En tiempos de Coronavirus, los centros de esquí argentinos apuestan a abrir sus puertas cuando y en las condiciones que las autoridades dispongan.
Por ello estuvimos en contacto con los principales referentes de los dominios de nieve y esquí del país los que nos transmitieron por igual, reservas y expectativas.
Desde hace seis años Pablo Torres García, titular de Cerro Bayo, es presidente de la Cámara Argentina de Esquí y Montaña (CAEM). Nos comentó que todo el sector está dispuesto a afrontar el desafío que implica compatibilizar el cuidado de la salud y la vida, con la necesidad imperiosa de trabajar que tienen tanto las empresas como sus empleados. Necesidad que comparten tambíen la gran cantidad de establecimientos (con su respectiva planta de personal) de las ciudades y pueblos cercanos que dependen directa e indirectamente de que la temporada de invernal pueda desarrollarse.
Por supuesto que este inicio de temporada está también lleno de incertidumbre: los centros de esquí sabe que la decisión final, el visto bueno para el inicio (o no) de sus actividades es algo que escapa a su decisión. Se mantienen en permanente contacto estrecho con las autoridades nacionales, cuyo interlocutor es el Ministro de Deportes y Turismo Matías Lammens, y también en forma particular con los gobiernos provinciales y municipales a fin de encontrar una solución consensuada al desafío planteado.
Que quede claro algo: el presente ejercicio económico cerrará con fuertes pérdidas para quienes explotan centros de esquí en el país. Esto en cualquiera de los escenarios posibles que se manejan, aún los más optimistas. Pero el desarrollo en alguna medida de la temporada puede contribuir a que la catástrofe sea un tanto más soportable para todos los actores económicos de la actividad.
Así, están avocados al perfeccionamiento de protocolos específicos, basados por supuesto en los que para la población en general han determinado las autoridades sanitarias.
Seguramente no se podrá contar con afluencia de turistas por transporte aéreo. Muy dificilmente transporte terrestre por ómnibus de larga distancia. Todos los cañones están apuntados a que se autorice la circulación de vehículos particulares, cuando menos desde las localidades menos comprometidas por la pandemia. Probablemente circulación vehicular local y regional. En el mejor de los casos nacional desde núcleos urbanos pequeños y medianos, menos comprometidos por la pandemia.
La hotelería es otra incógnita. No todos los centros de esquí cuentan con establecimientos propios, pero si resulta fundamental el aporte de turistas que reciben desde las localidades adyacentes. Es algo en lo que también están trabajando con las cámaras hoteleras involucradas y las autoridades de aplicación.
Para evitar aglomeraciones de personal, la idea general es fomentar la utilización del vehiculo particular de los empleados. Para los que no dispongan de movilidad, las empresas implementarían un sistema de transporte propio (de hecho ya algunos lo tienen desde hace tiempo) en vehículos colectivos guardando en el interior las distancias de seguridad propuestas y/o exigidas por las autoridades. Por supuesto, ya en los lugares de trabajo las medidas de protección de la salud propia y las de los visitantes serán las de rigor que deben cumplir las actividades exeptuadas al día de hoy.
Es bastante más claro el panorama para el manejo de quienes practiquen snowboard y esquí:
- Distanciamiento social obligatorio en las filas de las ventanillas para compra de tickets (desde los centros de esquí ven con alivio que esta pauta de cuidado ya se cumple con responsabiliad social en otros ámbitos donde se aplica).
- Una o dos personas por góndola, una por silla doble, dos por cuádruple o séxtuple, distancia rigurosa de un metro y medio (snowboard o esquíes en hilera, nunca a la par) en las filas de espera para abordar los medios de elevación.
- En pistas también se apelará a mantener el distanciamiento obligatorio, con la colaboración de los cuerpos de patrullas.
En cuanto a los paradores de montaña las acciones previstas van en el mismo sentido que los puntos anteriores, asegurar el distanciamiento social y las normas de higiene.
Los centros de esquí confían en poder llevar adelante estos protocolos con éxito, en parte por el mismo motivo que hará de la temporada (de haberla) un fracaso económico de proporciones: la afluencia de turistas se verá disminuída en por lo menos un 50%, tomando los cálculos más optimistas.
Algunas particularidades:
Las Leñas:
Enfrentará un desafío adicional, ajeno a la mayoría de sus colegas. El personal que trabaja en el centro de esquí se aloja en su gran mayoría en las residencias destinadas a tal fin. Allí suelen darse grandes concentraciones de personas en distintos momentos del día, ello sumado a que las habitaciones suelen ser compartidas por hasta cuatro personas. Confían en que la subocupación hotelera y de departamentos permita descomprimir los bloques residenciales citados.

Caviahue:
Trabaja en un protocolo conjunto con Chapelco, las autoridades provinciales y las respectivas municipalidades. Ello tanto para el personal como para los turistas visitantes.

Chapelco:
Evalúa la posibilidad de quitar las ventanas de su telecabina para posibilitar la circulación de aire en las mismas.
Se harían controles de síntomas a todos aquellos que concurran a sus instalaciones, a la vez que se dotaría al acceso al cerro de cabinas de desinfección.
Tiene diseñado un sistema de transporte propio para su personal desde hace tiempo. En esta temporada se adicionaría un autodiagnóstico de cada uno de sus empleados, en su casa, antes de abordar las unidades de transporte. Solo abordarían quienes informen haberse tomado la temperatura y no tener fiebre o síntomas.
Para el momento del almuerzo, evalúan entregar viandas a sus empleados para ser consumidas en los puestos de trabajo y evitar la aglomeración en comedores.
En sus paradores la idea es pontenciar la venta on line ya implementada en años anteriores, así como la práctica del Take Away. Se evalúa incluso la toma de reservas para quienes quieran consumir los alimentos en las mismas instalaciones del parador.

Cerro Bayo:
Suele recibir, algunos días de temporada, hasta 1.500 turistas provenientes de Bariloche. Se verá así afectado también por la disminución del caudal turístico desde esta ciudad vecina.
Tienen pensado implementar un sistema de transporte de personal similar al de Chapelco.

Cerro Castor:
Es largamente el más perjudicado por la falta de vuelos comerciales, aunque sus propietarios nos manifestaron su voluntad de comenzar la temporada, de ser autorizados por las autoridades pertinentes.
Además de la merma significativa en el caudal de turistas que esperarían, una de sus importantes fuentes de ingresos, los entrenamientos de equipos extranjeros, se vería fuertemente disminuída ya que los responsables de algunos de estos han manifestado que no estarán presentes esta temporada.

Del dinamismo de los acontecimientos que nos toca vivir por estos días, y las decisiones gubernamentales pertinentes, dependerá si los fans de la nieve podremos disfrutar nuestra afición este 2.020. Si no fuera así, siempre deberemos tener presente que ese será el menor de los males: lo verdaderamente importante que se pone en juego es la continuidad del medio de sustento de más de 50.000 personas que, directa o indirectamente, viven de las actividades invernales.