Catarsis y prólogo
Malditos bots. Malditos algoritmos. Gobiernan nuestas vidas se podría decir. Que el tipo de escritura... que las palabras clave... que la cantidad de imágenes... que los videos tienen más alcance... . Al final hay que escribir lo que los buscadores y las redes sociales quieren. Eso si guardás esperanzas de que tu trabajo se refleje en una buena ubicación en los buscadores, y sea razonable el alcance que consigan en las redes.
Cuatro meses de estudios a nivel diplomatura universitaria me llevó comprender un poco este hasta entonces y para mí nuevo, extraño mundo. Y entonces, dejé de sentirme libre para escribir desde las ganas, desde las vivencias, hasta desde el corazón como muchas veces hice.
Me cago en todo eso. Cuando el bot lea "cago" tal vez haga que el algoritmo me mande al fondo de alguna oscura lista. O tal vez ya estén censurando este tipo de contenido, que en la red las prohibiciones y supuestas correcciones corren más rápido que las jamaiquinas los 100 llanos.
Bueno, acá va un repor como los de antes, los de siempre. LLeno de palabras, varias fotos, apenas algunos videos. Porque me gustan así, punto. ¿Ven?: montón de palabras y todavía no hablamos de esquí. Tranquilos, acá vamos.
Desastrosa temporada en Argentina. La ben/mal-dita nieve se nos rió en la cara. Así como en en el pandémico y ultra limitando en libertades 2.020 había tapado con su manto blanco todos los centros de esquí del país, en este 2.021 donde la desesperación por salir elevaba nuestra ansiedad a niveles inimaginables, apareció cómo y cuándo quiso.
Hubo aperturas precarias acá y allá, para aprovechar las ganas de los esquiadores y visitantes y por fin, satisfacer la necesidad de trabajar de las empresas concesionarias.
Las buenas condiciones duraron poco. Respondiendo al consejo de un par de amigos que habían encontrado condiciones más que buenas, partimos con otro hacia la cordillera de Neuquén y Río Negro una semana después. Fue solo para econtrar calor, gente, piedras, gente, arbustos, gente y además gente, gente y gente. En cierto y determinado lugar, en Julio (fecha de nuestro viaje) tuvimos esperas de casi tres horas de reloj (no estoy exagerando) para poder por fin comenzar nuestro primer descenso por una pista que literalmente desaparecía un poco con cada bajada. Como ya estábamos en cota media, las esperas posteriores se reducían a algo menos de una hora para cada subida.
Conclusión: 15 horas de viaje de ida y otros tantos de vuelta para volvernos dos días antes, con dos o tres días esquiados. La mejor (y más bizarra) experiencia del frustrado viaje fue la larga charla con el agente de la Policía de Mendoza destacado en en el pueblo de Ranquil Norte, en la Payunia profunda, en medio de la mítica ruta 40 en su tramo de tierra. Nos detuvo no para pedir certificado de salud, seguro del vehículo o identidad de los ocupantes. Simplemente... tenía ganas de charlar.
Y como las ganas de esquiar no habían sido satisfechas en lo más mínimo, apuntamos al lugar que se sabía venía zafando bien toda la accidentada temporada: Cerro Castor, en la lejana Ushuaia.
Capítulo único: Y todo el mundo se fue al Castor
Difícil conseguir pasajes aéreos a precios razonables. Y fuimos varios amigos los que viajamos si no juntos, en fechas cercanas. Aproximadamente 30 días antes del vuelo era la fecha más indicada para comprar. Claro, la creciente demanda hacía que las aerolíneas que tienen serivicios a Ushuaia, Aerolíneas Argentinas y Jet Smart, agregaran frecuencias que medianamente satisfacían esa demanda. Aparecían vuelos nuevos, se conseguían precios bajos. Dos o tres días después las tarifas cambiaban.

A la izquierda una simulación con tarifas actuales de pasaje sacado con tres o cuatro días de anticipación. A la derecha el que efectivamente compré, un mes antes de viajar.
Argentina ha vuelto a ser un país unitario en cuanto a política de transporte aéreo. Para viajar desde casi cualquier punto del país a otro, es necesario hacerlo vía Buenos Aires. Se agrega a eso, por estos tiempos, la posibilidad de reprogramaciones o cancelaciones. Afortunadamente no fue nuestro caso, pero por horarios y tarifas salimos de Mendoza, nuestra ciudad de origen a las 22:45 para llegar a Ushuaia a las 09:30. Casi 11 horas para cubrir una distancia lineal de unos 3.000 km.

