26-3-2011 Espot. Compitiendo y todo
El balcón que tiene mi habitación es lo suficientemente amplio como para instalar en él la mesa, una silla y hacer un desayuno con vistas al valle.
Tengo que coger fuerzas porque hoy, además, compito. Se celebra la "Tamarro Race", una carrera que promete ser muy divertida. Me conecto a la red un momento, actualizo el estado del facebook y miro un par de páginas web.
Lo recojo todo y a las ocho de la mañana estoy delante del telesilla "La Roca", en el mismo lugar donde ayer conocí a Marc.
A las ocho y media ya estoy subiendo con el objetivo de encontrar al jefe de pisters y filmar los preparativos finales de la carrera, cosa que puedo hacer a media pista cuando veo a dos pisteros atando cinta roja y blanca en piquetes amarillos y negros separados unos metros entre sí, delimitando así el carril por donde discurre el trazado de la pista. Hace un día radiante. El cielo, de un azul intenso, solo está salpicado por alguna pincelada blanca de una tenue nube.
Varios trabajadores se reparten las tareas de balizar el terreno, colocar carteles indicadores o hinchar y fijar la pancarta de llegada.
Ya estoy con Willy, a quien hago unas fotos mientras clava la publicidad de una marca de coches a pocos metros del embarque de La Roca, en un lugar bien visible. Pasan diez minutos de las nueve de la mañana cuando subimos, esta vez juntos, por el desembragable de cuatro plazas. Diez minutos después estamos en la cota 2000 donde veo como tienen organizados los carteles indicadores, de cruce, de dirección, de atención peligro...
Me interesa poder hacer una bajada de reconocimiento y por eso tomamos el telesilla El Bosc, que nos lleva a la máxima altura a la que se puede llegar con remontes, a 2500 m.
Me fijo en la anchura de los tornos, que están adaptados, y cuando le hago el comentario me dice, mientras se nos acerca la silla por detrás, que una de las chicas encargadas de la instalación es experta en personas con discapacidad. No puedo hablar con ella porque nada más terminar de decir esto debemos sentarnos y emprender la subida, pero le digo que después volveré a pasar. Ha estudiado sobre uno de los temas que quiero tratar en el dossier y me interesa mucho su opinión.
No estoy cómodo, siento una presión anormal en los muslos y cuando me fijo veo unas piezas negras de plástico fijadas a la barra de seguridad. Willy me cuenta que sirven para evitar que los niños pequeños se puedan colar entre la barra y el asiento y caer al vacío. Consecuentemente se reducen los accidentes por este motivo.
Me dice que este remonte es nuevo, ya que sustituye a dos que había antes. Entre este y La Roca se puede dar cobertura a toda la estación.
Que sus clientes potenciales son familias y grupos de escolares; gracias a la forma cónica que tiene la estación, permite sentarse en la cafetería y ver pasar, en un momento u otro, a la persona que se busca.
Y que GranPallars, y concretamente Espot, se están especializando en competiciones de esquí alpino, con tres pistas homologadas por la FIS, mientras que en Port Ainé tiran más hacia el snowboard.
Mientras tenemos esta conversación vamos ascendiendo hasta que llegamos al punto más alto. Poco antes de llegar mis ojos contemplan maravillados las montañas que rodean la estación y que han aparecido de repente. Me llaman la atención dos agujas de roca que se alzan ante nosotros. Es el pico Picardes, me dice él.
Nos encontramos en la periferia del Parc Nacional de Aigües Tortes, un entorno único donde poder disfrutar de los deportes de invierno. Muchas personas usan el telesilla para ahorrarse la subida y llegar más descansados ??al refugio Josep Maria Blanc.
El desembarco del telesilla es muy original, ya que nos tenemos que levantar de la silla cuando ésta se encuentra perpendicular a la línea de subida.
Bajamos por la pista Bruseres hasta llegar al espacio donde han situado la salida de la Tamarro Race, con un arco hinchable, varias pancartas y la caseta con el portillón de salida. Reconozco a la pister que vi en Port Ainé y la saludo.
Hago una bajada de reconocimiento por el trazado de la carrera. El recorrido es largo y de lo más variado: puertas de gigante, palos pequeños para hacer curvas de slalom, tramos llanos, un salto y el par de curvas peraltadas que ya vi ayer.
Willy me propone ir a la cafetería de la cota intermedia para desayunar. Sufro un poco porque todavía no me he inscrito, no tengo el dorsal y tengo miedo de quedarme sin, pero no le digo que no.
Yo no como nada, ya me he puesto las botas desayunando en el balcón del albergue.
Justo terminar se recibe el aviso de una persona accidentada. El equipo de pisteros ya ha evacuado a la persona y ahora él se dedica a tomar nota de lo ocurrido, tanto en el lugar donde se produjo como en el centro médico donde se encuentra la persona accidentada.
Como tiene trabajo, yo aprovecho para ir a buscar mi dorsal y de paso poder hablar con la chica que he visto antes.
