contenedor de donde saco una caja que me servirá para escribir dos nombres: Ávila y Madrid.

El lugar donde me pongo a hacer dedo es bueno buenísimo. A la salida de una rotonda, junto a una parada de autobús, con lugar suficiente como para que quien quiera se pueda parar sin problemas. En la parada donde estoy, además, también se detienen los buses que salen de la estación central, o sea que siempre puedo cogerlo aquí.

Pasan las horas y nadie se detiene. Me pregunto porque el Sol tarda tanto en subir, pues hace un buen rato que estoy a la sombra y, aunque no hace frío, ver como a pocos metros se podría estar más caliente, me toca la fibra. Decido meterme donde me dé el Sol ya que, puestos a ver pasar coches y respirar CO2, mejor hacerlo en la solana.



En un momento dado cruzo la mirada con el conductor de una furgoneta pequeña y este me hace una señal, indicándome el espacio de la parada. Le enseño mis acompañantes, la bolsa de esquís y las mochilas, que caben de sobra en la parte de atrás y lo metemos todo dentro.

Se llama Carlos y va a Madrid a trabajar. Es un salmantino atípico, como voy descubriendo a medida que vamos haciendo kilómetros y nos vamos contando nuestras vidas.

Viajar como viajo me está aportando algo más importante que un ahorro de dinero; me está enriqueciendo al conocer un montón de gente interesante y buena de espíritu, pues detener a una persona que no conoces de nada ya implica un talante y una manera de ser diferentes de los del resto, dejando atrás los miedos y la desconfianza y escuchando esa voz interior que te impulsa a tomar determinadas acciones.

Carlos trabaja con TNDR (técnica naturista desbloqueante y regenerativa) y va a la capital a ver pacientes suyos. La distancia y el tiempo se me pasan volando a su lado. Cuando pasamos por Ávila nos detenemos un momento ante "Las Cuatro Torres", un lugar que tiene su parte de historia legendaria.



Ni él ni yo tenemos muy claro cuál será el mejor lugar para que siga mi camino y finalmente me deja muy cerca de la estación de trenes de Los Negrales, desde donde puedo coger un tren hacia Cercedilla.

La casualidad hace que me deje ante un supermercado y, solitario, un carro de la compra espera a que alguien lo libere de la barra donde está atado, cosa que hago para cargar todo el equipaje y entrar a comprar artículos de primera necesidad.

Una vez terminado este trámite llego a la estación de trenes, un cubículo cerrado a cal y canto donde no atiende nadie y la única información la mal transmiten unos altavoces.

Después de averiguar la mejor manera de llegar a Cercedilla y la dirección de mi tren, me espero a que llegue.

Es la primera vez que subo en un tren desde que empecé este viaje y hago el trayecto sin demasiadas complicaciones.

En Cercedilla esperan dos trenes antiguos. Su edad les da un encanto especial. Pintados de blanco y bien cuidados, invitan a realizar cualquier viaje aderezándolo con el sabor de vivir algo más auténtico.

Les pido a una pareja que parecen revisores si me pueden grabar mientras subo al tren, tarea que Rafa realiza encantado, contento de ponerse detrás de una cámara y grabar el momento.

La subida al Puerto de Navacerrada y Cotos se hace en medio de una espesa niebla, que sólo se rompe en algunos momentos, lo que hace que el paisaje se reduzca a unos cuantos metros, los suficientes para ver cómo discurren las vías paralelas a la carretera en el primer tramo.



Aún es de día, así que decido llegar hasta el final del trayecto, en Cotos, para preguntar cómo está el tema de quedarse a pasar la noche por aquí.

La estación de Cotos me transporta a unos tiempos que yo he vivido poco, dónde ir a la montaña podía significar tener que pasar por situaciones de lo más variadas. Dos chimeneas a ambos lados de una amplia sala me hacen imaginar que allí se habrían reunido quién sabe cuántos excursionistas a refugiarse, tal día como hoy, extendiendo sus sacos en el suelo y haciendo noche en aquel improvisado refugio

La respuesta del camarero me desanima, pues me dice que Valdesquí ha cerrado hace dos días. También tendré que buscar, en Navacerrada, una alternativa más factible que andar buscando un refugio, que nadie me asegura que esté abierto, en un entorno que no conozco y sin un mapa que me oriente.

El mismo tren que me ha llevado hasta aquí me baja a Navacerrada.

Desde la estación hay una buena subida hasta el Peñalara, un edificio donde me han dicho que me podré alojar.
Pasadas las residencias militares llego al lugar en cuestión. La única pega es que no hay nadie, no hay ni una sola luz encendida y todas las puertas están cerradas.
Lo rodeo, pero no encuentro ninguna entrada por donde se pueda acceder a cubierto.

Mientras pienso en las pocas alternativas que tengo y que se reducen a bajar a la estación e intentar pasar allí la noche, unas luces me deslumbran. Un coche ha cogido el camino y recorre los pocos metros que separan el aparcamiento de la carretera.

Primero tengo la esperanza de que sea la persona encargada del refugio, que haya llegado justo en ese momento para abrirlo y permitirme ser su cliente, pero no lo es. Se trata de Chema, del club Cumbres, un experimentado montañero y buen conocedor de estas tierras, que ha subido casi de casualidad.
Le pido si me puede llevar hasta la estación y me propone ir a tomar un café y preguntar por los establecimientos de más arriba, a ver qué alternativas hay.