Había que matizar la espera de alguna manera...
Ya faltaba poco. La estepa Patagónica hacia el Este, la Cordillera de Los Andes y la esperada ciudad trasandina de Ushuaia nos daban la bienvenida a la isla grande de Tierra del Fuego (sí, existe una isla ¿chica? de Tierra del Fuego).

Atravezando en vuelo el extenso lago Fagnano, sobre la vertiente Norte de la Cordillera de Los Andes

Costa del canal de Beagle

La nieve de Los Andes insulares
Irremediablemente lejana aunque bella, deseada, espléndida
Tuvimos la precaución de reservar alojamiento con mucho tiempo de anticipación también, casi un mes antes como en el caso de los aéreos. Si bien la oferta de hotelera y de departamentos temporales es grande y variada, todo hacía suponer que terminaríamos por encontrar ocupación plena llegadas las fechas.
El lugar elegido fue Ukurj departamentos, de Andrés Ukurj. Los precios de alojamiento en Ushuaia nos parecieron variados pero razonables en la gran mayoría de las consultas realizadas, pero la relación precio - calidad que conseguimos en los departamentos de Andrés fue inigualable. Para reafirmar lo acertado de nuestra decisión, Andrés resultó ser una persona excelente, honesta y servicial. Dado que tenía los horarios disponibles, nos brindó el traslado desde y hacia el aeropuerto como cortesía. También realizamos con él los traslados hacia y desde el Cerro Castor. Les dejo el teléfono de contacto y algunas imágenes y video para que puedan evaluar y hacer sus consultas: Andrés Ukurj +54 9 2901 48-1666.

Edificio estrenado este año, a dos cuadras de calle San Martín

Después de una demora en el vuelo y el largo viaje, desistimos de ir al cerro ese primer día. Tocó caminar un poco por la calle principal de la ciudad, visitar el puerto y hacer una primera, tímida aproximación a la gastronomía local.

Puerto comercial de Ushuaia


Típico de la gastronomía local, elegir una centolla viva para ser preparada y consumida en el momento

Imágenes superior e inferior, a la izquierda, el emblemático monte Olivia

¡Por fin nieve!
Y llegó nuestro primer día de esquí. Después de un año en "0 días esquiados" como fue el pasado, y dos días en medio de las interminables filas, la poca superficie esquiable habilitada y malas condiciones de pistas de esos primeros días de temporada 2.021 que comenté, la ansiedad llegaba a transformarse en emoción.


El Portal que señala los límites de la ciudad, por la RN3


Puente recientemente reconstruído. Por arriba el último tramo de la pista Halcón Peregrino

Ingreso al predio del centro de esquí
Y esas primeras jornadas de esquí fueron memorables.
Se suele decir que "Castor no falla". En realidad Cerro Castor suele tener algunos aspectos que no cumplen totalmente con las expectativas del visitante. A veces la nieve no es lo suficientemente buena para que los principiantes puedan bajar a la base por los caminos destinados a tal fin. En otras ocasiones está excesivamente congelada, o demasiado blanda en las cotas inferiores. Es frecuente que los fuera de pistas más accesibles se compacten naturalmente por el juego de las temperaturas altas durante el día que derriten la nieve, y las bajas durante la noche que la congelan. Y así se podrían citar otros ejemplos menores. Y repito esto, menores porque lo realmente diferente de Castor es que (permítanme utilizar un vulgarismo bien argentino) nunca te deja a pata. No se ve impedido de abrir por falta de nieve. Las condiciones de la concesión evitan que por un hipotético capricho del concesionario el centro de esquí permanezca cerrado. La superficie habilitada para el esquí y el snowboard generalmente es toda o casi toda la existente. Los medios de elevación no colapsan, aún en temporadas extraordinarias como estas en las que hubo esperas inéditas de entre cinco y ocasionalmente diez minutos, nunca más de eso. El tratamiento de la nieve, tanto en fabricación cuando es necesario como en pisado es excelente. Está bien señalizado, virtud de la que adolecen muchos centros de esquí sudamericanos. Y si sabés buscar, si tenés claro el cuándo y el dónde, todo el día, todos los días vas a tener buena nieve para disfrutar. Todos estos aspectos convierten a Castor, probablemente en el centro de esquí más equilibrado de la Argentina. ¿El mejor?: a mi personalísimo modo de ver, no. Los mismos conceptos de "mejor" y "peor" están en permanente tela de juicio cuando de nieve se trata. Pero poder ofrecer un producto sólido en casi todos sus aspectos no es poco en nuestro país. Y para muchos es motivo más que suficiente (y justificado) para decidir destino de esquí.

