Nos tiramos a la piscina. Ya que no me decido a terminar mi librito sobre Fluir en el esquí, me autoimpongo publicarlo aquí, capítulo a capítulo. No puedo prometer hacerlo en un tiempo determinado, pero vamos a intentarlo. Sin más, tras el prefacio de la semana pasada, aquí tenemos el siguiente capítulo.
Capítulo 2º. El Equilibrio como modelo

Los deportes requieren equilibrio entre la técnica, la condición física y la mente. La debilidad en una de ellas perjudica a las demás, y la suma equilibrada de todas ellas conforma nuestro nivel de habilidad real. Para fluir en el deporte, además, también hace falta una armonía entre la destreza y la dificultad. Si esquiando acometemos siempre terrenos muy fáciles correremos el riesgo de aburrirnos, y si los elegimos demasiado difíciles es posible que terminemos frustrados por el exceso de ansiedad. Si aspiramos a progresar o si queremos entrar en estados de fluencia, será más eficaz buscar ese equilibrio entre todos estos elementos.
A medida que vayamos dominando cada nivel de dificultad podremos preocuparnos de mejorar nuestras habilidades y, ello, nos permitirá subir escaloncitos acometiendo objetivos cada vez as ambiciosos. Por supuesto, con la debida perspectiva, a su ritmo y con sus obligatorios descansos, asumiendo que habrá variaciones, periodos de estancamiento e, incluso, algún que otro paso atrás en nuestra evolución. Esta descripción tan obvia de la "escalera" de la progresión suele ignorarse a veces y, sin embargo, es uno de los ingredientes fundamentales de la forma psíquica deseable para rendir en el deporte que, como la física, sufre un retroceso si no se la mantiene en continua actividad, involucrándonos constantemente en pequeños proyectos estimulantes.
El equilibrio, pues, uno de los elementos más importantes en los deportes de deslizamiento, se traslada también a la armonía entre nuestra competencias - mentales, físicas y técnicas - y las iniciativas en las que nos impliquemos para ponerlas a prueba y disfrutar de ellas. Perseguir el equilibrio entre los objetivos que nos proponemos, las dificultades que aceptamos y todos los aspectos de nuestro rendimiento, se convierte en un rito necesario para mejorar en el esquí. Seguramente ya conocemos bien este ritual, igual sin saberlo, al haberlo experimentado inumerables veces en otros campos de nuestra vida profesional, académica, deportiva o doméstica.

Gráfico adaptado de (2002) Jackson, S. A., Cziksentmihalyi, M.; Fluir en el deporte
Los deportes dinámicos como el esquí nos enseñan también, como vemos, una realidad que a veces pasa desapercibida para quienes estén acostumbrados a moverse en entornos sin incertidumbre: alcanzar y mantener el equilibrio requiere la aceptación de un sistema dinámico, un entorno en el que los pequeños pasos que damos, y sus resultados, casi nunca son exactamente como se habían previsto. Escenarios complejos que se ven alterados continuamente por todos los factores que les afectan, pero cuyos logros pueden resultar incluso mejores que los inicialmente planeados. Realidades en las que descubrimos que el éxito se esconde en el movimiento sostenido y atento, la evolución imperfecta, y donde la satisfacción intrínseca puede y suele ser tanto o más gratificante como la culminación del propio camino. Culminación, como decimos, a veces distinta de la prevista y a veces incluso mejor, con una interesante relación entre la dificultad o la complejidad aceptada, y la gratificación que proporciona.
El equilibrio es, pues, el paradigma de una fluencia que proporciona estados más o menos pasajeros de eso que podríamos llamar felicidad: la aceptación razonable de la incertidumbre, la puesta en juego sin condiciones de las propias capacidades y, como consecuencia, las satisfacciones intrínsecas y extrínsecas que proporciona la resolución de los problemas complejos que ello va continuamente presentando. "Hacer que sucedan cosas" es, en fin, como andar por la cuerda floja, una cuestión sencilla de movimiento atento y continuo: de equilibrio dinámico que, con un poco de suerte, aboca a fluir.
¡Hasta la semana que viene!
¡Buenas huellas!
Carolo, marzo de 2018
Extracto del libro "Fluir en el esquí" de Carlos Guerrero Castillo, publicado semanalmente en capítulos, en exclusiva para Nevasport.