26-12-2010 Despedida. Ahora tengo que llegar a Griegos

26-12-2010 Despedida. Ahora tengo que llegar a Griegos
Dejamos la habitación y subimos a la estación de autobuses, donde dejo la mochila grande.
Dejamos la habitación y subimos a la estación de autobuses, donde dejo la mochila grande.

De las cosas que le he pedido que me traiga está mi mochila de ataque, una de 30 kg. que hace tiempo que me compré y que me ha dado muy buen resultado, la mítica Dynastar cham DP30. Con ella podré ir más cómodo a las estaciones. La había descartado por el tema peso, pero su funcionalidad la he echado mucho de menos estos días.

Con la bolsa de esquís y la pequeña de ataque salimos y nos despedimos de Teruel.

Cogemos el desvío hacia la Sierra de Albarracín y decidimos separar nuestros rumbos en Gea.

Todavía con lágrimas en los ojos veo que dos coches aparecen por la curva donde instantes antes había visto desaparecer el coche de mi amada.

El último empieza a adelantar al primero y viene hacia mí muy deprisa, pero al verme reduce y se detiene. Le pregunto si me puede llevar hacia Griegos y me dice que me puede dejar en Albarracín. Cargo las cosas y hacia Albarracín.

Se llama Liwer, es holandés y trabaja en la zona, en una fábrica de quesos de reconocido prestigio

La carretera discurre por entre barrancos, pinos y tierra castigada por el Sol hasta que el imponente aspecto de este Patrimonio de la Humanidad se levanta delante de mis ojos.



Me deja ante un túnel que atraviesa las entrañas del pueblo. Instalo la parada, con el Sol calentándome la cara y inundándome de esperanza futura.

Pasan las horas y una pareja con dos hijos me pregunta por todo el material a la vista. Como no tengo nada mejor que hacer que enseñar un papel con el nombre de Griegos a los coches que pasan, les enseño y explico las particularidades de mi equipo: botas de esquí de travesía, las fijaciones y las pieles.

Al cabo de un rato veo pasar un hombre con una Vespa a quien no me da tiempo a saludar, pero lo veo que vuelve y se dirige hacia mí para pedirme que le haga una foto. Cuando viene a recoger la cámara hablamos un rato y me dice que me ha escuchado por la radio, lo que me gusta porque me doy cuenta que poco a poco el proyecto se está haciendo mayor.

Se llama Manolo, es un enamorado de la mítica moto y a menudo hace viajes que documenta y transcribe después en su blog.



El Sol se va moviendo y yo con él, evitando la fría sombra de una casa cada equis minutos hasta que ya no hay opción, el Sol se esconde tras las montañas, coloreando el entorno de una manera especial.

Si hacía unas horas me lamentaba de no poder hacer turismo por muchos de los lugares por donde paso, ahora no me toca otro remedio que cargarme el material en la espalda y empiezo a caminar pueblo arriba, dejándome llevar por Destino.

Llego a la plaza del ayuntamiento y veo un cartel que anuncia que a las 19:30 habrá un concierto en una iglesia cercana.

Camino por el pueblo, fascinado. No puedo dejar de fotografiar y recuerdo las palabras de Liwer, que me decía precisamente eso.

En un momento de inspiración intento fijar las botas a la mochila de ataque. Lo consigo y puedo tener las manos libres.

El olor que desprenden las casas me sorprende y le pregunto a un señor qué tipo de leña queman aquí. Mi curiosidad me lleva a conocer al padre de un reconocido doctor en Historia, especialista en máquinas de asedio. Me empieza a enseñar maquetas y libros de donde sacan los modelos. Me encanta conocer personas así de interesantes y particulares.



Contento de haber conocido un poco más el pueblo de Albarracín y parte de su gente, voy a la iglesia de Santa María, que por suerte y por sorpresa, podré ver; tan sólo abren cuando hacen conciertos.

Su interior es fantástico, vale la pena poderla visitar.

Cuando acaban de cantar los villancicos me voy a buscar material de aislamiento para pasar la noche. Mi presupuesto no se puede permitir pagar 45 € por pasar una noche en una habitación y el albergue está cerrado.

Voy hasta la gasolinera buscando un contenedor de cartón inexistente en este pueblo. El único que encuentro tiene pocas cajas y están al fondo.
Pienso y encuentro una rápida solución: cojo uno de los palos de esquí y pincho varias cajas plegadas. Se me cae el bastón dentro y tengo que recogerlo con el otro.

Pregunto si tienen algún periódico viejo y vuelvo a subir hasta arriba del pueblo. Todavía es demasiado pronto como para entrar en el cajero e instalarme, así que tomo un bocado mientras pienso si entrar en el bar y tomar algo caliente.

Entro y pido uno té con un dedito de whisky mientras miro a Jesús Calleja que sale por la tele y pienso.

Ya en mi refugio me acomodo lo mejor posible y cierro los ojos.

1 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    03/01/2011 21:14
    #1
    ;)

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