En la imagen de arriba podemos ver los telesquíes del Sol y del Este. A la derecha la pista Albatros. A la izquierda, parcialmente tapada por los árboles, Petrel. Estas dos pistas rojas, anchas con intersantes cambios de rasante, bien mantenidas (como todas en general) y con buena nieve durante casi todo el día se cuentan entre las joyas que el Castor tiene para ofrecernos.



Pista Las Rocas, otra de las lindas rojas que tiene el Castor






Tuve el gusto de conocer en persona a uno de esos "amigos virtuales" que te dan las comunidades de hermanos fans de la nieve a las que pertenezco, como Snowin. Lorena, ushuaiense por adopción y de corazón, anfitriona oficiosa de Cerro Castor, esquiadora estupenda y fantástica persona. ¡Gracias Lorena por la compañía y la buena onda!.
Un descansito había que tomarse en medio de tanta jornada de esquí. Bueno, a qué mentir, no fueron tantas pero mi cuerpo pide a gritos ser encuadrado en la amarga figura del ex esquiador. Me resisto, no con mucha convicción pero... aprovechamos para hacer turismo.
Mis queridos amigos y compañeros de viaje, deportistas consumidos (no, no quise decir "consumados"), estaban dispuestos a sacarle el jugo a cada hora pasada en Tierra del Fuego. ¿Esa mañana (día domingo) no se esquiaba?: hay mucho para hacer en Ushuaia y sus alrededores. Paisajes imponentes, ríos cristalinos, flora, fauna y mar. Un canal cargado de historia y belleza natural, digno de recorrerse por su costa, o navegarse a través de las múltiples embarcaciones de todo tipo y tamaño que ofrecen el servicio a los turistas. El interior de la isla, al menos en torno a Los Andes, no es menos interesante a los ojos y gustos del visitante. Pues bien, mientras yo vivía una mañana romántica con la almohada, ellos se decantaron por hacer una caminata con raquetas de nieve hasta la Laguna Esmeralda.

Laguna esmeralda totalmente congelada, fenómeno espectáculo en sí mismo



No se terminó en esa caminata la jornada para ellos (ni para mí en la cama, no me juzguen mal). A la tarde un amigo que vive en la ciudad nos llevó a recorrer el Parque Nacional y algún punto de interés más. De la mano de los locales creo es como más se disfruta conocer lugares, nuevos o no tanto. Así aprendimos sobre los límites con Chile es esa parte de nuestro lejano Sur, el daño que la introducción de una especie exótica como el castor está causando desde hace décadas al ecosistema local, o el rápido crecimiento urbano que está experimentando Ushuaia también desde hace años.


Una castorera (dique) y el consecuente lago que se forma. Los árboles talados y los que se encuentran en las superficies anegadas, mueren. Son especies de crecimiento lento, por lo que el daño es palpable. El castor no tiene depredadores naturales en estas latitudes. Además no se les desarrolla una piel atractiva para el mercado, ya que las temperaturas de la región son muy superiores a las de su lugar de origen, las regiones frías de Norteamérica.

