Ya sé que es raro hablar de esquí en Japón y ponerse a escribir sobre las pistas. Pero cuando te encuentras autopistas de 6 carriles de nieve perfecta y pisadas como las que nos encontramos en Nozawa Onsen es inevitable mencionarlo. No, no cambiamos las tablas de 120 de patín por esquís pisteros, seguíamos en busca de nieve polvo, pero nada nos impidió disfrutar en los retornos de las areas de freeride.
Os dejo el vídeo como siempre y luego os comentó un poco de la estación.
Nozawa Onsen es un estación muy auténtica, creció alrededor del pueblo con el mismo nombre que tiene registros de turistas a sus aguas termales desde el siglo XIII. En 1998 acogió las pruebas de Biathlon de los Juegos Olímpicos de Invierno de Nagano.

Desde entonces ha ido creciendo y ahora mismo se podría considerar una estación de tamaño medio para los estándares de kilómetros que tenemos en europa en cuanto a pistas. Sin embargo desde su cota alta a 1650m, en la cima del Monte Kenashi, cubre una cantidad enorme de terreno, que en parte está controlado en áreas de freeride y en parte es considerado backcountry no controlado.

Hay que reconocer que los Japoneses son unos artistas pisando las pistas. A primera hora nos aventuramos por una pequeña pala de polvo y tuvimos que bajar por varias pistas enlazadas que nos devolvían casi hasta la góndola Nagasaka de la base.
Es alucinante lo perfectamente pisadas que estaban todas las zonas. Bajar a primera hora por una pista ancha, como una alfombra para ir carveando de lado a lado a pesar de llevar 122 de patín era una gozada. La sorpresa nos llegó a la mitad de pista. Como pista negra que era, tenía una zona sin pisar, con baches naturales, bastante grandes e inclinación. Muy divertido si no vas con prisas. Lo bueno es que al final llegabas de nuevo a otra zona pisada perfecta y de nuevo a correr.

En la siguiente bajada nos adentramos en una de esas zonas fuera de los límites de la estación e hicimos un descenso de 1100m de desnivel hasta la base (siendo los últimos 300-400m por pista). Bajamos por zonas de mucha inclinación pero con bosque bastante abierto, donde a pesar de llevar un par de días sin nevar encontramos nieve polvo sin pisar. Un lujazo que disfrutamos a grito pelado.
Lo bueno es que el retorno hasta las pistas es fácil, por el fondo del valle, pero que para nada es plano, sigue teniendo inclinación y puedes continuamente hacer ladera y volver a bajar tramos con más polvo. Incluso la pista verde del final era una delicia. De nuevo super ancha, con inclinación suficiente parar correr y disfrutar de las vistas.

Al mediodía pasamos por la zona de Paradise, que es básicamente la pista verde más ancha que te puedas imaginar (en Europa hubieran dividido en 4 o 5 para sumar kilómetros). Perfecta para aprender y practicar, con restaurantes a los lados con terrazas para poder parar casi en mitad de pistas a tomar algo y seguir. Almuerzo ski in, ski out. Ahí comimos en un sitio bastante internacional y seguimos esquiando.

Apuramos hasta última hora, como debe ser, con los Patrols ya echándonos de la estación. Nos dijeron muy amablemente que mientras nos fueramos por la gate no teníamos problema, que era bajo nuestra responsabilidad y que disfrutáramos (o eso entendimos nosotros).

Acabamos visitando el pueblo homónimo, donde pude probar una vianda típica de Nagano, los Oyakis, un bollo de pan relleno hecho con el calor de las aguas termales. Perfecto para no desfallecer en la visita obligada al onsen antes de cenar. Una de las cosas que más nos llamó la atención, es el uso del agua termal en muchas de las zonas de aparcamiento para evitar que se acumule nieve que palear. Si algo les sobra en estas zonas, es agua termal.