Tengo una pequeña conversación con ella, interrumpida de vez en cuando porque tiene que ayudar a los clientes, sobre todo a los más pequeños, a sentarse en la silla.
Cojo el remonte para dirigirme hacia la línea de salida. Una vez arriba hago algunas fotos desde el mirador, donde hay una mesa con una fotografía con el nombre de las cumbres más importantes que se pueden ver. La temperatura ha aumentado considerablemente, así como la presencia de nubes.
Son cerca de las doce y media cuando me presento en la línea de salida de la Tamarro Race, preparado para hacer el descenso. Me arrepiento un poco bastante de no haberla hecho a primera hora de la mañana, ya que ahora la nieve se ha transformado mucho y me tocará sufrir en los llanos, pero tenía otros quehaceres.
Me aprieto las botas. Fijo la cámara de filmar el casco y me acerco al portillón. Una mujer de la organización dice el número de mi dorsal en voz alta y exclama, sorprendida, que ya han terminado. Me dan vía libre y paso por la célula que pone el crono en marcha.
Hago unas cuantas remadas y enseguida adopto la postura de schuss, pegándome a las puertas tanto como puedo. Al cabo de medio minuto ya he atrapado a un corredor, al que adelanto sin demasiadas contemplaciones. Un poco más abajo avanzo a otro con un procedimiento similar. Pasado un minuto noto las piernas hervir, pero sigo con la postura aerodinámica que me enseñaron de pequeño.
Dos minutos. Llego al primer plano importante que me permite descansar un poco las piernas a la vez que me frena. Entre eso y la nieve, pastosa y pegajosa, no disfruto mucho, pero da igual.
La pista vuelve a bajar y yo vuelvo a bajar el cuerpo, metiendo los codos entre las rodillas, las piernas bien abiertas, los brazos adelante, bajando la cabeza de vez en cuando.
A los cuatro minutos vuelvo a encontrar corredores en medio del trazado, que esquivo como puedo.
Medio minuto después llegan las dos curvas peraltadas que tanta gracia me habían hecho. Estoy acabando.
Cuatro minutos y cuarenta y cinco segundos después cruzo la línea de llegada con las piernas hechas polvo.
https://www.youtube.com/watch?v=pEMVTXKOvCg
Voy hasta el telesilla "La Roca" donde veo una mujer a la que intento convencer de cambiar el dorsal, ya que su número tiene un significado especial para mí, pero no lo consigo.
Vuelvo a subir hasta la cota máxima de la estación porque quiero bajar por la Pala d'Eixe. No es una buena idea porque la nieve no se desliza bastante y tengo miedo de hacerme daño.
Pocos minutos antes de las dos decido concluir el día de esquí por hoy. Me voy hacia el coche para quitarme las botas y comer algo.
Hago varios estiramientos antes de cambiarme de ropa y ponerme unos pantalones más cómodos. He decidido esperar hasta la noche, ya que en el pueblo de Espot se celebrará una fiesta, con fuegos artificiales, butifarrada popular y concierto.
Mientras como, veo como llega una ambulancia del SEM y evacuan a un herido.
Entro en Les Daines para conectarme. Llamo a un colega a quien tengo que ver mañana, ya que me quedo a dormir en su casa. Pasan las horas.
Sobre las ocho y media bajo al pueblo. Voy completamente solo, sin interactuar con nadie.
Llego justo a tiempo para ver los fuegos artificiales. Hay una gran carpa montada, con imágenes retroproyectadas de las fotografías que han hecho a todos los participantes. Busco la lista con las clasificaciones. Me cuesta encontrarme, pero finalmente me veo; categoría Junior Plus, lugar octavo. No está mal, pero el año que viene quiero volver, con los esquís encerados y los cantos hechos.
Veo a Willy, por fin alguien con quien poder hablar. La fiesta se anima, reparten cuencos de escudella, que está para chuparse los dedos, lo mismo que la butifarra.
Se procede a hacer un sorteo de material, sin que me toque nada.
Empieza el concierto. El grupo toca versiones de temas de rock conocidos, lo hacen bastante bien.
Antes de la medianoche me voy, no sin antes despedirme. Voy hacia mi próximo destino: la Val d'Aran y su emblemática estación, Baqueira-Beret.
Se me hace un poco pesado conducir de noche, pero voy subiendo el Port de la Bonaigua, iluminando la carretera con los faros del coche. A ambos lados la nieve se acumula. Coronado el puerto empiezo a bajar hasta llegar a los aparcamientos principales.
Cuando llego me cuesta encontrar el lugar ideal para aparcar. Finalmente me decido por subir hasta un aparcamiento que hay a 1700m., desde donde podré bajar esquiando hasta las oficinas. Me pongo el pijama y me meto dentro del saco de dormir. Mañana esquiaré en la estación donde hice el servicio militar, veré una carrera del Campeonato de Catalunya de Esquí Adaptado, a Andrés Gómez, a Albert y a su familia. Otra etapa hecha, cada vez más cerca de volver a casa.