- El campeón paralímpico Jon Santacana, junto a su guía y compañeros de lequipo nacional de esquí adaptado, ha podido disfrutar de una actividad con la que siempre había soñado: pilotar un avión
El donostiarra Jon Santacana sufre la enfermedad de Stargardt, que provoca baja agudeza visual, y en su caso, le falla la visión central. Sin embargo, su degeneración macular no ha sido un impedimento para hacer cosas fuera del alcance de la gran mayoría de los mortales, como lanzarse montaña abajo a 120 kilómetros por hora.
De hecho, Jon Santacana es dos veces campeón paraolímpico y ocho veces campeón del mundo de esquí. Ajeno a la blancura cegadora de la pista, vuela sobre la nieve guiado por Miguel Galindo, al que sigue con una confianza ciega, en el sentido más literal de la expresión. A veces, de pronto, en el fragor de la bajada, entre curvas y cambios salvajes de rasante, Jon pierde a su compañero... Entonces cumple como puede con las instrucciones que le acaba de dar: "Es fuerte. Es como entrar en una habitación a tientas... Pero a 120 kilómetros por hora".
Pese a que la descarga de adrenalina en los descensos de esquí es inmensa, Jon está ávido de nuevos retos y emociones, y hace un par de años, declaraba en una entrevista que le quedaba un sueño por cumplir: pilotar un avión. "Me gustaría hacer muchas cosas que no puedo, me volvería loco ser piloto de caza, imagino que como el resto de la gente, tiene que ser algo increíble, aunque eso es algo que muchos no podemos hacer. También me gustaría conducir, que es algo más cotidiano, pero no puedo", aseguraba.
Pues bien, Fundación Repsol se enteró del sueño de Jon, y le propuso al equipo de vuelo acrobático Bravo3, regalar al donostiarra y a sus compañeros del Equipo Nacional de Esquí Adaptado, un bautismo acrobático.