Artículo en colaboración con:

Fotos: Cristian Casal/Roca Roya, Wintersteiger
Científicamente comprobado: la gráfica es decisiva en la decisión de compra de un esquí, pero sentimos decir que no mejora su comportamiento.
La parte realmente importante de los esquís es la que está debajo. Nuestro disfrute y seguridad dependen de la suela y los cantos, que se desgastan y se deterioran con el uso. Baste decir que, en competición -desde los corredores de club hasta los atletas de Copa del Mundo-, los esquís se repasan a diario.
Como los neumáticos de un coche
Con el paso de los días, la base del esquí deja de tener el impecable acabado con el que sale de fábrica. Los cantos pierden el filo que garantiza su agarre en nieve dura, mientras que la suela recibe pequeñas (o no tan pequeñas) rayaduras e incluso se deforma. Todo ello penaliza, poco a poco, la respuesta del esquí, que ya no muestra ese comportamiento tan bueno que tenía cuando lo estrenamos.
Afortunadamente, la tecnología pone en la actualidad a nuestro alcance herramientas con las que mantener nuestro material en perfecto estado.

De la misma manera que los neumáticos de nuestro coche deben tener el dibujo y la presión de aire adecuadas para que respondan con seguridad y precisión sobre el asfalto, tenemos que preocuparnos de repasar periódicamente nuestros esquís en un taller especializado. Mínimo una vez por temporada, más si somos esquiadores asiduos.
La diferencia entre un esquí bien cuidado y otro que necesite un repaso es, sencillamente, abismal.
Cómo funciona una máquina Wintersteiger
La firma austríaca Wintersteiger, líder mundial de máquinas de mantenimiento de esquís, tiene en la actualidad diversos modelos de máquinas robotizadas que garantizan un acabado rozando la perfección.
El secreto de estos sofisticados robots está en las “piedras” que trabajan sobre los esquís: unos rodillos y discos, de mineral o cerámicos -según su función- que rectifican, estructuran, afilan y pulen las suelas y los cantos con una precisión de laboratorio.

El repaso, totalmente automatizado, consta de tres fases principales, aunque en las máquinas más sofisticadas el proceso es más completo y perfeccionado.
En la primera etapa, un cilindro sobre el que previamente se ha grabado un relieve específico se encarga de rectificar la suela, recuperando su planeidad, y de marcar en ella el conocido estructurado. Se trata de un dibujo, perfectamente visible, que aporta unas óptimas propiedades de deslizamiento y control al esquí.
En el segundo módulo, unos discos cerámicos trabajan sobre los cantos, proporcionando el afilado y el ángulo preciso tanto al lateral como a la base.
En la última etapa del proceso, un rodillo cerámico proporciona un pulido final que le da un excepcional acabado a los cantos y la máxima uniformidad con la suela. De esta manera, el esquí sale de la máquina listo para subir a pistas.
Etapa 1. Piedra para planeado y estructurado de suelas
La piedra rectifica y realiza micro cortes en la suela, creando un dibujo. Esta estructura incrementa el deslizamiento y contribuye a una mejor impregnación de cera. Un esquí correctamente estructurado es mucho más manejable, desliza más y es más dócil y agradable de conducir.

Etapa 2. Tuning y afilado de cantos con discos cerámicos
Dos discos cerámicos proporcionan un afilado y tuning (ángulo) preciso a los cantos. Las ventajas son:
- Agarre superior en la entrada y el desarrollo de la curva.
- Conducción más estable en los giros.
- Deslizamiento más homogéneo.
- Incremento de la manejabilidad.
El software de la máquina permite trabajar diferentes ángulos para buscar prestaciones concretas como, por ejemplo, acentuar el agarre o facilitar la entrada en el giro.

Etapa 3. Pulido
Con la tecnología cerámica de afilado, el tercer módulo proporciona un pulido final del canto plano que le da un acabado excepcional y garantiza la máxima homogeneidad con la suela. El resultado es una finalización propia de un esquí de alta competición, con unas características de agarre, deslizamiento, manejabilidad y deslizamiento óptimos.

En el caso de la Júpiter, la última creación de Wintersteiger, el nivel de trabajo llega a la excelencia, pues los discos cerámicos pueden variar el ángulo de afilado de cantos en cada parte del esquí -menor en espátula y cola que en el patín- para mejorar la manejabilidad. También tiene una etapa inicial para rebajar el ABS de los laterales del esquí (un trabajo que sólo hacen los skiman de competición) y su programa informático permite incluso reconocer cada esquí para aplicar los parámetros de manera personalizada.
Personalización por control numérico
Todo el proceso está controlado digitalmente, mediante una pantalla en la que el técnico puede modificar los parámetros de estructurado, ángulo de afilado (tanto el de la base como el lateral) y demás de manera sencilla. De este modo se puede aplicar a la suela un dibujo más polivalente, para un uso recreativo, u otros específicos según el tipo de nieve, en el caso de los esquís de competición.

Por último y no menos sustancial: la puesta a punto de una máquina tan sofisticada es parte importantísima para asegurar que los esquís reciben el acabado correcto. En el caso de Wintersteiger, el distribuidor en España dispone de un servicio técnico permanente, con operarios que se pueden desplazar al taller en cuestión para efectuar el mantenimiento cuando sea necesario. Pero es que, además, estas máquinas están conectadas vía Internet con la central en Austria, que puede diagnosticar de manera remota cualquier desajuste.
Puedes consultar los talleres Wintersteiger en España en este enlace.