La semana pasada hablábamos sobre el equilibrio; entre otros, del necesario entre la condición física, la técnica y la mente. Hoy escribimos más detalladamente sobre cada una de ellas y su relación con las demás.

La mente
En el esquí, y en los deportes en general, tradicionalmente se había dado más importancia al físico y a la técnica que a las habilidades mentales. Todas son igual de influyentes, pero, sin el elemento clave de la concentración adecuada - sin el foco y la activación mental apropiadas - ni la fuerza ni la destreza nos sirven de gran cosa. Las habilidades mentales para focalizarnos en las tareas que queremos llevar a cabo esquiando son, como venimos diciendo, transferibles desde cualquier actividad. Así, dirigir adecuadamente el diálogo interno, apartar los pensamientos negativos y atender a los estímulos relevantes son destrezas que probablemente ya tenemos y que, en el caso del deporte, se convierten en un hábito que nos sumerge en los estados de concentración adecuados. Esto, con el tiempo, combinado con rutinas elementales de relajación y regulación, nos proporciona, además, capacidad de resiliencia ante las dificultades o los errores, y una visión realista de nuestros potenciales. Y ello no sólo al practicar deportes.
La condición física
Se sabe que la condición física está ligada a los niveles de autoconfianza. Sabernos fuertes evitará gran cantidad de pensamientos negativos que puedan distraernos, haciéndonos actuar con mayor determinación y permitiéndonos aplicar más eficientemente nuestras destrezas técnicas. Y lo mejor es que la condición física es el factor del rendimiento más fácil de entrenar, ya que mejora con cualquier actividad dentro o fuera de las pistas. Dentro de la condición física suele olvidarse la capacidad de percepción y su relación con la motricidad, que nos permite regular el movimiento y responder a los distintos estímulos a través de los sentidos. Desarrollar la percepción nos dará un grado alto de eficiencia técnica, al hacernos interactuar mejor con las fuerzas externas y con el medio, pero, además, nos ofrece otra enorme ventaja: centrarnos en lo que percibimos a través de los sentidos nos permitirá concentrarnos mucho mejor en el proceso - el presente de la actividad deportiva – apartando los pensamientos disruptores que puedan perjudicarnos, como la autocrítica excesiva, la aprobación externa o la falta de autoconfianza. Sin necesidad de insistir en el obvio aumento del rendimiento a través de la mejora de la la fuerza, la resistencia, la flexibilidad o la coordinación, vemos, una vez más, que lo físico aparece íntimamente relacionado con la técnica y la mente.
La técnica
La técnica es la expresión en destrezas de la eficiencia; la manera más funcional de interactuar con el entorno, a través de las habilidades. El esquí es un vehículo y hay que aprender su funcionamiento, a veces complejo. Además, se mueve en un medio inestable que cambia de continuo. Ello siempre brinda la oportunidad de motivarse mejorando nuestras capacidades o aprendiendo otras nuevas. Nuestros niveles de condición fisca y mental corren parejos, y crecen, retroalimentándose de manera sugestiva con la técnica. Cuanto mejor técnica empleo, mejor funciona mi cuerpo; cuanto más clara o automatizada la tengo, más serena y dispuesta queda mi mente; cuanto mejor funcione mi cabeza o mejor sea mi condición física, más ambiciosas y depuradas pueden ser las técnicas que aplique o aprenda. Del mismo modo, en cualquier aspecto de nuestra vida doméstica, involucrarnos en la mejora de las habilidades más insignificantes – o las más transcendentes - puede ofrecernos la oportunidad de desarrollo en otras facetas físicas, mentales o emocionales que suelen prosperar junto a las destrezas técnicas. Este sencillo fenómeno, sublime en su simple y enriquecedora eficacia, suele pasarnos desapercibido porque estamos fijándonos solo en uno de los factores de nuestro rendimiento, sin reparar en que todos se refuerzan mutuamente.
Y por hoy nada más. La semana que viene hablaremos sobre "Aprender la técnica". Hasta entonces, feliz semana y
¡Buenas huellas!
Carolo, abril de 2018
Extracto del libro "Fluir en el esquí" de Carlos Guerrero Castillo, publicado semanalmente en capítulos, en exclusiva para Nevasport.