La primavera nos alegra el fin de la temporada y es hora de hacer recuento de lo que hemos progresado. Sí; progresos. Influidos por esa forma tradicional de enseñar a base de señalar errores, es posible que no nos demos cuenta de haber progresado algo y sólo tengamos claro lo que hacemos mal. Pero, con ese enfoque negativo, jamás avanzaremos tanto como sabiendo lo que hacemos bien, cuáles son nuestras fortalezas, lo que hemos avanzado y las barreras que hemos superado.
Lo mejor es apuntarlo todo en una libretilla, aunque seguramente la mayoría no va a tener la disciplina - o la ausencia de vergüenza, jaja - de escribir los progresos que va llevando a cabo. Un buen registro contendría la situación de partida, lo que hemos hecho, las condiciones en las que lo hicimos y, ya, para nota, los pasos que nos planteamos a continuación. Entre las condiciones no sólo el terreno, sino la mayor cantidad de detalles posibles incluidos los pensamientos que solemos tener relacionados con esa situación concreta. Por ejemplo, si hemos sido capaces de bajar un carril de baches, anotaremos que antes no éramos capaces de enlazar ni tres, que estuvimos trabajando el bastón y que concentrarnos en eso hizo desaparecer tales o cuales pensamientos disruptores que solíamos tener siempre al ver un carril de ese tipo… las conclusiones y lo que nos ayuda quedará así mucho más claro, y podremos volver a aplicar las recetas que sean, sin que se nos olviden, en el futuro.
Como decía el año pasado, uno más de los elementos que nos permite progresar es compartir los buenos momentos y contarlos, y en ello podemos incluir hacer ese recuento de los progresos, compartirlos y tomar así conciencia de esos pequeños escalones que hemos subido en la escalera de nuestra progresión. Listones que hemos sobrepasado y nadie puede arrebatarnos porque son conquistas inmateriales que -sí - nos pertenecen. Mejor no olvidarlos apuntándolos, por ejemplo, en esa libretilla, jaja
¡Buenas huellas!
Carolo © 2015