
Fotos/vídeo: Víctor Bultó, BOA
El pasado invierno llegaba al mercado el sistema de ajuste BOA para botas alpinas, como alternativa a los cierres de ganchos. En Esquí Pro lo pudimos probar a finales de la temporada anterior y publicamos nuestras impresiones en este artículo. Una importante novedad en el conservador diseño del calzado de esquí, cuya arquitectura no ha cambiado significativamente desde que Bob Lange comercializase en 1965 la primera bota con carcasa de plástico y ganchos metálicos.
La mayoría de marcas han apostado por el BOA, pero de momento sólo en la zona del empeine, mientras que en la caña se han mantenido los clásicos ganchos.
Era cuestión de tiempo que el sistema se implementase también en la parte superior: el año que viene ya estará disponible el doble BOA.

Cómo funciona el BOA
Frente a las palancas y hebillas de los ganchos, el BOA consiste en un cable lazado sobre la zona a sujetar, que se tensa mediante un dial. Un sistema muy extendido en otras actividades como el ciclismo o el running, del cual se ha diseñado una versión específica para el esquí alpino. Es el BOA H+i1, más reforzado para trabajar sobre el plástico de las botas.
Su funcionamiento es sencillo: basta con girar el dial hacia delante para dar tensión al cable y obtener el ajuste deseado, mediante clicks sucesivos, o en sentido contrario para aflojarlo. También podemos liberarlo por completo, tirando de él.
En el empeine, el dial tensa el cable a través de cinco puntos, uno más que con los ganchos convencionales, abarcando de esta manera una mayor superficie y proporcionando un ajuste más uniforme.

En cuanto al nuevo dial de la parte superior, no actúa sobre un solo extremo del cable como en el empeine, sino sobre ambos. Abraza toda la zona mediante cuatro puntos, configurando un esquema similar al de los ganchos; pero los dos extremos del cable se recogen en el dial, que actúa como un quinto punto y tensa todo el sistema. Su funcionamiento es como el del empeine, con clicks tanto para apretar como para aflojar y la opción de soltarlo por completo tirando hacia fuera. Al respecto, el punto superior delantero por el que pasa el cable es desmontable, para facilitar el calzado y descalzado de la bota.

La bota
Hemos probado el doble BOA en la nueva K2 Cortex 140, que estará a la venta el próximo invierno 25-26. K2 es una de las marcas que más decididamente ha apostado por el BOA, no en vano esta temporada ofrece hasta 22 modelos con este sistema.
Con una horma de sólo 96 mm y un flex de 140, según la clasificación que establecemos en Esquí Pro, la Cortex es una bota High Performance. De hecho, es el modelo más prestacional que ha fabricado nunca K2, con rendimiento de competición… pero no de competición alpina sino de freeride.

En su desarrollo ha intervenido Max Hitzig, vencedor del Freeride World Tour la pasada temporada, e incluye detalles como las suelas GripWalk o inserts en la puntera para fijación pin.
Una bota de horma estrecha y flex elevado. No es un tema menor, porque condiciona por completo la prueba del BOA. Frente a los modelos de horma media en los que se ha implementado hasta ahora, es la primera bota de corte racing con este sistema que tenemos ocasión de probar, lo cual nos ha permitido evaluarlo en términos de rendimiento y precisión. ¿Sujeta tanto el BOA como los ganchos? Seguid leyendo…
Calzado y descalzado
La manipulación de la bota es uno de los puntos fuertes del BOA. Para calzarla, soltamos ambos diales y liberamos por completo los cables. En el caso del de la caña, hay que desenganchar también el punto superior, para que el pie entre con facilidad. Lo colocamos de nuevo en su sitio, cerramos los diales y roscamos. Hay que dar bastantes vueltas hasta que empezamos a notar tensión, el proceso no es más ágil que con los ganchos, pero es más cómodo. A partir de aquí, seguiremos roscando hasta conseguir el ajuste deseado.
El descalzado sí que es claramente más rápido, no hay color respecto de los ganchos: basta con desbloquear los dos diales, soltar el punto superior de la caña y ya nos podemos quitar la bota.
El test
El primer día con la K2 Cortex no estuve cómodo. Estrené las botas tal y como salieron de la caja y me colocaban sobre los esquís en una posición demasiado erguida para mi gusto. Además, las noté excesivamente rígidas en flexión (realmente la dureza es 140) y, aunque desde el primer momento sentí que la horma es ajustada, no me acababan de sujetar bien. Así que por la tarde hice algunos retoques con los accesorios que trae la misma bota: coloqué la cuña en la parte posterior del botín para ganar inclinación, quité uno de los dos tornillos posteriores de la caña para suavizar un poco el flex, añadí la plantilla de grosor para reducir la talla de 27,5 a 27 y, sobre todo, sustituí las plantillas interiores de origen por unas mías, personalizadas.
El cambio fue radical (¡qué importante es la personalización!) y al día siguiente pude centrarme en disfrutar y evaluar el funcionamiento del BOA.
Con el recuerdo de haber probado el sistema en botas de horma media, apreté mucho ambos diales “por si acaso…” y el resultado fue que en la primera parada los tuve que aflojar, ¡porque tenía demasiada presión! Las sensaciones con una bota de bajo volumen como la Cortex, realmente deportiva y ajustada, no tienen nada que ver con las que había tenido en ocasiones anteriores. Me atrevo a decir que el BOA sujeta tanto como unos ganchos. En el empeine, con la sensación de uniformidad que ya conocía, mientras que el de la caña -la novedad- envuelve y recoge por completo la pierna con una delicadeza y al mismo tiempo solidez realmente buenas.
En ninguno de los dos diales tuve que llegar al máximo para poder exprimir sin reservas los race carver con los que esquío habitualmente. Así que, para los que tenían dudas en cuanto al rendimiento del BOA, por mi parte han quedado completamente despejadas.
Conclusiones
Nos gusta la novedosa imagen que aporta el BOA a las botas de esquí, integrado y sin elementos sueltos. Nos gusta la simplicidad y facilidad de su funcionamiento, así como la opción del ajuste “fino” que permiten los diales. Este es uno de los puntos fuertes del sistema: la posibilidad de hacer pequeñas correcciones subiendo o bajando algún click hasta conseguir el ajuste deseado. Además, el conjunto es más ligero que una doble pareja de ganchos.

También nos gusta la consistencia y amabilidad con la que el segundo BOA sujeta la pierna de manera uniforme.
Pero lo que más nos ha sorprendido del doble BOA es el rendimiento que puede ofrecer en una bota de altas prestaciones.
¿Dónde creemos que hay margen de mejora? No estaría de más tener algún tipo de escala que nos ayudase a encontrar rápidamente el ajuste de partida, de la misma manera que con los ganchos sabemos que nuestro apriete idóneo está, por ejemplo, en el punto 2 o 3. En todo caso, es muy fácil de regular, modificando algún click arriba o abajo según convenga.

Por otro lado, los diales nos siguen pareciendo bastante voluminosos, no tanto en diámetro como en grosor, de más de 3 cm. Nos gustaría que quedasen más enrasados con la bota, aunque hay que recordar que en caso de impacto saltan sin romperse.
En todo caso, el doble BOA nos ha sorprendido. En una bota como la K2 Cortex muestra su cara más prestacional, como añadido a la comodidad de manejo que lo caracteriza. El BOA va a romper esquemas a más de un esquiador experto. Y nos consta que ya se está probando en competición.
Tiempo al tiempo.