Lorenzo Cruz, excepcional maestro y uno de los esquiadores más elegantes y, a la vez, eficaces que he conocido, me hizo en una ocasión una observación muy interesante: en las nieves malas, el bastón puede servir para impulsarnos inconscientemente y vencer el exceso de fricción que podemos haber encontrado al final de la vuelta.
Efectivamente, este es un movimiento sutil que muy buenos esquiadores hacen sin darse cuenta. La clavada de bastón se emplea para muchas cosas: equilibrarnos, "gatillar" los mecanismos del desencadenamiento del viraje, ayudar a nuestro sentido de la situación espacial para darnos una referencia de dónde está el suelo, etc. Hoy vamos a ver cómo también puede servir de esta pequeña ayuda.
Al final de una vuelta es donde mayor fricción solemos encontrar; las fuerzas externas se suman, aplicadas contra las suelas y los cantos, y nos comprimen contra el suelo haciéndonos decelerar, a veces bruscamente. En las nieves malas donde la fricción es mayor, es habitual no calcular bien esta “deceleración”, de manera que se hace difícil desencadenar la siguiente vuelta, pues perdemos casi totalmente la inercia. Al clavar el bastón, como se ve en la foto, de manera inconsciente lo empujamos contra el suelo y eso nos sirve para ganar un extra de impulso que nos facilita comenzar un nuevo viraje en esa nieve más lenta.
Richard Berguer en Hochkar, Autria, 2007. Foto Vegh Andras.
Además de ello, este gesto de "impulsarnos" un poco con el bastón sirve a lo que algunos entrenadores llaman “re-centering” es decir, volver a centrase sobre los esquís cuando, deliberadamente, hemos quedado retrasados durante las fases de transición y desencadenamiento de un viraje. Esto es muy típico en el esquí fuera de pista pues, tratando de vencer la fricción, muchas veces dejamos que los pies corran y nos adelanten, de manera que nuestra posición se ve comprometida. Algo similar ocurre con la doble clavada de bastón que vemos en algunos corredores, aunque esto será tema de otro artículo específico.
Y, en fin, hoy hemos hablado de un gesto de los que podríamos llamar de “micro regulación”, muy refinado pero que los buenos esquiadores sabrán comprender y, quizás, en sus próximas salidas fuera de pista, reconocerán en su propio repertorio de habilidades.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2007