La montaña es un sitio especial para cualquier persona, la sensación de libertad, aire libre y naturaleza es algo placentero. Pero para los esquiadores es algo más. Es el lugar donde practicamos nuestro deporte favorito, es nuestro patio de recreo, donde damos rienda suelta a mucha adrenalina y liberamos estrés acumulado. Sin embargo, cuando planificamos una salida al monte fuera de temporada, pocos nos acercamos a las estaciones.
Imagino que es porque es la montaña "menos virgen" y menos bonita que podemos visitar. Las pistas, las pilonas, los cañones, cualquier ecologista diría que es un destrozo de montaña y que mejor era arrasar con todo y dejar que la naturaleza volviese a su estado natural, sea cual sea.
Pero yo lo veo diferente, para mí es visitar mi lugar feliz, simplemente durante el mantenimiento. Como visitar una piscina cuando está vacía y ver los entresijos que normalmente no puedes ver. Me gusta ver los trazados de subida que normalmente intuyes cuando están cubiertos de nieve. Disfruto subiendo rampas que se hacen durísimas caminando, que normalmente puedo bajar sin ningún esfuerzo esquiando. Me gusta apreciar lo largas que se vuelven las pistas más cortas cuando no vas con esquís en los pies.
Visitar las estaciones de esquí en verano me hace valorar más lo que podemos disfrutar en invierno. Toda una maquinaria preparada para funcionar durante unos meses y darnos la máxima felicidad posible. Como un gigante dormido esperando para activarse y ponerse a trabajar para nosotros.
Todo esto lo pensaba el domingo anterior subiendo a Valdesquí por Navacerrada para ver la puesta de sol. Una excusa perfecta para subir a la montaña un ratito y escapar del calor de la ciudad. Lo bueno, es que ya he vuelvo a esquiar, a cubierto eso sí, pero he podido esquiar y ya tengo la sonrisa puesta para un par de meses mínimo. En el próximo post os lo cuento.
Y vosotros ¿Habéis ido ya a vuestra estación favorita este verano?