La posición es una de las cosas más difíciles de mantener esquiando, precisamente porque cambia todo el rato. La clave está en es pensar en ella, no como en una postura estática, sino como en algo que vamos regulando constantemente y que cambia, se pierde y se recupera sin cesar. Como dicen muy descriptivamente algunos entrenadores norteamericanos “la posición piensa en el futuro inmediato”.
Con todo, hay un truquito sobre la postura que funciona muy bien, y es algo tan sencillo como comprobar que los hombros están por delante de la cadera. Si los hombros están justo encima – o detrás – aunque la cadera esté encima de los pies, es seguro que la presión se está aplicando en los talones y, por consiguiente, corremos un riesgo cierto de quedar en seguida retrasados. Por el contrario, si los hombros están por delante de la cadera el peso del cuerpo recaerá más adelante y, además, con esa postura de flexión de la columna nos será mucho más fácil adaptarnos a los cambios y las fuerzas que experimentamos al esquiar.

En esta foto de fuera de pista, hemos quedado aparentemente retrasados al flexionar en el cambio pero, si nos fijamos, hay flexión en los tobillos y los hombros quedan por delante de la cadera. Si trazásemos una línea imaginaria desde nuestro centro de masas hasta la nieve veríamos que pasa por la parte delantera de los esquís; en cualquier caso, la posicón avanzada de los hombros y la flexión de los tobillos nos permite anticiparnos al movimiento, recuperar la posición y adaptarnos mejor a los cambios.

Con la combinación de flexión en el tobillo y hombros por delante de la cadera, es seguro que podremos controlar cualquier desequilibrio. siempre, eso sí, teniendo en cuenta que la posición no es algo estático sino dinámico, que cambia constantemente y hay que regular anticipándonos ¡al futuro inmediato!
¡Buenas huellas!
Carolo © 2015
Fotos Jan Vokaty