Desde pequeño me ha fascinado el Pico Agujas de San Isidro. Siempre estaba ahí, mirando, imponente y presidiendo la estación. Como retándome y enseñándome su canal que parecía esquiable pero que no sabía como se podía bajar.
El pico agujas, enseñando el "canalillo".
Hace unos años intenté por primera vez bajar la canal del Pico Agujas y me caí. No me hice daño, pero el orgullo sí que quedó herido. No eran las mejores condiciones, ni llevaba el material más adecuado, incluso probablemente no tenía el nivel ni los recursos técnicos necesarios.
Peñanevares tenía buena pinta, pero tenía un objetivo marcado.
Este sábado, después de media temporada de mucho freeride y de haber dado mucho caña a mis Blueberry Yari me sentía plenamente confiado en que podía bajarlo. Empecé a subir con sol pero el tiempo iba cambiando rápido, no había tiempo que perder (aunque algún selfie mientras me preparaba para subir la segunda parte si cayó :D).
Desde arriba la cosa impone aún más.
Empecé la bajada y a pesar de que la nieve estaba muy dura, casi helada, los esquís me dieron un plus de confianza. Agarraban de sobra y pude enlazar unos cuantos giros controlando bien la velocidad. Cuando llegué a la zona más estrecha empecé a dudar, no había pensado como afrontar ese pasillo.
La duda es lo peor que te puede pasar en estos casos y rememoré mi caída de hace años, entendí que en esa zona no podía derrapar y mucho menos girar. Entonces recordé que había inspeccionado la zona de la salida en mis primeras bajadas. Sabía que la nieve estaba bien en la salida y que iba a poder controlar los esquís después de hacerme un recto. Entonces despejé mis dudas, enfoqué los esquís y salí disparado.
El resto fueron gritos, adrenalina y una felicidad inmensa que me inundó y me recordó a los tremendos días de powder de hace unas semanas. En aquella ocasión fue por disfrutar unas condiciones inmejorables, esta vez por superar un reto personal y disfrutar una bajada tantas veces imaginada.
Para mi el freeride no son sólo palas de nieve polvo y sol. También es bajar con tensión, sabiendo que no puedes permitirte caer, y que lo importante es llegar abajo de una pieza y encima de los esquís.
Os dejo el vídeo para que veáis desde mi punto de vista la que ha sido mi bajada más dificil a día de hoy.