Hace poco decía que me gustaría ver tras este próximo Interski una recopilación de lo que se haya hablado o visto allí. Una compilación institucional, concienzuda, llevada a cabo de forma oficial por iniciativa de las organizaciones que nos representan. O, tal vez fuera mejor decir, llevada a cabo por las instituciones, para demostrar así que realmente nos representan.
En los últimos meses no paro de ver vídeos muy bonitos de gente muy buena esquiando en una pistita azul. Me parecen muy bien, muchos de ellos son mis amigos y ya dije una vez que una buena bajada vende más clases que cualquier campaña de marketing, y que al verla se adivina la gran cantidad de trabajo que hay tras unas curvas hechas con perfección. Pero ya cansa un poco tanta peli igual. Y cansa porque tras ver tantos videos cortados por el mismo patrón, a uno le queda la sensación de que las escuelas del mundo no tienen otro objetivo más que lucirse; mirarse los ombligos completamente ajenos, dentro de su burbujita, a la delicada situación del turismo de nieve en general y del oficio de profesor o entrenador en particular. En realidad sé que no es así, pero es lo que parece.
Y estas circunstancias delicadas son varias y muy duras. Según la NSAA norteamericana el 84% de las personas que prueban el esquí jamás vuelven a practicarlo; de ese minúsculo 16% que queda, solo el 27% se muestra totalmente satisfecho con el producto recibido. Los datos en Europa probablemente sean aún peores, pues el esquí está fuertemente subsidiado, lo que altera las cifras reales. Y esto en un entorno global en el que, según el informe de 2015 de Vanat, a pesar de que hay tres potentísimos mercados emergentes (Rusia, Brasil y China) la demanda global mengua sostenidamente en los mercados maduros, que hasta ahora concentraban el 80% de los esquiadores/año en sólo el 20% de las estaciones del mundo, precisamente los que a nosotros nos afectan más.
Doy clases a compañeros y futuros compañeros y no me gusta venderles motos, así que insisto en mostrar esta cruda realidad y la posibilidad cierta de que estén haciendo un enorme esfuerzo, económico y vital, en un entorno que tiende a ser cada vez más duro. Por eso tratamos de orientar el foco a qué cosas podemos nosotros hacer, individualmente y como colectivo, para mejorar nuestra situación particular y la general de la industria de la nieve, que están obviamente unidas. Autocrítica, análisis del entorno, ideas para solucionar los problemas y la forma de llevar estas ideas a la realidad, trabajando mejor.
Muchos dirán que nuestros problemas son culpa de la coyuntura y del resto de la industria, no de las escuelas o los clubes; sin embargo, los que argumentamos nuestro peso en el turismo de nieve y reclamamos más atención, lo hacemos precisamente porque pensamos que tenemos una gran responsabilidad para bien y para mal y, no asumirla, además de infantil puede ser suicida.
De modo que esto es lo que, personalmente, espero del próximo Interski. Una recopilación de las ponencias cuyo eje sea cómo ser mejores profesionales y cómo afrontar los desafíos que nos están ya cayendo encima, desde hace años, sin que sepamos de dónde nos vienen las tortas. Me gustaría ver menos vídeos de postureo y más información de calidad, realista, con ideas viejas o nuevas, pero eficaces, de cómo frenar la sangría de practicantes y de cómo hacerlo mejor. Por nosotros mismos y por nuestros atletas y alumnos, que son los que mantienen en pie el turismo y la industria de la nieve.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2015