A veces nos vemos estancados y creemos no poder mejorar, olvidando que el esquí tiene muchas facetas relacionadas y que se retroalimentan, ayudándose unas a otras. Por ejemplo, si mejoramos la condición física o la capacidad de concentración es posible que seamos capaces de esquiar mejor, aun con las mismas habilidades técnicas. Vamos a dar hoy unas ideas, con enlaces a otros articulitos, sobre la multitud de aspectos en los que podemos trabajar y avanzar.

- Físicamente podemos hacerlo mejorando la fuerza, la resistencia, la coordinación o el equilibrio. Cualquier mejora en este sentido se traducirá en movimientos más eficaces y rápidos para poder gestionar bien esas enormes fuerzas externas que experimentamos en el esquí, y además podremos hacerlo eficientemente durante más tiempo.
- Mentalmente podemos trabajar en varios sentidos, por ejemplo aprendiendo trucos de relajación o mejorando la capacidad de concentración. Muchas veces no bajamos bien por un sitio, no porque no tengamos la técnica suficiente, sino porque nos asustamos, nos distraemos o no nos concentramos bien en lo que tenemos que hacer.
- Técnicamente hay infinidad de habilidades en las que mejorar o diversificar. Seguro que hay campos donde estamos más flojos, por ejemplo, los cambios por flexión, las diferentes clavadas de bastón, los saltos o la conducción cortada… cualquier mejora en este sentido nos llenará de nuevos recursos técnicos que se combinarán o se transferirán positivamente al resto de nuestras habilidades. Además, una buena técnica nos hará gastar menos energías y nos dará autoconfianza, ejerciendo pues un buen efecto sobre nuestra capacidad física y mental.
- Directamente relacionado con la técnica podemos mejorar tácticamente. Variar la estrategia de bajada, el estilo o de escenario (baches, nieves malas, palos, etc.) nos enseñará qué elecciones son mejores que otras, bien en los radios de curva que elegimos, la velocidad, los itinerarios o cómo aprovechamos las características del terreno. Un conocimiento mejor de las tácticas posibles nos dirá cuándo, cómo y dónde emplear con más eficacia o más seguridad las habilidades que ya tenemos.

Estos cuatro aspectos del rendimiento nos harán mejorar objetivamente, en términos absolutos; por ejemplo bajándole segundos al crono, resistiendo más horas esquiando o superando obstáculos paulatinamente. Pero, si nos fijamos, mientras llegan los resultados mensurables también disfrutamos una mejora subjetiva, que es la satisfacción de experimentar fuera de las zonas habituales de confort, esforzándonos físicamente o aprendiendo cosas nuevas. Esto último suena bastante relativo, juas, pero para el optimista siempre será un progreso percibido.
¡Buenas huellas!
Carolo 2014