Típico árbol cortado por un castor


Un sector de Bahía Lapataia, en el Parque Nacional Tierra del Fuego
Y me di el gusto, de la mano de nuestro amigo local, de reconocer y visitar un lugar donde me había tomado una foto en 1984, cuando visité Ushuaia por primera vez. En mi posterior visita en 2018 no había sido capaz de dar con él, aunque con la orientación de algunos amigos intuía podía ser la vieja pista del Club Andino Ushuaia. Treinta y siete años después, pude recrear esa imagen:

Y retomamos la pasión que nos llevó tan lejos. Luego del merecido descanso, volvieron las jornadas de esquí.
Las temperaturas subieron y fue imposible encontrar pistas duras. Sí señores, no cambio un día de "corderoy" semicongelado por un día de powder. No existen las pistas demasiado duras, existen los cantos desafilados. Hay que sacarle al material todo lo que este es capaz de dar.
Entonces llegó el momento de manejarse con inteligencia. Como dijimos, si sabés el cómo y el dónde, siempre vas a encontrar en Castor nieve a tu gusto, que haga que tu día sea un buen día de esquí. La nieve transformaba rápido, así que mejor aprovechar las cotas más bajas temprano. Las pistas Cóndor y Halcón Peregrino estaban magníficas a eso de las 10:00/10:30, casi sin hielo, casi sin nieve primavera. Para carvear o dejar correr a los esquíes, una delicia. Tipo 14:00 o 14:30 ya toda la superficie era nieve transformada, para tomárselo con calma, buscar algún rinconcito menos maltratado por las temperaturas y la gran cantidad de esquiadores.

En las imágenes superior e inferior, tomadas desde la misma posición hacia la silla Del Bosque y hacia el puente sobre el Larsiparsahk, se puede ver cómo la nieve en la base fue sufriendo las consecuencias de las altas temperaturas. En las mañanas la fila para subir a cota 480 solía llegar y hasta pasar el puente. Aún así la espera no superaba los 10 o 12 minutos.





En el Park pudimos observar el derretimiento de la nieve en pocos días
No puedo dejar de destacar la excelente gastronomía que puede disfrutarse en Ushuaia. Predominan los platos a base de frutos de mar y cordero patagónico. Verdaderas delicias en todos los casos.


Merluza Negra, exquisitez local

Dos platos a base de Centolla, el emblema gastronómico de la ciudad


Arriba, la fachada de uno de los más tradicionales restaurantes de la ciudad. El salón comedor ya estaba lleno. Mientras, estas personas esperaban ser atendidas a medida que se fueran desocupando mesas. La hora: 20:30. Tempranísimo para las costumbres de un país que no suele cenar antes de las 21:00 o 22:00. Y es que la ciudad estaba sobrepasada en su capacidad. Costaba mucho conseguir mesa en restaurantes, habitaciones en hoteles y hasta equipos de esquí o snowboard en los rentals tanto del cerro como de la ciudad.
Así como el centro de esquí hizo su mejor esfuerzo para que sus visitanes pudiesen disfrutar de las instalaciones pese a duplicar la afluencia normal diaria, y la hotelería nada puede hacer contra la ocupación plena, percibí que el sector gastronómico no estuvo a la altura. A las 21:00 en más de un lugar nos rechazaron esgrimiendo la falta de lugar en el momento, no teniendo previsto un segundo turno de cena o una segunda ronda de ocupación de mesas. Un par de días debimos desistir de cenar fuera y volver a los departamentos y recurrir a delivery. Curiosamente, en una temporada exepcionalmente alta como esta, la mayoría de los establecimientos gastronómicos cierran al menos un día a la semana.
Y llegó el día del regreso, luego de una semana que por muy fructífera y disfrutada se nos hizo corta.

Desde el aire, ya de regreso a Buenos Aires, pudimos despedirnos por última vez del muy lindo Cerro Castor.

La ciudad de Río Grande, la más populosa de la provincia de Tierra del Fuego dejaba paso al mar argentino austral, y marcaba el fin de nuestra visita a la isla.
Como conclusión puedo decirles, tanto a los argentinos esquiadores como la los extranjeros que leen estas (muchas) líneas, que Ushuaia y el centro de esquí Cerro Castor "dan la talla" como destino internacional de turismo y esquí. Son sin dudas uno de esos lugares emblemáticos que nos debemos a nosotros mismos conocer como fans de la nieve y sus deportes asociados.
Mientras terminaba este repor ("artículo" en "argentino coloquial") amigos que viajaron, me contaban que las nevadas habían vuelto, que seguramente el cerro va a volver a ser un paraíso blanco. Otra vez, el Castor no los va a dejar "a pata".

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