Una de las principales ventajas de ser profesor o entrenador de esquí, es la facilidad con la que uno consigue encontrar trabajo de temporada y ser contratado en casi cualquier país donde haya estaciones. Lo que, antes de que existiera Internet, era un calvario de búsquedas, papeleos e incertidumbres, hoy está al alcance de la mano con unos cuantos "clicks" y la voluntad de hacer las maletas sin miedo a dejar la seguridad y el confort de nuestra estación de residencia.
Lo primero es tener claro donde se quiere ir y hacer una búsqueda de estaciones. Si deseamos trabajar en países donde necesitaremos visados de trabajo, lo mejor es hacer la indagación en primavera o verano pero, si ya disponemos de los permisos necesarios o creemos que podemos conseguirlos pronto, todavía estamos a tiempo de encontrar algo interesante para la temporada que empieza. Para no llamarnos a engaño sobre la posibilidad de conseguir un visado de trabajo, no está de más consultar los requisitos necesarios en las embajadas correspondientes.
El proceso de dar con un trabajo es laborioso pero fácil y, si lo tomamos en serio, da buenos resultados. Cada estación suele tener una página de "empleos" donde rellenar la solicitud. En algunas, simplemente, aparece el correo electrónico del responsable de recursos humanos al que mandar nuestro curriculum. Ni que decir tiene que hay que tener ya uno preparado, bien presentado, orientado al puesto que deseamos y, a ser posible, con una buena foto y algunas referencias de anteriores empleos.
En Kirkwood, California, EEUU, con unos cuantos compañeros de diversa procedencia durante la temporada 2003
Si la escuela o el club están interesados contactarán con nosotros. Jamás he escrito un correo a una empresa extranjera que no me haya respondido, al menos para decirme que no estaban interesados (lamentablemente, justo lo contrario suele ocurrir en nuestra querida España, donde parece que "nunca hay nadie al otro lado" de los correos de contacto, incluso en empresas de supuesto relumbrón). En ese momento os explicarán qué documentos debéis enviar y, si serán ellos los encargados de gestionar el visado, o si seréis vosotros los que lo tenéis que conseguir. Es muy probable que os quieran hacer una entrevista telefónica, lo que hoy resulta extremadamente fácil si usáis Skype que, además, tiene la ventaja de que le veréis la cara al futuro jefe, juas. Preparad bien la susodicha entrevista, porque os harán preguntas, quizás extrañas y difíciles de responder de sopetón, tales como "Por qué quieres irte de un sitio como tu casa", "cuál crees que es tu mayor virtud y tu mayor defecto", "qué harías en caso de tal o cual imprevisto" y cosas de ese tipo que no se estilan aquí pero que son muy comunes en la cultura empresarial de otros países.
En general, suele haber dos tipos principales de visados con los que se puede trabajar en una estación: el de estudiante y el de trabajador cualificado. En algunos países, como Estados Unidos, se encargan de hacerlo todo y sólo tienes que mandarles una copia de tu pasaporte; en otros, serás tú el que tenga que ir a las Embajadas con la propuesta de empleo que te mande la empresa extranjera y, a veces, como el caso de Canadá o Japón, con un certificado, que ellos mismos te proporcionarán, que afirma que estás cualificado para ese trabajo y que otras personas de ese país no están interesadas o no pueden llevarlo a cabo. En casi todas las ocasiones tendrás que ir personalmente a la embajada para que te entrevisten brevemente y te sellen el visado con el que podrás entrar a tu futuro país de acogida.
Con Michaela Dorfmeister en Hochkar, Austria, en la temporada 2006
Una vez que tengas el visado solo tienes que sacarte un billete (algunas compañías te lo pagan, aunque no es lo habitual) y presentarte allí. Entérate bien con Google Maps o algo similar (hay cientos de páginas en Internet al efecto) cuál será tu recorrido desde el aeropuerto a la estación de esquí, y prevé bien los medios de transporte que usarás, así como las horas de llegada y un posible alojamiento pues, en algunas culturas, a partir de las siete de la tarde es probable que no encuentres un alma en la calle e, igual, te ves en medio de una parada del autobús enterrado en un metro de nieve, más sólo que la una y con dos pares de esquís, las botas, el portátil y una maleta de treinta kilos sin manera de preguntar dónde hay un hotel o cómo se llega a la montaña.
Un último consejo como el que nos daría la abuela: "Donde fueres, haz lo que vieres". Cuanto antes te adaptes a la cultura del lugar mejor se te hará la estancia; aislarse sólo o en pequeños grupos afines es la mejor manera de desperdiciar parte de la experiencia que supone trabajar fuera de casa. También, piensa que detrás de ti vendrán otros y, cuanta mejor impresión dejes, mejor tratarán a los compatriotas que vengan cuando tú ya no estés allí.
¡Suerte con la aventura!
Carolo© 2009