
Con la colaboración de Alfonso Cubillo, profesor diplomado por la Escuela Española de Esquí.
Lo hemos comentado en repetidas ocasiones: las botas son el elemento más importante del equipo. Son nuestro nexo con los esquís, a través de ellas recibimos la información de lo que ocurre bajo nuestros pies y transmitimos las órdenes al terreno. Por ello es tan importante que se ajusten todo lo posible a nuestras necesidades.
A la hora de elegir una bota, hay que tener en cuenta tres parámetros: la talla, la horma y la dureza.
Obviamente, debe ser exactamente de nuestra medida, ni más ni menos. No nos pueden quedar pequeñas, pero si nos van grandes perderemos precisión.
En cuanto a la horma, la oferta disponible de modelos es inmensa y cubre la mayoría de las anatomías: pies anchos, estrechos, con empeine alto o bajo… hay que optar por la que mejor se adapte al volumen y forma de nuestros pies.
Por último, tenemos la dureza. Todas las botas vienen marcadas con un índice de flexión, que indica su capacidad para ceder bajo el apoyo del esquiador. Este índice se refiere especialmente a la elasticidad frontal (hacia delante) de la caña, aunque alude también a la solidez general de la bota.

El flex de una bota tiene que ser el idóneo para nuestras características, tanto físicas como técnicas. Debe ser tal que nos permita articular el tobillo lo suficiente para trabajar eficazmente sobre los esquís. Un flex muy duro nos retrasará la posición, mientras que si es demasiado blando se deformará más de la cuenta.
¿Qué índice de flexión me corresponde? En la tabla adjunta explicamos, de manera orientativa, el flex recomendado para diferentes tipologías de esquiadores. El problema es que, aunque todas las marcas utilizan un baremo común, no está normalizado y botas de distintas marcas con el mismo índice no tienen la misma rigidez.

Llegados a este punto, hemos puesto sobre la nieve dos botas del mismo modelo y talla, pero con índices de flexión diferentes, para comprobar realmente la diferencia de dureza y cómo afecta a nuestro esquí. Para el experimento hemos elegido la Nordica Promachine, una excelente bota de horma 98 mm, deportiva y con muy buen rendimiento, en durezas 130 y 110. Y como compañero de pruebas he contado con mi amigo y socio esquiador Alfonso Cubillo, profesor diplomado por la EEE y adicto a la nieve, con el que, además de tener la misma talla de pie, llevo años compartiendo bajadas tanto en pista como en fuera-pista.
Semejanzas
Nuestras botas de test comparten la carcasa Tri-Force de triple densidad. En ambos modelos es idéntica en su forma, con una horma estrecha y anatómica que sujeta muy bien el talón.

Es termoformable mediante la habitual tecnología por infrarrojos de Nordica. También los ganchos son los mismos (atornillados en la 130, remachados en la 110) y el strap de 45 mm. Los botines tienen doble tirador, en la lengüeta y detrás, para facilitar el calzado.
Diferencias
Aunque ambas versiones comparten arquitectura, hay tres diferencias sustanciales entre ellas.
A nivel estructural, en el interior de la carcasa, la 110 tiene en los laterales unas hendiduras más pronunciadas en la zona que se sujeta con la caña (justo por encima de la articulación), que le dan una mayor flexibilidad.

Por otro lado, el strap de la 130 incorpora el Power Driver, una sencilla pero ingeniosa pieza que recoge la caña y la lengüeta, mejorando el ajuste y aumentando la firmeza de la bota.

En tercer lugar y no menos importante, los botines también son diferentes. El Isotherm 3D Cork Fit R de la 130 tiene paneles de corcho personalizable en la zona de los maléolos, lengüeta ajustable, una cuña también ajustable en la pantorrilla y la posibilidad de acordonar la caña. Todo ello le proporciona una mayor firmeza y precisión. El de la 110 es el Isotherm 3D Primaloft, más confortable, también personalizable por termoformado y con aislamiento Primaloft.
En ambos casos la zona baja es Isotherm, un material aislante y transpirable.

Por último, hay algunos detalles de acabado superior en la 130, como las suelas GripWalk firmadas por Michelin, o un sistema de canting diferente.

Test
Desde el momento de calzar una u otra versión de la Promachine ya se aprecian diferencias. Ambas sujetan con precisión el pie, pero el ajuste de la 110 es claramente más mullido y confortable. La 130 no es en absoluto una bota incómoda, pero en comparación se nota más “espartana”, con un tacto más directo debido al botín, derivado del que utilizan las Dobermann de competición.
También la sujeción del strap es claramente más firme en el modelo superior, gracias al Power Driver; encaja perfectamente con la forma de la caña, fijándolo sobre la carcasa y la lengüeta. El de la 110 cumple sin objeciones su cometido, pero no proporciona el ajuste de la 130.
El resultado es que, ya en parado, la diferencia de firmeza entre una y otra es evidente.

Con intención de aislar todo lo posible las sensaciones, tanto Alfonso como yo utilizamos el mismo esquí: sendas unidades del Nordica Dobermann Spitfire 80 RB. Un esquí pistero, ancho y potente, al que le gustan los virajes abiertos con velocidad.
Intercambiamos las botas en cada bajada, lo cual nos ayuda a contrastar nuestras impresiones. El calzado y descalzado de la Promachine es fácil gracias al Easy Entry (una zona de plástico más blanda en el empeine), así que lo hacemos a pie de remonte. Tras cuatro bajadas -dos con cada modelo- nuestras opiniones coinciden: la 130 no sólo es más dura en flexión, sino más directa en sus sensaciones. Como es habitual en Nordica, el flex 130 es real y acepta sin rechistar apoyos enérgicos, lo que sumado a la precisión de respuesta del botín, da como resultado un carácter próximo al de una bota de competición. Una bota fantástica para los que les gusta buscar sus límites.

La 110 ha sido, para ambos, una sorpresa. Sorpresa grata. Su botín es francamente más cómodo y se adapta como un guante al pie tal y como sale de la caja -en el caso de la 130 es muy recomendable hacer el termoformado-. Pero esta comodidad no significa una merma de prestaciones equivalente a la mejoría en confort; sigue siendo una bota deportiva, a la que se le puede sacar mucho partido.
El flex de 110 es más progresivo y, aunque es más suave, no conlleva una pérdida de rendimiento. Se le puede exigir mucho y su dureza de flexión nos ha parecido idónea para una gran mayoría de esquiadores.
Conclusiones
Hemos confirmado sobre el terreno que “más duro”, no significa “mejor”. Que eligiendo el flex idóneo para nuestras características aprovecharemos mejor nuestra técnica y disfrutaremos más. No hay que obsesionarse con elegir una bota muy dura, porque nos exige más y puede ser contraproducente.

Por otro lado, y no menos importante: las diferencias entre versiones diferentes de un mismo modelo no se limitan a su distinto índice de flexión. Cambia la firmeza de la carcasa, pero también el botín y otras características. En la búsqueda de una respuesta más deportiva, una bota con flex alto no sólo es más dura, sino que su ajuste es más preciso… y no tan cómodo.
Habrá que tener todo ello en cuenta en el momento de elegr nuestras nuevas botas.
