Foto Jan Vokaty
Esquiamos por diversión. Si aprender y perfeccionar no nos reporta placer, es absurdo invertir en ello tiempo y dinero. Sin embargo, si deseamos mejorar en algún aspecto, pero nos vemos estancados sin progresar, es posible que sea debido a alguno de los siguientes errores:
1. Centrarse sólo en la técnica
El rendimiento depende de muchos factores: técnica, condición física, elecciones tácticas, habilidades mentales, estado de ánimo, emociones… todo ello influído por el entorno cambiante. Desatender la condición física, la habilidad mental para concentrarse adecuadamente, o los conocimientos de táctica es el error más extendido entre los esquiadores que quieren mejorar. Busquemos trabajar en cada uno de esos aspectos, intentando que exista un buen equilibrio entre todos ellos.
2. No tener un plan
La diferencia entre los corredores y los aficionados es que los primeros hacen planes, se proponen objetivos y trabajan para alcanzarlos. Nosotros no necesitamos la misma organización que un atleta juvenil de un equipo, pero podemos aprender de ellos:
- Tengamos un profesor o entrenador de confianza: no sólo para que analice con profesionalidad nuestras necesidades y planee nuestra progresión, sino para que nos acompañe en los momentos de duda, desconfianza o desmotivación, dándonos la necesaria perspectiva externa del ojo objetivo y experimentado.
- Planteemos metas a corto, medio y largo plazo. Metas que sean ambiciosas aunque realistas, y que puedan ser de alguna manera mensurables. Obvia decir que no sirve de nada plantearse objetivos y no comprometerse a cumplirlos con perseverancia.
- Para planear bien hay que analizar previamente la situación en la que estamos. Midamos nuestros progresos de manera objetiva; calculemos velocidades, distancias, inclinaciones, variedades de terreno, técnicas y destrezas aprendidas, así como cualquier otro elemento que nos permita ver los avances que vamos realizando. A menudo no percibimos nuestros progresos porque, sencillamente, no nos hemos molestado en comprobarlos.
3. Esquiar sistemáticamente en condiciones difíciles
Esquiar en sitios demasiado fáciles entra en el ámbito de perseguir objetivos poco ambiciosos (o no perseguir nada simplemente, juas). Hacerlo sistemáticamente en sitios demasiado exigentes en el de plantearse objetivos poco realistas. La técnica y la táctica se comprenden y se interiorizan mejor en lugares fáciles y controlados, donde podemos concentrarnos sin distraernos por la ansiedad o los elementos externos. Cuando somos capaces de comprenderla verbalmente, identificarla y focalizarla adecuadamente, es momento de ponerla en práctica en terrenos más complicados. En este sentido, el exceso de exigencia puede también trasladarse al orden emocional: si nos planteamos el aprendizaje como una obligación, o no nos damos tregua, es posible que el estrés que nos autoimponemos, bloquee nuestra progresión.
4. No apreciar los resultados
La enseñanza del deporte ha estado tradicionalmente demasiado centrada en los errores (como este artículo, juas, juas) y en una visión juiciosa y negativa del rendimiento de los alumnos. Ello nos hace con frecuencia ignorar nuestras mejoras, al estar obsesionados con lo que hacemos mal, en vez de estar pensando en lo que hacer bien.
Como sugerimos en el párrafo de más arriba sobre medir objetivamente nuestros progresos, hagamos una lista de los factores sobre los que estamos trabajando: técnica, táctica, físico, mente, emoción… y esforcémonos en ver todos los pequeños progresos que vamos llevando a cabo en cada uno de estos campos.
Ser conscientes de todo ello, nos producirá un placer extrínseco que contribuye a la motivación para perseverar en nuestro compromiso pero, sobre todo, acostumbrarse a apreciar los resultados positivos y tenerlos presentes, sirve para disfrutar ese placer intrínseco, esa experiencia autotélica de la propia superación durante la práctica y el proceso de aprendizaje, que da sentido a nuestra afición a esquiar.
¡Buenas huellas!
Carolo © 2013