¡Dedos arriba!

De toda la vida de Dios se ha dicho que, para adelantarse, hay que apretar en las espinillas. Bien, el truco tiene buena intención, pero es difícil de llevar a cabo y, la realidad, es que durante años millares de esquiadores han estado frustrados por no poder “apretar en las espinillas”. Cuando uno está centrado, entonces, por la semiflexión de las botas modernas su peso descansa más o menos sobre las tibias (vamos, que aprieta en las dichosas espinillas). Es más fácil pensar en estar centrados encima de nuestros pies - algo que aprendimos al andar de chiquititos - que intentar gestos tan complejos (a veces imposibles de mantener) como “ir hacia delante” ¿Qué es eso de ir hacia delante? ¿es el cerebro de un principiante capaz de descifrar ese misterio?

Pero no voy a volver a soltar el rollo de mi viejo librillo. Voy mejor a dar un truco para comprender qué pasa allí abajo, entre los pies, los tobillos y las rodillas y qué puñetas hacen para ayudar a que se pueda dirigir el esquí. Siempre hemos oído que hay que apretar en el dedo gordo para iniciar un viraje ¿verdad? Pues hoy vamos a intentar lo contrario, y vamos a probar a subir los dedos de los pies hacia arriba.

Cualquiera pensaría que así íbamos a esquiar retrasados, pero no; nos va a ocurrir todo lo contrario. Al subir los dedos de los pies (en movimiento) vamos a tensar los músculos del empeine y el tibial anterior y nuestros tobillos se van a flexionar ¡MAGIA! Vamos, así, a presionar la maldita espinilla contra la lengüeta de la bota y, de propina, se nos van a flexionar algo las rodillas. Ninguna de las dos cosas son un fin en si mismas, pero nos sirven para ver que lo que hacen las articulaciones de las piernas (esquiando, patinando…) suele ser una consecuencia de lo que se hace con los pies o, al menos, cuando el movimiento parte conscientemente de los pies, el resto de las articulaciones llevan a cabo los gestos adecuados. Siempre se ha hablado mucho de doblar las rodillas y empujar con las tibias, pero esto era un error de concepto que, además, siempre ha confundido y frustrado a la mayoría de los esquiadores. El movimiento parte de abajo, de los pies, de los tobillos…. Hablando de equilibrio, de abajo arriba es siempre más fácil.

Por otra parte, al subir los dedos hacia arriba evitamos uno de los peores enemigos del esquí fluido: los pies crispados ¿Nunca lo hemos notado; esos dedos-garra, apretando desesperados contra la plantilla de la bota mientras todo vibra entre la nieve y nosotros? Paradójicamente los dedos hacia arriba nos harán esquiar algo más relajados, así que no hay más que probarlo. Con el tiempo, dejaremos de ponerlos hacia arriba y se quedarán laxos, pero nuestro sentido del equilibrio ya habrá aprendido ese recurso y la articulación del tobillo estará haciendo, junto con el resto de la pierna, su trabajo.

Y este es el rollete de esta semana; dedos arriba, sí; para empezar las casa desde abajo.

Carolo © 2004

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