Las bromas están bien. El mundo es chico y la vida corta para no reírse de casi todo, incluso de uno mismo. En el mundo del esquí tenemos nuestros personajes, como en todos lados, de los que la gente se ríe con intenciones que van de la complicidad a la crueldad. Nada que objetar. De mí se habrán reído más de una vez por vete a saber qué en algún país extraño. El acento, la ropa, las manías en la mesa… recuerdo que, en 2011, en Mammoth, en una fiesta un compañero se disfrazó justo de mí, lo que me halagó, pero también me hizo ver que, por alguna razón que se me escapa, allí resultaba exótico y cómico en algún grado.
Escribí hace años este artículo defendiendo a los principiantes. No soy partidario de la masificación descontrolada, pero decía que, sin ese volumen enorme de despistados que venían probar la nieve, ninguna estación podría levantar la persiana cada mañana. No era opinión, sino datos de una prestigiosa asociación de la industria de la nieve. Hay que grabárselo a fuego: no habría inversiones en remontes ni disfrutaríamos de la mayoría de las comodidades de una estación de esquí si no existiera esa masa de personas que compra un pase y, a la vez, le resulta molesta a tanta gente.
Lo mismo es aplicable a todos esos grupos de los que está de moda reírse. Borjamaris, charos, pispraos entre otros, todos tienen sus memes en youtube en los que aparecen con una tabla de planchar por una de snowboard, con las botas al revés o estrellándose en una explosión de esquís y bastones frente a la cafetería de pistas. Las bromas son sanas y hay que tomarlas como lo que son, sin más, aunque a veces la intención esté más cerca de la crueldad o el desprecio que del humor cómplice y sincero que decía arriba.
Nevasport fue fundada por profesores de esquí con la filosofía de que todo el mundo cabía. Quizás, porque el que ha tenido la suerte de dar clases ha conocido a todos esos y más tipos de practicantes y, si se ha fijado, sabe que ciertas cosas positivas, productos, lugares, servicios, normas, existen precisamente porque hay gente para todo, como en el ejemplo que decía al principio. Al final, enseñando a esquiar tratas de cerca a todas esas personas, trabas relaciones auténticas y te das cuenta de que en vez de estar tan lejos como creías, independientemente del nivel, los conocimientos o la experiencia, hay mil cosas que nos unen por encima de todo. Especialmente, no hay ni que decirlo, la chorrada esta del esquí. Así que permítanme los lectores empezar la temporada con estos buenos deseos de entendimiento, juas, juas, en defensa de las charos, los borjamaris, los pisapraos y todo el que se sienta atraído por esa emocionante cosa blanca que cae del cielo.
¡Buenas huellas!
Carolo, diciembre de 2024