Llegar a lo alto del Puerto conlleva una desilusión. La falta de nieve se hace patente sólo mirar la base del telesilla. Nos acercamos al refugio que el centro Cumbres tiene aquí arriba, para agotar la posibilidad de que algún miembro haya subido.


La chica del Pasadoiro nos informa de que han cerrado la estación y eso hace que se me vengan abajo todas las esperanzas de seguir adelante y me hacen plantear un cambio de ruta radical.

Me tomo un cortado muy caliente mientras tengo la cabeza más ocupada pensando en qué pasará mañana, que en dónde y cómo pasaré la noche.


Hay un albergue de la Comunidad de Madrid donde preguntamos, pero al no haber hecho reserva no hay lugar para mí. El precio tampoco es económico y aprovecho para llamar a un par de albergues de Cercedilla, más asequibles pero condicionados a la expedición del carné de alberguista, que dobla el precio de la noche.

Asumiendo pasar la noche en Cercedilla por un total de 24 €, Chema me lleva hacia el pueblo.

Pero antes de llegar se acuerda de un lugar donde podría dormir. Toma un cruce y empieza a subir. Me dice que vamos a la estación de Camorritos.

El lugar en cuestión es como una salita, cuatro paredes y un techo que pueden hacer tranquilamente la función de refugio para esta noche. El interior está bastante limpio, pese a las pintadas con spray de las paredes. Y está seco. No hay ni puerta ni ventana para cerrar el paso del viento que sopla, pero las corrientes de aire no lo castigan mucho.

Chema me recuerda que si vuelvo no dude en avisar, para poder disponer del refugio de Cumbres con antelación y sin ningún problema, lo que le agradezco pues seguramente tendré que volver.

Cuando se va me quedo solo en medio de una noche húmeda y tenebrosa. Las luces de casas vecinas, amortiguadas por la niebla, le dan un aspecto al lugar entre mágico y hostil. Debajo de la ventana hay rastros de una pequeña hoguera, un poco de carbón, un par de bolsas de plástico quemadas y unas piedras haciendo corro. Desestimo la idea de hacer fuego porque no hace tanto frío como para necesitarlo.

Camino hasta unos contenedores para ver si encuentro algo que me aísle del frío cemento del lugar donde pasaré la noche. Tendré que volver con el palo de esquí, pues no está muy lleno y las pocas cajas y periódicos aprovechables están en el fondo.

Saco algo de comida. Cenaré tortilla de patatas.

Se pone a llover cuando iba al contenedor. Y ya no parará. Me preparo un colchón de hojas secas que el viento ha amontonado dentro de esta parada-estación y me hago la cama.





Me cuesta, pero poco a poco voy cogiendo el sueño, pensando en que el tiempo no me dejará seguir el itinerario previsto y evaluando la gravedad de la situación, que tampoco es tan grave. Se trata de avanzar por tierras catalanas, esquiar las nieves catalanas que estaba dejando para el final del reto. Pienso que es la mejor opción, pero no estoy seguro.
La pareja está avisada y encantada con la alternativa y mis padres también tienen conocimiento de mi regreso antes de tiempo al campo base de Puigcerdà.

No sé si llego a dormir o no, cuando recibo visitas.

8 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    10/01/2011 01:19
    #1
    Fe de erratas:
    El monumento de Ávila se llama "Los cuatro postes" y no "Las cuatro torres".
    Disculpas

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    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    10/01/2011 12:40
    #2
    he leído que vas a venir a manzaneda ??? no?? si es asi...escribe en este post.
    salu2

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  • #3
    Fecha comentario:
    10/01/2011 12:57
    #3
    si, mi intención es ir a Manzaneda, lo que no te puedo decir es cuando.
    Estoy esperando que caiga un poco de nieve, que el invierno se está retrasando un poquito :grrr!:

    ¿Por?

    Saludos valex! y gracias por leer El viaje

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    10/01/2011 17:07
    #4
    te lo he enviado por privado. salu2

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  • #5
    Fecha comentario:
    10/01/2011 17:32
    #5
    Dani, no me has llamado, a ver si lo haces y nos vemos.

    Un abrazo. :)

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    • Gracias!
  • #6
    Fecha comentario:
    10/01/2011 22:15
    #6
    Para mí, aparte de otras consideraciones, esto es lo que más se aproxima a lo que significa VIAJAR :)

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    • Gracias!
  • #7
    Fecha comentario:
    11/01/2011 21:29
    #7
    Cuando estabas en el puerto de Cotos,a 15 minutos escasos andando,direccion Valdesqui y muy cerca de la carretera,tienes el Refugio pingarron.Esta guardado los fines de semana,pero entre semana tiene una zona libre,en la que hubieras pasado "comodamente" la noche.
    Ya les vale a los del puerto por no darte-saber esa informacion!
    De todas maneras gracias y animo por compartir tus vivencias,que algunos por aqui (al menos a mi) nos an enganchado.
    Un abrazo!

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  • #8
    Fecha comentario:
    11/01/2011 23:06
    #8
    Gracias Rossignolate.
    Me comentaron lo del Pingarrón, pero no me aseguraron que la parte libre estuviera abierta y, al no conocer la zona, no me quise arriesgar.
    De todas formas, cuando vuelva tengo pendiente una visita al del GCM Cumbres, con quien tengo una deuda de gratitud hacia uno de sus integrantes ;)
    Gracias a ti. Un abrazo :+:

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    • Gracias!

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