Sabemos por innumerables artículos la importancia del clavado de bastón, y sabemos que hay infinidad de momentos y maneras de hacerlo: antes del cambio, durante el mismo o tras el cambio de cantos; un clavado enérgico, un leve toque o simplemente el gesto de adelantarlo, así como combinaciones de todas las formas anteriores según los mil escenarios distintos que podemos encontrar esquiando.
Con todo, hay un gesto común a todos ellos que mejora la fluidez, y consiste el clavar el bastón con un movimiento eminentemente de muñeca. Podemos hacerlo de otras formas y, además, cada cual tiene sus costumbres y su estilo pero, en general, si procuramos balancear el bastón sólo con la acción de las manos, mantendremos ambos brazos adelante y estables con menor necesidad de movimiento, y es probable que ello ayude a que el resto del cuerpo se mantenga estable también.
Algo que mejora aún más esta habilidad, es agarrar el puño con más fuerza con el pulgar y el índice, dejando el resto de los dedos algo más sueltos. Salvo en ocasiones donde queramos hacer un enérgico clavado de bloqueo, esta forma de utilizar los bastones, usando la coordinación fina de brazos y manos, nos dará estabilidad, naturalidad y economía de esfuerzos, resultando seguramente en un esquí más eficiente.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2015