Publicar con fotos es hoy obligatorio y yo no las pongo, o pongo pocas. Y es por tantas razones como tipos distintos de artículos escribo, además de otras que me llevaría siete páginas explicar. Pero intentemos simplificar.
Lo primero que se me ocurre es que no tengo. No tengo fotos ni de mí mismo de chico con mi familia, así que imaginad esquiando, que es una cosa que hago para trabajar. Entiéndase la ironía. Una vez me hice esa famosa sesión en Mammoth, bastante aceptable, creo, que he usado incluso hasta hoy. Hace poco, también, un buen amigo me hizo unas cuantas improvisadas que estoy poniendo últimamente. No hay más. Y resumiendo, queridos lectores, hacerse vídeos o fotos para enseñar requiere de una actitud ante el día a día de la que carezco, y unos recursos que unas veces no he tenido y, otras, sencillamente he invertido en otras cosas.
Hay otra razón por la que no tengo fotos esquiando, y es que nunca me he creído lo suficientemente bueno (ni fotogénico, juas). Para las fotos siempre hay alguien más joven y más en forma que uno y, si en los 2000 me hice una sesión con el material de mis patrocinadores fue, precisamente, por la muy repetida y paciente petición de aquellos durante varios años. Sobre lo de ser o no lo suficientemente bueno, juas, y antes de que algún oportunista o encantado de conocerse se aproveche de esta modestia sincera, aclaremos que cada cual es bueno según con quien se compare, y como uno ha tenido la suerte de conocer bien de cerca a gente extraordinariamente brillante, y tiene ojos y prudencia para mirarse en ese espejo, creo que el punto de vista se explica por sí solo.
Finalmente, permitidme por la confianza que ya creo que tenemos la siguiente reflexión: poner fotos y vídeos puede ser tremendamente útil y ojalá pudiera hacerlo con más frecuencia para expresarme con más eficacia, pero, en según qué casos, la obligatoriedad moderna del contenido audiovisual roza el infantilismo y es un insulto a la capacidad de los lectores. Una especie de rendición ante la imposición actual de ilustrar todo con colorines, música fuerte, y anteponer la forma al fondo, aunque el fondo sea una soberana (con perdón) mierda. Lo digo pensando en toda la basura televisiva con la que se nos tortura mientas miro libros de todo tipo en la biblioteca; los que todo el mundo tiene y, supongo, ha leído, llenos de millones de páginas sin musiquita de fondo y sin una sola y puñetera imagen. Libros acumulados durante una vida que, me parece, han contribuido a que el contenido de lo que he escrito en estos 30 años haya sido razonablemente legible y sustancioso para muchos. Incluso sin fotos.
Y eso es todo por esta semana, jaja, sirva esta breve entrada como explicación y disculpa, para quien la quiera.
¡Buenas huellas!
Carolo, julio de 2021