Hola a tod@s.
La receta de esta semana os puede servir como un estupendo aperitivo, una tapa para quedar muy bien o un plato para cenar algo ligero y sano. El relleno escogido, a base de panceta fresca, es perfectamente variable por otras cosas como carne picada con setas, jamón, un revuelto de huevos o incluso marisco, las gambas pegan perfectamente, por no hablar del pato o del foie. Cabe todo. Pero vamos con la receta.
La dificultad del plato estriba en cortar los calabacines. Os sugiero escoger los más anchos, rectos y largos posibles. Si tenéis una cortadora, se hace de maravilla pero si no disponéis de ella, lo más normal, sujetarlos bien y con un cuchillo muy afilado cortarlos en sentido longitudinal en tiras de unos 3 a 5 milímetros de grosor. Cuidado con los dedos. Os ayudará mucho quitarles antes los dos extremos y cortar una primera tira hasta hacer una superficie plana para apoyar bien.
Ingredientes para tres cestillos.
- Un calabacín verde cortado según os he dicho.
- 3 lonchas de panceta fresca.
- Una cebolla.
- Una manzana de la variedad que más os guste.
- Un vaso pequeño de vino blanco.
- Sal, pimienta negra y una pizca de orégano.
- Queso rallado. Puede ser de cualquier tipo pero si es seco y graso, mejor.
- Un par de cucharadas de aceite de oliva.
Primero haremos el relleno. En una sartén ponemos el aceite y pochamos la cebolla con una pizca de sal, a fuego bajo, cortada en trocitos lo más pequeños que podáis. Cuando empiece a ponerse transparente añadiremos la panceta, previamente cortada, y sin corteza, en trozos pequeños, rectificamos de sal y pimienta al gusto. Sofreímos todo junto hasta que veamos que la panceta está hecha. Añadimos la manzana previamente cortada en tacos pequeños, incorporamos el vino blanco y dejamos que se reduzca a fuego medio removiendo de vez en cuando. La manzana tiene que casi deshacerse. Una vez hecho, apartar del fuego y reservar.
Para los calabacines, una vez cortados como os he dicho, simplemente pasar por una plancha o sartén pintada con un poco de aceite. No hay que hacerlos mucho, basta con un minuto por cada lado, Tenéis que comprobar que se vuelven flexibles sin romperse. Una vez hechos, sacarlos a un plato sin amontonarlos unos encima de otros.
Una vez que tengamos los calabacines la cosa es bien sencilla. Hacemos una cruz con dos tiras de calabacín, ponemos un par de cucharadas del relleno en el centro y cerramos con los extremos de los calabacines como quien cierra una caja de cartón. Fijamos con un palillo en el centro, espolvoreamos con un poco de queso rallado, añadimos una gota de aceite al queso y gratinamos unos 5 minutos o hasta que el queso esté tostado. Servir no demasiado caliente y buen provecho.
Este plato marida muy bien con vinos blancos, con rosados con un poco de aguja, tipo Matheus o incluso con una buena cerveza bien tirada. Os dejo como siempre una foto.