La semana pasada daba una de cal con una entrada al estilo de las revistas modernas de deporte (ya saben… “Los 4 errores típicos…” ) y hoy toca dar la de arena. Seguro que éste artículo no va a tener ni la mitad de éxito que el anterior, pero se lo debo a esos lectores que no se toman el deporte tan a pecho y, sin embargo, son tan esquiadores como el que más.
Lo que decía la semana pasada está muy bien: tener un plan, comprometerse y todo eso pero, realmente ¿Hace falta? Sí; pero sólo al que le satisfaga esa manera de progresar ¡Y le compense! A veces, la cantidad de tiempo y recursos que supone dominar un deporte puede comprometernos físicamente, distanciarnos de la familia o los amigos y, dependiendo de qué actividad deportiva hablemos, poner a temblar la cuenta corriente.
Soy suscriptor de una revista buenísima, pero que se empeña recurrentemente en hacernos entrenar a todos como atletas profesionales. El planteamiento está bien, se trata de aprender de lo que hacen los buenos, pero, claro, hay que tener en cuenta dos diferencias tremendas entre los profesionales y los aficionados. Los primeros viven de ello y el enorme tiempo vital dedicado al entrenamiento tiene una compensación económica. En segundo lugar, el entrenamiento intensivo mal supervisado puede resultar muy negativo para la salud y, en lo social o lo afectivo, puede convertirnos sin darnos cuenta en una persona egocéntrica a la que sólo importan sus metas deportivas… Seguro que ahora mismo se están imaginando un par de casos.
En fin; en otros artículillos hemos hablado de los beneficios del perfeccionismo, pero cuando la perfección se torna poco realista deja de ser buena para resultar contraproducente; y eso sin decir nada del negocio fabuloso para los vendedores de crecepelo, material deportivo carísimo y recetas milagrosas para lucir unos abdominales totalmente innecesarios en esa carrera popular para la que hemos entrenado como si fuéramos a la vez los dos hermanos Brownlee juntos... Y reconozco que la trampa es atrayente, juas, juas, porque he caído un montón de veces en ella.
Hasta la semana que viene ¡Buenas huellas!
Carolo © 2013