En la mayoría de los deportes el material juega un papel importante; pero es que en el esquí podemos decir que es decisivo. Mucho más que -por poner un ejemplo evidente- en la natación. Tenemos la indumentaria, las botas, unas buenas gafas… y, por supuesto, los esquís.
En la nieve, la diferencia entre llevar o no el equipamiento adecuado es un condicionante definitivo.
Las formas son importantes
La forma que tiene un esquí, aparentemente sencilla, es clave en su comportamiento. Tras las dimensiones de esa ‘tabla’ alargada y con la parte delantera curvada hacia arriba se esconden muchas horas de investigación y desarrollo, muchos prototipos y muchas bajadas de pruebas para conseguir la mejor respuesta posible.
Salta a la vista que un esquí de slalom es muy diferente a uno de freeride; pero es que nada tiene que ver trazar virajes pronunciados en pista que sumergirse en nieve profunda.
En todo caso, no es necesario ser ingeniero para entender la geometría de un esquí. Bastará con tener claros algunos conceptos que nos permitirán identificar, a grandes rasgos, para qué está diseñado un modelo concreto y cuál va a ser su carácter.
Cuatro son los parámetros geométricos a tener en cuenta en la elección: la talla, el radio de giro, la anchura y el perfil. Te detallamos a continuación lo más importante de cada uno de ellos.
La talla
La medida que nos corresponde se define según nuestro perfil personal (complexión, peso, estatura, nivel técnico), pero también depende de la categoría y de nuestras preferencias personales.
Como punto de partida podemos tomar nuestra propia estatura; a partir de aquí, aplicaremos correcciones al alza o a la baja.
Una complexión fuerte y un nivel técnico alto demandan tallas más largas.
En cuanto a la categoría de esquí, los de slalom son los más cortos, mientras que los race carver y los de freeride superan un poco nuestra altura.
Respecto de nuestras preferencias, si nos gusta la maniobrabilidad y los giros cerrados reduciremos la talla, mientras que para virajes amplios y velocidad necesitaremos más longitud.
Radio de giro
Todos los esquís son más anchos en los extremos que en el centro, lo cual genera un arco lateral. Esta curvatura determina el radio de giro y su tendencia hacia los virajes más abiertos o más cerrados.
Por norma, un esquí de slalom tiene un radio entre 11 y 13 metros, mientras que en el extremo opuesto un race carver está entre los 17 y los 20 metros. Los esquís de freeride más anchos llegan a superar los 20 metros. Los all mountain y polivalentes se suelen mover entre los 14 y los 18 metros.
En algunos modelos el radio de giro es variable, diferente en los extremos y en la parte central del esquí, para mejorar la versatilidad. Por su parte, en muchos esquís de fuera-pista el radio de giro se aplica solo en la parte media, mientras que la espátula e incluso la cola tienen forma específica para mejorar su comportamiento en nieve profunda.
Anchura
La anchura es otro dato geométrico de peso. Los de pista y competición son los más estrechos, son rápidos en el cambio de canto y precisos sobre nieve pisada y compactada. Por el contrario, los de fuera-pista son los más anchos, para flotar en nieve virgen. Entre ambos, los polivalentes y all mountain buscan un término medio, un compromiso entre agilidad y buena respuesta en nieves variables.
La anchura de un esquí se identifica en la zona del patín, pues la de la espátula y cola dependen del radio de giro que tenga. Los esquís más específicos de pista tienen patines entre 65 y 70 mm y los polivalentes se mueven entre los 70 y los 80 mm aproximadamente. Los all mountain ocupan la franja entre 80 y 100 mm, mientras que los de freeride van de 100 mm hacia arriba.
Perfil
Visto de lado, un esquí tiene una curvatura que influye decisivamente en su carácter. Históricamente esta curvatura había sido convexa, en forma de puente (también se le llama camber), desde la espátula hasta la cola. Pero hace algunas temporadas apareció el rocker, que es justo lo contrario. Hoy en día la mayoría de los esquís combinan el camber en la zona del patín con la curvatura inversa -hacia arriba- en la espátula y en muchos casos también en la cola.
El rocker aporta beneficios en cuanto a manejabilidad, absorción de irregularidades y flotación. Su aplicación varía mucho en función de la categoría del esquí: los de pista y competición apenas tienen rocker (o directamente no tienen), con el objetivo de mantener el máximo contacto y agarre del canto con la nieve. Por el contrario, los de freeride tienen mucho rocker, para favorecer la flotación y facilitar el pivotaje.
Entre ambos, las variables con casi infinitas, dando más o menos rocker al perfil para conseguir una mayor precisión en la conducción o mejorar la manejabilidad y el comportamiento en nieves variables.